FELIZ FIN DE AMLO

La usaron como una frase de propaganda negra, ‘Feliz fin de AMLO’ proyectada como batiseñal contra los cielos de Ciudad de México, pero en sentido estricto no mienten los partidarios de Xóchitl Gálvez: el de López Obrador será un feliz fin de sexenio.

Aunque se quisieron presentar como prueba en contra los ajustes en precios y tarifas de energéticos y servicios públicos que se darían a principios de año, no hay indicios de que este gobierno vaya a terminar con una crisis económica como las que se dieron en 1976, 1982 o 1994. Tampoco con una crisis política, como la que se produjo en el marco de la fallida alternancia de 1988 o en las concretadas en 2000 y 2012. Ni mucho menos con una crisis de seguridad nacional, como las que ocurrieron en 1994, 2006 o 2012.

Para documentar el pesimismo del que hace alarde con un propósito electoral, el frente reaccionario ha recurrido en lo político y lo mediático a la falsificación de noticias (hicieron correr el rumor de que la gasolina amanecería el 1º. de enero a 30 pesos el litro) y a una interpretación tramposa de los datos, por ejemplo respecto a los niveles de endeudamiento.

Luego de la colocación por parte de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público de tres nuevos bonos de referencia por un total de 7 mil 500 millones de dólares, el discurso opositor insiste en que la administración de López Obrador ha endeudado al país como ningún otro gobierno de México lo había hecho en la historia. Pero la lectura oficial es otra.

ECONOMÍA ESTABLE

Según el subsecretario del ramo Gabriel Yorio González –incluso después de la colocación de esos bonos– el nivel de deuda del gobierno está por debajo del 48 por ciento en proporción del producto interno bruto (PIB).

Es más, “la deuda externa como porcentaje del total disminuyó de 21 por ciento a 16 por ciento, mejorando nuestra independencia financiera”, señaló el funcionario.

Esta captación de recursos refleja una buena salud financiera (contrario a la idea de que se trata de un síntoma de quiebra hacendaria) y evidencia cómo se diversificó y amplió la base de inversionistas tras la visita a Medio Oriente que realizaron, en junio de 2023, Gabriel Yorio y la subsecretaria de Relaciones Exteriores, Carmen Moreno Toscano, para mostrar el atractivo global del país.

La delegación del Gobierno de México invitó a representantes de fondos soberanos y a autoridades de cinco países miembros del Consejo de Cooperación para los Estados Árabes del Golfo Pérsico (Kuwait, Arabia Saudita, Omán, Qatar y Emiratos Árabes Unidos) a invertir en las obras emblemáticas del país: el Tren Maya, el Corredor Interoceánico, el Aeropuerto Felipe Ángeles y la Refinería Olmeca.

En resumen, según el economista Yorio el nivel de endeudamiento en México se ajusta a lo que fue “aprobado por el Congreso”, y “refleja una gestión fiscal prudente y una economía estable”.

EL RELATO PRIANISTA

Esta polémica sobre el endeudamiento público en México comenzó con la presentación del presupuesto para el último año del sexenio. Otra vez según la oposición, como López Obrador ya agotó las reservas que los gobiernos anteriores habían guardado en fideicomisos, busca en el crédito los recursos frescos que necesita para mantener el tren de gastos en materia de programas sociales y mega obras de infraestructura.

De acuerdo con esta visión, antes de entregar el poder AMLO quiere terminar y poner en funcionamiento ferrocarriles, aeropuertos y refinerías. Obras que, por haberlas iniciado por ‘puro capricho’, prevé que el siguiente gobierno dejaría inconclusas.

Por supuesto, la narrativa de la oposición gira en torno al proceso comicial: para imponer a Claudia Sheinbaum como sucesora, AMLO realizaría una elección de Estado; y usaría el efectivo para comprar votantes, encuestadores y funcionarios de casilla. Recurre, pues, a la deuda para garantizar la continuidad de la 4T. Y bla, bla, bla…

Esa ficción política elaborada por los prianistas ignora una realidad concreta donde, el presidente saliente, tiene altísimos niveles de aceptación y popularidad; la candidata oficial, una enorme viabilidad de triunfo; y, la abanderada del frente opositor, insuficientes índices de aprobación.

DÉFICIT SALUDABLE

Las palabras clave en el análisis financiero son ‘déficit fiscal’. Si le entendí a mis amigos economistas, en la contabilidad gubernamental tienes por un lado el cálculo del ingreso y, por otro, el cálculo del gasto. Y, sí, en todos los presupuestos hay un déficit. Un gobierno siempre eroga más de lo que ingresa.

De hecho, si tienes un presupuesto que crece de manera acelerada porque estás haciendo las muchas obras que no se hicieron en años, y porque incrementaste un gasto social que se había mantenido dentro de ciertos márgenes, por fuerza el déficit crece y, con él, la deuda porque el ingreso no aumenta en la medida que se necesita financiar el gasto.

Al crédito han recurrido siempre todos los países, Estados Unidos es el país con uno de los mayores déficits del mundo y su nivel de endeudamiento es proporcional al PIB. La regla de oro es que financies con crédito sólo aquello que pueda generar el ingreso necesario para el pago de la deuda.

En términos de economía doméstica, es un error comprar la despensa con cargo a la tarjeta de crédito. En cambio, hay que usar el financiamiento para comprar el refrigerador o la estufa porque el ahorro que estos aparatos te permiten en consumo de electricidad o gas servirá para cubrir el abono de la deuda.

Con la misma lógica, si el endeudamiento sirve para financiar hoteles a lo largo de la ruta del Tren Maya o parques industriales sobre el ferrocarril transístmico, estas inversiones tributarán los impuestos que permitan pagar los créditos.

Por lo demás, las ayudas sociales tienen un impacto en el sector productivo, especialmente programas como Jóvenes Construyendo el Futuro o Sembrando Vida. Pero incluso las pensiones a adultos mayores o las becas ‘Benito Juárez’ tienen una incidencia directa en el mercado interno. A mayor liquidez, mayor consumo.

Lo que debería preocuparnos es que el gobierno pida un crédito para financiar una refinería y construya sólo un tramo de la barda perimetral, como hizo Felipe Calderón. Sin embargo, los que hoy alertan contra el aumento del déficit no se alarmaron entonces.

Para sostener el anatema del endeudamiento público que estaría llevando al país al colapso económico, la oposición afirma temerariamente que las obras emblemáticas de la 4T no son productivas. De cómo esa visión está distorsionada hablaremos en una siguiente entrega de la columna.

Mi correo electrónico: carvajalberber@gmail.com

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