A LLENAR QUINIELAS

Pienso que si alguien puede llenar una quiniela del Progol, puede votar en la elección del Poder Judicial. Y Federico Anaya-Gallardo asiente: “Quién iba a decir que los Pronósticos Deportivos iban a preparar a la ciudadanía para votar por las personas juzgadoras”.

Sin embargo, añade el candidato a ministro, “la belleza democrática de esta elección, y esa es mi opinión de politólogo más que de abogado, es que cuando alguien dijo que seguramente iba a haber un cónclave para decidir una lista única (o 33, uno para la Suprema Corte y los otros por cada uno de los tribunales superiores en los estados), nunca pensó que habría 33 mil listas: en cada barrio, cada organización, la gente está haciendo sus quinielas; y se meten a internet para investigar a los candidatos”.

Anaya nos recuerda que en casi todos los estados habrá nueve boletas: seis federales y tres locales. Las excepciones son Guanajuato, donde no habrá elección de jueces locales; y Coahuila, donde “ahora que estuve en Torreón no logré entender por qué habrá cuatro boletas para esa entidad”. Sin embargo, aunque es una cosa nueva y complicada, la gente está entusiasmada.

Con ese optimismo, cuando reconocen a un candidato los ciudadanos reflexionan si esa persona vale la pena. Es más fácil que dicha identificación ocurra con los aspirantes a la Corte y con los jueces de territorio, los de primera instancia: civiles, penales, etcétera. Colima tiene esa virtud: “es un estado con 10 municipios y una identidad social bastante clara”.

También será fácil en Colima distinguir a los jueces federales. A diferencia de lo que sucederá en Ciudad de México, donde con 8 millones de habitantes los 12 distritos electorales se redujeron a ocho distritos judiciales, “y no siempre el candidato a juez es del lugar donde lo van a votar”.

Una identificación de la comunidad con los candidatos permite hacer una campaña “cara a cara”. Más “difusa” será la elección de los magistrados de circuito, reconoce el aspirante a ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación postulado por los poderes Ejecutivo y Legislativo, quien aparece con el número 36 en la boleta morada.

LOS ACORDONEABLES

Así como hay presidenciales y hubo papábiles, se habla ahora en México de los ‘acordeonables’, esto es, de los nombres que vendrán en el acordeón que en una especie de votación corporativa –dicen los detractores de la elección– promoverán los partidos.

“Si habláramos ruso, estuviéramos en la Unión Soviética y todavía existiera el Partido Comunista, tendrían sentido esos señalamientos. Pero el país es mucho más plural y ningún partido (la derecha, seguro no; pero tampoco la izquierda) tiene la capacidad de imponer un único acordeón.

“Lo que hace tan interesante este proceso electoral es que nadie sabe realmente cómo va a terminar el viaje. Si revisas las encuestas, es difícil predecir el resultado porque los candidatos suben y bajan. En otras palabras, la gente está cambiando sus quinielas, atenta a la información que recibe.”

Tal vez habrá poca participación, pero la gente que sí va a votar está barajando nombres para su propio dream team, sugiere Anaya. No obstante, le digo, es insistente la campaña que llama a no votar si lo hace a ‘lo pendejo’, porque eso es lo que aparentemente sucede cuando el elector no conoce términos jurídicos ni teoría política.

“Ya lo dijo un hombre sabio: ‘Tonto es el que piensa que el pueblo es tonto’. La gente tiene sentido común y es bastante común ese sentido. No van a comer lumbre, evalúan a la gente. Y, aparte, para eso son las campañas: para que el candidato o la candidata se muestren.”

Por lo demás, la gente empieza a fijarse en lo que dicen o dijeron los candidatos. Si el video está en internet, “nos van confrontar con nuestro pasado. O puede ocurrir que, en un evento, te pregunten acerca de un caso complicado y tú contestes defendiendo algo que el público cree que es injusto. Nadie puede escapar de su historia. Y porque no es tonta, no es una mala idea dejar que la gente decida”.

NO SACAN UN BORRACHO DEL BOTE

Hay quienes descalifican el proceso, observo, porque en lugar de favorecer perfiles académicos o técnico jurídicos llevan ventaja las figuras más políticas y mediáticas.

“Yo confío en el electorado. La gente va aprendiendo a votar. Los mexicanos votaron por Fox porque creyeron en sus promesas. Pero luego lo evaluaron tan mal que tuvimos una elección muy cerrada en 2006. También por eso fue creciendo el voto hacia la izquierda durante los siguientes 18 años”. Fuimos aprendiendo, probando de un lado y de otro.

“Todavía falta el siguiente ciclo electoral y yo estoy seguro que nadie tiene asegurado el triunfo. Cuidado con meter la pata, porque te van a evaluar. La gente ya sabe la importancia de elegir a un juez. Aunque no todos han tenido la desgracia o la oportunidad de estar ante un tribunal, conocen a alguien que sí.”

Pueden darle like al candidato que hace buenos videos de tik tok, cuenta chistes o hace cosas que les divierten, pero no necesariamente votarán por esa persona.”

No todos leerán las resoluciones ni verán completas sus intervenciones en el pleno, pero saben que si –a través de los enlaces que los propios candidatos suben a sus redes sociales– por lo menos les está ofreciendo sus opiniones, eso lo hace digno de mayor confianza.

Y en cuanto a la preparación académica, en Derecho gana los asuntos el abogado que presenta el mejor argumento, no necesariamente quien tiene los grandes títulos, sugiere Anaya.

“Hablando se entiende la gente, no parloteando ni diciendo chistes, sino hablando racionalmente si quieres ponerte filosófico. Jürgen Habermas decía: ‘La sociedad se construye a través del diálogo racional’. Y toda la gente hace diálogos racionales, no nada más los educados.”

En síntesis, “no sabemos si [los electores] lo haremos mejor, pero no será peor que cuando el presidente mandaba una terna y, luego, los líderes de los partidos en el Senado negociaban en lo oscurito” el nombre del ministro.

LA ENCHILADA COMPLETA

Para Federico Anaya, “hubiera sido más fácil elegir solamente a los miembros de la Corte. Pero en los momentos de transformación y máxime cuando hay condiciones para cambiar, se debe aprovechar la inercia y el entusiasmo de la gente, para experimentar”.

En estados como Colima donde es factible que la comunidad se identifique con los candidatos, “probablemente funcionará mucho mejor la elección. A las personas que resulten electas los van a estar vigilando y, en la siguiente elección [2027], se las van a cobrar si hacen mal las cosas”.

Esto ha pasado ya en la mitad de los Estados Unidos. “La única diferencia es que en México somos el único país que lo va a hacer en todos sus estados, y con todos los niveles de jueces. Tendremos la whole enchilada, la enchilada completa”.

NO CASTIGUEMOS LA POBREZA

Para el académico, activista de los derechos humanos, litigante y ex abogado general de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México, elegir jueces no es una regresión democrática. Al contrario, es un avance porque “la gente es capaz de entender el derecho e identificar qué cosa es justa y qué no lo es. Si les explicas las razones, lo van a distinguir”.

Y lo ejemplifica con el caso de Lucio y Diana, dos adolescentes de Tultitlán, estado de México, que “se embarazan en la marginalidad”. Cuando ella consigue por fin un empleo, descubre que está esperando. Toma un abortivo, pero el embarazo estaba tan adelantado que provoca el parto. No obstante lo prematuro, la vida del niño es viable. Sobrevivió al nacimiento en el baño de la panadería donde la madre trabajaba. Desesperados, deciden abandonarlo creyendo que morirá de todas maneras. Pero el niño sobrevive y la comunidad identifica a los papás.

“La primera reacción es de horror, porque atentaron contra la vida de una persona humana. El enojo es tan fuerte que hasta la mamá de Lucio va y lo entrega al ministerio público, diciendo que ella no lo educó para eso. Pero cuando la gente empieza a enterarse de los detalles, la condena va cediendo ante las condiciones en las que los jóvenes tomaron esa mala decisión.”

Y cuando les preguntan si merecen un castigo tan severo (la pena por el delito de homicidio en grado de tentativa es de 17 a 20 años de prisión), muchos responden que no. La gente es capaz de discernir qué es justo y qué no. “Probablemente, si hubiera muerto el chiquito la decisión habría sido más dura”. Pero cuando una sociedad recibe la información completa, cambia su sentido de la justicia.

“En eso son importantísimos los medios que, en este caso, primero hicieron mucho escándalo pero fueron bajando el tono cuando la mamá de Lucio salvó la tarde”. La opinión generalizada al final fue la que el defensor de oficio plasmó, en una declaración que dio a la prensa saliendo de la audiencia de vinculación: ‘No castiguemos la pobreza’.”

GUERRA DE LODO

Es evidente que en la elección del Poder Judicial, las campañas están enfocadas en señalar los errores y vínculos de los candidatos con la delincuencia organizada y otros grupos de interés, más que en sus virtudes o en sus logros, le expongo a Federico Anaya en la entrevista que tuvimos durante su visita a la ciudad de Colima.

“La palabra ‘candidato’ viene de cándido: el que es inocente o blanco. En la república romana cada año tenían elecciones de diferentes cargos, y el candidato se vestía con una toga blanca, pulcrísima, que al cabo de una semana, concluida la campaña de proselitismo, quedaba manchada de lodo, sangre y fruta embarrada. Las elecciones eran una batalla campal donde se acusaban unos a otros, y algunos electores también se enojaban.¡Eres un mentiroso!, les gritaban, aunque luego saliera alguien más a defenderlos.”

Así, las togas como las reputaciones quedaban manchadas hasta el año siguiente en que todos los candidatos volvían a vestir una prenda blanca. Sin embargo, algunos candidatos lograban llegar con la toga blanca. Cicerón, por ejemplo, ganó su elección como cónsul porque tenía el reconocimiento de todo el mundo. Lo mismo que su gran enemigo político, Julio César.”

Hoy en día, la calidad del debate político ha mejorado y la gente pide otro tipo de campañas. Así nació la moderna idea de contiendas limpias: que los candidatos hagan propuestas, en lugar de dedicarse a descalificar a sus oponentes. Pero sigue siendo cierto que, aunque seas un candidato con muy buenas propuestas, “si metes la pata y te pueden atacar, vas a perder.”

Las campañas tienen que organizarse, entonces, de tal manera que los rivales no puedan atacar al candidato. En Estados Unidos, cuando un partido escoge a un candidato lo primero que hace es mandar a un equipo de mud crackers a remover el lodo y descubrir, antes que la oposición, un potencial escándalo: si copió en un examen en la prepa, si golpeó a una novia o simplemente le rompió el corazón. El partido necesita asegurarse que su candidato sea blanco y no tóxico.

…CUANDO ESTÁBAMOS PEOR

Para Anaya, en esa afirmación tramposa de que es imposible votar informado en la elección de personas juzgadoras, hay otro nivel de mentira: suponer que antes de la elección judicial se designaban jueces de una manera imparcial, técnica y ordenada.

“No es cierto, teníamos un buen sistema de carrera judicial, pero en los últimos 10 años (mucho antes, por cierto, de que hubiera un cambio político e ideológico en el año 2018) nos empezamos a enterar de los defectos de ese sistema.

“Hubo un escándalo cuando, en una de las promociones del poder judicial federal, se supo que habían estado vendiendo y comprando los exámenes” para los concursos de oposición. Ese alboroto fue anterior al que estalló cuando un estudio reveló que teníamos una inmensa cantidad de parientes en el poder judicial. No era nepotismo, sino familiarismo. “Resultó que se hacían favores cruzados”: un magistrado recibía en su ponencia al pariente de un ministro o de otro magistrado.

Si eso ya estaba mal, peor era que no tenían quién los vigilara pues se les dejó a los propios jueces el control de un sistema tan complejo. En 25 años hubo apenas 23 sancionados, menos de uno por año. “La inmensa mayoría de los jueces y magistrados funcionaron bien, eso hay que reconocerlo. Tenemos un buen poder judicial federal, pero hubo suficientes cosas malas como para que sólo 23 juzgadores recibieran sanciones”.

Y hubo cosas terribles. Por ejemplo, aquella magistrada que propuso una resolución favorable a un pederasta que ya estaba condenado o que estaba a punto de ser condenado. Como es obvio que eso no tenía sentido, se quejaron las víctimas. Y, pese al escándalo, a esa juzgadora nada le pasó. Simplemente la cambiaron de lugar.

SUENA METÁLICO

“Como dice el dicho popular: ‘Si algo no suena lógico, suena metálico’. Y todo eso fue alimentando la percepción de que no podíamos dejar que el Poder Judicial se vigile a sí mismo”. Pero tampoco puedes confiar la vigilancia de un aparato tan grande a la Auditoría Superior de un estado o de la Federación, “porque ellos también han dejado escapar gente. La solución, paradójicamente, es natural y silvestre: que el electorado decida”.

Cuando una compañera en una organización popular le preguntó en Mexicaltzingo si la gente era capaz de elegir mejor a los jueces que los legisladores, la respuesta de Federico Anaya fue la que ha venido repitiendo en campaña: “No sabemos si lo vamos a poder hacer mejor, pero sí estamos seguros que no lo podemos hacer peor”.

“No es mala idea darle al electorado la oportunidad de evaluar, y en varios ciclos de elección lo hará mejor. Aprendimos mucho al someter a elección democrática los cargos del Poder Ejecutivo y el Legislativo. Tenemos mejores gobernadores y gobernadoras hoy en día, que los que teníamos hace 50 años. Algunos salen medio ideáticos y extraños, pero básicamente son mejores. De derecha o de izquierda, esas personalidades construyen su carrera política haciendo bien las cosas para ganarse los votos en la siguiente elección.”

En el viejo régimen priista que empezó en 1929, al principio los políticos eran muy populares porque venían de la Revolución y la gente los conocía y los apoyaba. ¿Quién no iba a estar de acuerdo que el general Cárdenas fuera presidente, si hizo la reforma agraria en Michoacán? Hasta Miguel Alemán fue bien recibido porque, como gobernador de Veracruz, había pacificado al estado. Pero luego fue presidente y, como sus sucesores, “se nos echó a perder porque cada vez los vigilamos menos”. Como dijo Porfirio Muñoz Ledo en una ocasión: ‘Sólo en un régimen autoritario Ernesto Zedillo pudo ser presidente’. “No tenía carácter y nadie lo había evaluado”.

“El electorado evalúa bien, pero tienes que darle oportunidad de que lo vaya haciendo varias veces. Esta primera elección del Poder Judicial será difícil, porque no hemos elegido ministros desde las épocas de Benito Juárez y Porfirio Díaz. La última elección judicial para ministros de la Corte fue en 1912, y hasta entonces se habían hecho cada dos años. Pero luego llegó la Revolución y el país se quemó por completo. Lo volvimos a construir, pero ya nadie se acordó que a los ministros se les elegía.

“Ahora que lo vamos a volver a hacer, probablemente tengamos tropezones en la primera elección”. Pero los americanos de Lincoln, no los de Trump; los que abolieron la esclavitud y no estos supremacistas blancos, tienen un dicho muy bonito: ‘Los problemas en la democracia, se resuelven siempre con más democracia’. “La gente irá aprendiendo a evaluar a sus jueces. Y vamos a tener mejores jueces si son electos.”

…NO LO TIENE NI OBAMA

Para Anaya, los ministros de la Corte que resulten electos serán condenados a servir durante 12 años. Después ya no habrá reelección, pero la ciudadanía debería tener oportunidad de evaluarlos no sólo al inicio sino a la mitad del camino. Falta incluir en la reforma la revocación del mandato judicial cada tres años, mínimo cada cuatro, para que si la ministra o el ministro no hacen bien su trabajo se les pueda remover.

El seguimiento atento de su gestión le corresponderá al Tribunal de Disciplina Judicial. “Este es más importante que la Suprema Corte. Cinco magistrados, tres mujeres y dos hombres, van a tener el poder de revisar lo que hacen todos los jueces, incluidos los ministros. Es un control, ya que podrán procesar y sentenciar”.

“Los abogados más formalistas dirán que el problema es que es una sola instancia, y que eso es injusto. Pero el cargo de ministro es tan serio e importante que si uno de ellos comete cualquier error, no debe tener oportunidad de apelación. Claro, si el Tribunal de Disciplina Judicial le abre proceso debe darle el derecho a defenderse. Pero si se comprueba que cometió un error, habrá que castigarlo.”

Es un avance democrático más, resume Federico Anaya. México era una excepción continental como uno de los países donde el presidente no estaba sujeto a juicio político. No lo pusieron ni en la Constitución de Juárez de 1857. Pero durante la elección presidencial de 2018, López Obrador señaló ese agujero en la constitución liberal. Apenas asumido el poder, mandó la iniciativa. Y lo tuvo que hacer dos veces porque la primera no se la aprobaron los partidos en la cámara alta, pensando que los iba a afectar cuando les tocara gobernar a ellos.

Hoy en día se puede acusar a la presidenta de todos los delitos, como si fuera cualquier ciudadano. El Senado, con las dos terceras partes de los presentes, puede quitarle el puesto. Ya nos emparejamos con el resto del continente. En Estados Unidos ha habido cinco juicios políticos en contra del presidente, pero ninguno ha avanzado: Nixon renunció antes de que iniciara; y Trump ha estado al borde de que lo destituyan dos veces. Pero en Brasil se ha aplicado en dos ocasiones: en una casi destituyen a Collor de Melo y, en la otra, depusieron a Dilma Roussef.

Mi correo electrónico: carvajalberber@gmail.com

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