A LA JORNADA, SÍ

Afectada financieramente por la distribución en WhattsApp y correo electrónico de copias en PDF del número en circulación, la revista Proceso conminó a sus lectores “a suspender esta práctica y, en la medida de sus posibilidades económicas, contribuir para que podamos seguir adelante con nuestro compromiso informativo”, suscribiéndose o adquiriendo el ejemplar con voceadores o en puestos de periódicos.

En el editorial aparecido en la primera página del número 2407, correspondiente al 18 de diciembre de 2022, el semanario de información y análisis explicó que, desde su fundación en 1976, “la venta de nuestros ejemplares en todo el país ha sostenido el periodismo que realizamos; es gracias a nuestros lectores que hemos sorteado el castigo que gobiernos de todo signo nos han impuesto al marginarnos durante años de la publicidad oficial”.

Ese castigo, piensan muchos, continuará en este sexenio no sólo por la reducción en los presupuestos para publicidad oficial decretados por la ley de austeridad, sino por la evidente ruptura entre Proceso y el proyecto de Andrés Manuel López Obrador.

Como no hizo con Proceso, la 4T incluyó a La Jornada entre los medios en los que más invierte el Estado en materia de difusión. Los otros que están en la lista son Televisa, TV Azteca y RadioFórmula.

La explicación que dio Jesús Ramírez, vocero de la Presidencia, cuando le preguntaron al respecto de por qué darle más dinero al periódico que dirige Carmen Lira, es que los gobiernos neoliberales le negaron a ese periódico el acceso a los recursos públicos durante décadas.

Hay que reconocer, además, que La Jornada es el diario que explica, defiende y justifica el proyecto de la Cuarta Transformación, algunos dirían incluso que de manera acrítica.

…NO SE PORTÓ BIEN

En sus años de lucha en la oposición, López Obrador siempre encontró respaldo en los directivos y colaboradores de Proceso. Al menos hasta el 7 de enero de 2015 cuando falleció su fundador, como le dijo el presidente al reportero Arturo Rodríguez en el fragor de una discusión sobre el papel de los medios.

“La revista Proceso no se portó bien con nosotros quienes buscamos la transformación del país, por eso, desde que murió su director Julio Scherer ya casi no la leo”, mencionó López Obrador en su conferencia de prensa del lunes 22 de julio de 2019.

El reportero de Proceso replicó que el papel de los medios “no es portarse bien con nadie”, pero el mandatario planteó –como lo ha hecho muchas veces en las mañaneras– su tesis sobre el periodismo comprometido: “los buenos periodistas de la historia de México han apostado a las transformaciones”. Y, aseguró, todos tomaron partido, lo mismo durante la Reforma que en la Revolución.

CONFRONTAR AL PODER

Proceso nunca vivió de la publicidad oficial, pero siempre tuvo el soporte del público, dice el editorial. El problema es que ahora muchos de dejaron de comprar la revista no sólo por las facilidades tecnológicas que existen para recibir gratis el semanario. Cabe la posibilidad que las ventas hayan bajado, al menos en parte, por el desinterés de los lectores tradicionales en lo que ha venido publicando la revista, con un notorio cambio en la línea editorial a raíz del triunfo electoral de López Obrador.

A ese desinterés ha contribuido el mutuo alejamiento entre Proceso y Andrés Manuel, a quien los colaboradores de entonces recuerdan haberlo visto llegar a las instalaciones de la revista tan sólo para saludar a don Julio y conversar con editores, reporteros y cartonistas.

El enfriamiento en las relaciones de Proceso y AMLO no impidió, sin embargo, que el presidente nombrara a Julio Scherer Ibarra como consejero jurídico, cargo que desempeñó hasta que el abogado salió del gobierno en septiembre de 2021, en medio de un conflicto con Alejandro Gertz Manero y acusaciones de tráfico de influencias por parte del fiscal general de la República, que alcanzaron incluso a la entonces secretaria de Gobernación y actual senadora Olga Sánchez Cordero.

Apenas superada la jornada electoral, Proceso empezó a tratar a AMLO con el mismo tono crítico que usaron con anteriores presidentes. Así lo explicó el entonces director del semanario Rafael Rodríguez Castañeda en una entrevista con Julio Astillero el 28 de mayo de 2019, cuando el también columnista de La Jornada todavía tenía su noticiero en Radio Centro.

El sucesor de Scherer García recordó las palabras que expresó en un homenaje a don Julio en la feria del libro del Palacio de Minería: “…cuando se veía venir casi inevitablemente el triunfo de López Obrador, con un proyecto muy diferente a la candidatura de Felipe Calderón… comenté el papel que Proceso tendría que cumplir si llegase el caso, como parecía inminente de que llegara al gobierno… un hombre de izquierda, luchador social y político. Dije que el papel natural del Proceso era ser fiel a su historia, ser fiel a su creación: Proceso nace de un golpe de poder contra el periódico Excélsior que dirigía don Julio Scherer, y nace confrontado con el poder. Más allá de las siglas, más allá de las ideologías o las tendencias del presidente que llegara, Proceso tendría que ser como había sido hasta entonces y como sigue siendo hasta ahora. Lo que López Obrador en su caso tendría que ver en Proceso es el mismo espíritu que nos vio nacer: la crítica, la denuncia, la revelación, la confrontación eventualmente”.

EL APELLIDO NO CUENTA

Puede que no todo sea una cuestión de principios, la situación interna de la revista podría explicar la ruptura con Andrés Manuel. En la misma entrevista (‘Reconocemos lucha social de AMLO, pero Proceso seguirá siendo crítica con el poder: Rdgz. Castañeda’; https://www.youtube.com/watch?v=GFjnqIOmOB8&fbclid=IwAR1lbcCALbkrYEXUsgtD9EFKAMXspW3geX2MYwnEFA_2r-7H0qcbrtXrn-Y), Astillero le preguntó al autor de Prensa vendida (Grijalbo, 1993) si los cambios en el consejo de administración terminarían por afectar la línea editorial.

¿Hay un rejuego político más allá de lo periodístico en Proceso, a raíz de que Julio Scherer Ibarra se convirtió en consejero jurídico de la Presidencia y dejó la cabecera del Consejo de Administración a su hermana, María Scherer Ibarra, quien además es depositaria de una gran parte de las acciones de la revista?, preguntó en resumidas cuentas Julio Astillero.

Para Rodríguez Castañeda, lo de Julio Scherer Ibarra “lo estamos asumiendo de manera natural, no podríamos llevarlo como estigma ni como losa”. Se infiere que no participó mientras estuvo en el gobierno en “la conducción de la revista” ni “en la toma de decisiones editoriales”.

La dirección también hace su trabajo independiente de María Scherer, no obstante que “ella también tiene sus funciones periodísticas. La vemos participar en programas donde expresa sus puntos de vista personales”, pero es una actividad ajena a la revista, dijo el hoy exdirector quien ya jubilado se ocupa ahora de los libros de Proceso.

Tal vez la razón por la cual Rafael Rodríguez se afanaba en deslindar a María Scherer de la dirección de la revista –aun cuando en diversas referencias la mencionan como subdirectora comercial–, sea porque ella está casada con Juan Ignacio Zavala Gómez del Campo, hermano de Margarita, la esposa del expresidente Felipe Calderón.

¿Fue entonces, Proceso, una publicación con Julio Scherer Ibarra como presidente del consejo de administración y, otra revista distinta, con su hermana María como principal accionista? ¿O lo que pasó es que, simplemente, López Obrador dejó de ser opositor y se convirtió en presidente?

En todo caso, ¿eso explica el abandono de sus lectores? La pregunta amerita una disección más amplia que haremos en la siguiente entrega.

Mi correo electrónico. carvajalberber@gmail.com

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