«A los de confianza nadie nos apoya», fue el reclamo que un grupo de trabajadores de gobierno del Estado pidió hacer público a través de esta columna.
Y es que su salario, al igual que a la burocracia sindicalizada y a la base magisterial, también les fue retenido, sólo que a diferencia de esos gremios la celebración de contratos trimestrales los coloca en franca vulnerabilidad ante las cambiantes condiciones del poderoso patrón.
Por miedo a perder su empleo muchos trabajadores en iguales circunstancias se han visto en la necesidad de autorizar todo tipo de concesiones. Las más recientes, aceptar «en los hechos» una reducción de hasta el 50 por ciento de su sueldo y estampar la rúbrica de conformidad por un pago que ni siquiera han recibido. Vale añadir al recuento que el ventajoso contrato encierra un profundo misterio: ningún empleado conoce las cláusulas porque no les dan oportunidad de leerlas; menos de requerir una copia.
Así las cosas, el pasado lunes se propagó el rumor de que citarían a nueva firma de contrato, en apariencia el correspondiente al último trimestre del sexenio. ¡Ya la hicimos!, dijeron. Nada de eso. Justo al día siguiente los obligaron a reponer lo relativo al mes de julio cuya segunda quincena no fue pagada como es de dominio público, pero sí registrada con todo y finiquito.
Conociendo los afanes «recaudatorios» del actual gobierno, las interrogantes que abren tanto empleados de confianza como supernumerarios corren en el sentido de: si la nueva modalidad de contratos ¿pasará de ser trimestrales a mensuales? O lo que es peor: ¿prescindirán de sus servicios sin que «técnicamente» exista algún adeudo? Por la particularidad del caso no sobra decir que se inclinan por el segundo escenario.
A todo esto llama la atención que el gobernador del Estado hubiese requerido a la Federación un rescate financiero por el orden de los ochocientos millones de pesos, eso tomando como referencia que el pago total de la quincena (según palabras del propio Nacho) es de cien millones de pesos. Hasta donde se sabe, Peralta Sánchez no enteró a la Secretaría de Hacienda la proyección de estas reducciones salariales como tampoco el progresivo recorte de personal que ha llevado a varias secretarías a operar con el mínimo de servidores.
Bajo un criterio honesto, lo ideal sería que esos casi mil millones de pesos se reajusten al «plan emergente» de «austeridad» financiera o bien, como dicen estos trabajadores afectados, los utilicen para pagar lo que les corresponde antes de que esos «remanentes» sean canalizados a otros rubros.
EL PRI NO PUEDE ESPERAR
Entre los accesorios que reflejan descuentos en el pago de nómina hay uno que sobresale por lo peculiar de su concepto: «Pagos a terceros Partido Revolucionar10271P / Referencia: RI460307AN9». En efecto, la última clave alfanumérica corresponde al registro Federal de Contribuyentes del PRI, y aún cuando esta cuota es una añeja modalidad replicada en las administraciones priistas de todo el país, lo curioso es que la institución política dejó de confiar en sus propios gobiernos como obligados solidarios de esa retención. Ahora, la banca comercial prioriza el cargo sobre cualquier disposición del cuentahabiente. Esto significa que una vez que dispersen las quincenas atrasadas a los trabajadores, el aún partido en el poder será el primero en obtener los beneficios económicos.
Uno de los quejosos explicó a quien esto escribe que, desde que entró a trabajar a Gobierno del Estado a principios de 2016, un funcionario lo abordó para pedirle «retribución» al partido político por el cual había obtenido empleo. Tras autorizar el pago domiciliado por 500 pesos quincenales, el emisario priista le sugirió mantener la aportación durante «unos tres o cuatro meses», nada más «para que vean que sí estás apoyando».
La realidad es que al transcurrir ese periodo no pudo concretar la cancelación sino hasta cinco años después. Lo hizo en el momento en que superó el temor a ser despedido y acudió a una sucursal bancaria de BBV para revocar el cargo. En todo ese tiempo, estima que le descontaron más de 60 mil pesos, una cifra que al multiplicarse por los miles de burócratas que están en la misma situación, alcanzaría una proporción más que escandalosa. Ahí se oculta el verdadero mensaje de solidaridad que el presidente de ese partido emitió a la clase trabajadora.