ALIANZAS QUE CAUSAN TERROR

El ambiente político se va calentando conforme se van acercando las elecciones. Así sucede en todo el País, pero en Colima, que tendremos también elecciones para gobernador, presidentes municipales y diputados locales, la temperatura crece más. Y un tema que cada vez se controvierte más, son las alianzas. 

Pero ¿Qué justifica una alianza? Dependiendo del Partido que la busca, la respuesta varía. Normalmente, un partido pequeño, que sabe que no tiene posibilidad alguna de ganar una elección, busca una alianza que le permita el acceso a gobernar. El Partido del Trabajo o el Partido Verde, por ejemplo, sueñan con tener un gobernador en Colima (y en otras entidades, también) y ante su falta de fuerza, la única posibilidad para lograrlo es a través de una alianza. Y claro, si esa alianza es con Morena, mejor, porque les garantiza mejor su propósito. Si compiten solos, hasta su registro pudiera estar en riesgo de perderse. 

Una alianza debe verse en los dos sentidos. Por un lado, ¿Qué pueden aportar a Morena? Y por otro, ¿Cuántos de los beneficios de la alianza debe corresponder a cada parte? Los cálculos apuntan a que, en Colima esos partidos muy pocos votos podrían ofrecer a Morena y si la alianza se diera, muy pocos beneficios debieran esperar los Verdes y los del PT. Ellos evidentemente quisieran todo, pero la fuerza electoral corresponde a Morena, que luce como la marca bien posicionada en las intenciones de los electores. Joel o Virgilio, como sus posibles candidatos, seguramente obtendrían una votación menor que la que lograría un candidato o candidata morena, casi cualquiera, y así lo manifiestan las encuestas, aún las cucharadas. 

El Verde se ha disciplinado ante las propuestas morenas en el Congreso de la Unión, pero el PT, no. Y a nivel local, los infumables diputados petistas no han sido buenos aliados, seguramente muchos de ellos han preferido apoyar al gobernador, a cambio de otros privilegios, de los inconfesables, y sí lo han hecho por convicción, pues entonces, resulta peor, pues son enemigos de la 4T, y en ese caso, la alianza, ni procede ni conviene. El que junta estas letras, no imagina a Virgilio ni a Joel en las boletas electorales como candidatos morenos y menos aún, después, apoyando la política cuatroteísta. Quieren negocios y privilegios, no la transformación. 

Alberto Anaya vino a decirnos que para su Partido, la alianza en Colima es un asunto prioritario, pero no dijo que alinear a sus diputados, locales y federales, lo sea. Y ahora, los de aquí, se encuentran sublimados y con el empeño de destruir todo vestigio cuatroteísta en nuestro Congreso. Así, resulta difícil creerle. La diputación petista ha resultado vergonzante y la verde, también. La diputación morena, sin embargo, tampoco ha sido ejemplar, varios han preferido renunciar a sus principios cuatroteístas, si alguna vez los tuvieron. La realidad es tan bestial, que en la práctica, hasta la diputada por el Distrito IV resulta apreciable, tan sólo porque ha sido consistente a la hora de emitir su voto, aunque no tenga idea legislativa ni contacto con sus representados, ni interés, según parece. 

Independientemente de que se celebren alianzas o no las haya, Morena debiera ser mínimamente responsable al seleccionar sus candidatos y candidatas y acercarse a sus militantes y simpatizantes, pues la marca sola, no ganará elecciones. Sus militantes también, debieran decidir con respecto a las alianzas. Los morenos llevan el ADN de la democracia muy bien puesto, su dirigencia, hasta ahora, queda a deber y mucho. 

Seguramente si los verdes y los petistas desean la alianza, es mucho lo que deben hacer antes de obtenerla. Por un lado, deben demostrar su coincidencia ideológica con el cuatroteísmo, pero por el otro lado, en concordancia con su poder real, aceptar las candidaturas morenas, mientras este Partido debe asumir que actuará con responsabilidad al seleccionar a los candidatos. En Morena no debe haber lugar para los caprichos de ningún moreno particular, por muy importante que éste sienta ser. La democracia es así. Nadie de sus dirigentes o los que sienten serlo, debe olvidar las disposiciones contenidas en los documentos básicos del Partido, no deben caer en la tentación de querer crear ciencia, como hace tres años. Incluso, quienes opinaron hace tres años, perdieron la posibilidad de opinar ahora, como reconocimiento al daño ocasionado por sus malas decisiones e intereses.

Sin duda alguna, todos los candidatos morenos deben tener capacidad política y moral y ser viables desde el punto de vista electoral. Ninguno ha de resultar impresentable, deben ser incorruptibles y capaces. Deben tener convicción probada. Esto elimina a muchos de quienes desean que su nombre aparezca en las boletas. Y creo que los morenos, en su gran mayoría están de acuerdo con el juntador de estas letras. Si el Presidente López Obrador no impone candidatos, ¿porqué lo harían otros? Y menos admisible sería que lo hicieran alegando una proximidad o amistad con él. Quien realmente tenga esa cercanía, si existe en Colima, no intentará intervenir en el proceso y menos, beneficiarse. A los morenos, les es exigible que sean congruentes, de eso, no debemos tener duda. Hay suficientes morenos y morenas deseables para cada uno de los puestos que estarán en juego, lo cual compromete a que se lleven a cabo procesos limpios y transparentes y deben seleccionarse candidatos muy buenos, ni siquiera, sólo buenos. Ningún interés particular ha de ubicarse encima del interés colectivo, bajo ninguna circunstancia. Eso, debe quedar claro. 

Un asunto a considerar adicionalmente, es la posibilidad de apoyar algunas reelecciones. Algunas, seguramente serían acertadas, pero muchas, serían errores garrafales. La reelección es equivalente, en muchos sentidos, a la revocación de mandato. El derecho a la reelección, debe ganarse y nunca, volver a ofrecer una candidatura a un traidor, a un corrupto o a un incapaz. 

Otros partidos buscan aliarse formalmente porque, a pesar de haber sido protagonistas, ahora, por sus errores y ambiciones, carecen de viabilidad, como el PRI, el PAN y el PRD, que por otra parte, su alianza, sólo será reconocer y oficializar una que ya vieja, y que se llama PRIAN, y que ya nos ha ocasionado suficiente daño y a nadie extraña que den ese paso. Aquí, muchas veces se ha dicho que el gobernador Peralta es el más panista de los priístas y su primo Pedro, el más priísta de los panistas. No creo que la alianza formal les vaya a resultar en un beneficio, pero ya veremos. Lo que sí es cierto es que un perdido, a todas va. 

Es todo. Nos encontraremos pronto. Tengan feliz semana. 

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