Honestamente, no imaginé que los nombres de los dirigentes del PRI que habrán de sustituir a Rogelio Rueda, como presidente, y a Lizet Rodríguez como secretaria general del comité directivo estatal, causaran tanto interés entre los militantes priistas, tan acostumbrados como están a que “arriba” decidan por ellos.
He recibido incontables mensajes en torno a quiénes deben encabezar al Partido, pero también respecto a cuál debe ser, a juicio de los propios priistas, el futuro del Revolucionario Institucional.
El asunto es crucial porque, una vez que entre en funciones el presidente López Obrador, la que seguirá siendo fuerza gobernante en la entidad por los siguientes tres años se convertirá en oposición a nivel nacional. Y de su capacidad de recuperación depende que vuelva a ser un partido, si ya no hegemónico, por lo menos competitivo.
De la correspondencia con los lectores de esta columna deduzco que, para muchos militantes, el Partido ya no puede seguir funcionando con un dirigente delegado por el primer priista del estado. El PRI necesita un verdadero liderazgo, es lo que dicen muchos de sus miembros.
Por tradición, el Gobernador es el jefe nato del PRI en Colima (lo será mientras el Poder Ejecutivo esté en manos de un miembro de ese partido), pero se palpa entre la clase política priista la inquietud de otorgarle al tricolor una autonomía y una agenda propia, incluso distinta a la de un gobierno que parece no tener como prioridad que el sucesor de Ignacio Peralta pertenezca al tricolor.
Como suele sucederle al mandatario –que por dejar los hilos sueltos éstos se le enreden–, la decisión de nombrar al dirigente del PRI no será sencilla de tomar.
La equidad de género obliga a que la dirigencia quede en manos de un hombre y una mujer, pero el reciente arribo de Claudia Ruiz-Massieu y Salinas de Gortari a la presidencia del comité ejecutivo nacional marca una tendencia que en Colima podría llevar a que una mujer encabece el CDE.
Son fuertes las presiones para la decisión de JIPS se dé en un sentido en otro. Se sienten al interior del Partido pero también, a través de las páginas de un periódico, desde el círculo familiar del Gobernador.
La lista de prospectos ha ido creciendo en la medida que se consideran las alternativas: que sean nuevas caras o cuadros de viejo cuño, que tengan rentabilidad electoral o probada lealtad al Partido, que tengan aspiraciones políticas o estén viendo al CDE como su jubilación.
En ese contexto, desde las desiertas oficinas del PRI estatal (la excusa es que las secretarias estaban de vacaciones y los titulares de las distintas carteras… también) una voz nos recuerda que también Sergio Agustín Morales Anguiano suena para la dirigencia estatal.
El ex alcalde de Comala, ex director del Instituto de Ferias y ex secretario de Desarrollo Rural del gobierno del estado fue el coordinador de la campaña de José Antonio Meade en Colima.
Los resultados, que ciertamente no dependieron de Guty para bien ni para mal, fueron tan desastrosos que no es posible evaluar su capacidad de organización ni de liderazgo.
A principios de semana, un furioso mensaje de texto atribuido al ex director general del Instituto Mexicano de la Juventud, en el que urge a Rogelio Rueda a dejar al PRI, nos dejó en claro que también José Manuel Romero Coello es un tirador para la presidencia del Partido.
La ruptura política y el sonado desencuentro que Romero tuvo con Nacho Peralta (cuya campaña para la gubernatura coordinó José Manuel en la elección extraordinaria), hacen suponer que, si llega, el pleito o es de mentiras o ya se arreglaron o le habrán metido desde el centro un último gol a JIPS.
¿Tiene futuro el PRI?
Cuando la derrota del PRI en 2000 parecía remota, José Antonio Crespo publicó un libro titulado: ¿Tiene futuro el PRI? (Grijalbo, 1998).
Hablaba ahí el politólogo de varias posibilidades: que el Partido de Estado desapareciera como le ocurrió al Partido Comunista tras la desaparición de la URSS, que simplemente dejara de ser hegemónico y se volviera un partido más en la competencia electoral o que se fragmentara en 32 partidos estatales, volviendo a la presencia regional que tenían las fuerzas revolucionarias cuando Plutarco Elías Calles las aglutinó en 1929. No recuerdo si anticipó que el PRI regresaría a Los Pinos después de 12 años.
Aunque muchos colimenses festinan la debacle del PRI, hay una sector de su militancia convencido de que no solo es deseable que el tricolor siga existiendo en Colima, sino que juzgan conveniente reestructurarlo para que pueda ganar las elecciones de 2021, que serán intermedias a nivel federal y de cambio de gobierno en la entidad.
Los mercadólogos, que han sustituido a los politólogos en el trabajo de consultoría electoral, se hacen una pregunta distinta a la de Crespo: ¿Tiene aún valor la marca PRI?
Aunque en los acuerdos para establecer la coalición con el Verde en los comicios locales de 2018, la jefatura política en el estado sobrevaluó la fuerza de los ecologistas y menospreció el arrastre de los priistas, en todas las elecciones el grueso de los votos fueron por el PRI y ahora el PVEM ni siquiera puede decir que los ayudó a ganar.
No son pocos los priistas que llaman a hacer una reflexión sobre las causas de la derrota, antes que designar a una nueva dirigencia. En ese sentido, para los priistas que todavía quedan en el gabinete debe ser preocupante que los militantes acaben culpando al mandatario estatal de la debacle, porque eso implicaría un castigo ejemplar: marginar a Nacho Peralta de la vida partidista.
Sin embargo, mientras el Partido dependa financieramente de la tesorería estatal, el Ejecutivo podrá seguir cumpliendo con sus funciones de jefe político. A menos que JIPS esté dispuesto a pagar una fiesta a la que no será invitado.
FE DE ERRATAS:
En la columna anterior escribí por error que la secretaria general del PRI estatal es Lizet Moreno, cuando en realidad se apellida Rodríguez.
Y mencioné que el ex rector de la UdeC, Miguel Ángel Aguayo López, es representante de la SEP en Colima cuando hace algunos meses el ex diputado federal dejó el cargo.
Mi correo electrónico: carvajalberber@gmail.com. Esta columna también se puede leer en: www.carvajalberber.com y sus redes sociales.