Que la corrupción sea el tema que “nuevamente está marcando la agenda nacional”, es “un gran éxito de la narrativa del presidente López Obrador”, quien avanza sus piezas en el ajedrez político rumbo a la elección de 2021, escribió Enrique Quintana en su columna Coordenadas del 19 de agosto de 2020 en El Financiero.
Bajo el título ‘AMLO va ganando la partida’ (https://www.elfinanciero.com.mx/opinion/enrique-quintana/amlo-va-ganando-la-partida), el vicepresidente y director editorial de El Financiero no duda en atribuir el “nivel de popularidad relativamente alto” que mantiene el presidente, en parte a la capacidad de López Obrador para incidir en la agenda pública “a pesar de que enfrentamos una crisis económica de grandes proporciones, una crisis sanitaria inédita y un gran problema de inseguridad”,.
Y cita al historiador israelí Yuval Noah Harari, quien en su obra Sapiens: de animales a dioses (2011) explicó que “contar historias que sean compartidas por una comunidad es fundamental en la dinámica social y política. Y, hasta ahora, AMLO es quien mejor ha contado la historia”.
La crisis económica “es muy severa”, expone Quintana, pero “para la mayoría de la población” la pandemia es la causa principal. “El cierre de los negocios y el confinamiento fueron obligados por las circunstancias y no se considera que hayan sido responsabilidad del gobierno”.
Al mexicano común le resulta “mucho más complejo y distante entender que podía haber sido posible mitigar los efectos de esta crisis con estrategias diferentes de política económica, lo que sí daría responsabilidad a la autoridad. Pero, esa narrativa no prospera”.
Aunque los alcances de la crisis sanitaria “son gigantescos” y ha afectado “a cientos de miles de personas, sus consecuencias directas llegan a una minoría de la población. Son muchos en términos absolutos, pero proporcionalmente son pocos”. Mucha gente, pues, “no ve a la pandemia como una tragedia personal sino en todo caso, colectiva, y mundial”.
Y el tema de la inseguridad, “aunque grave, se ha convertido en algo que tiende a ‘normalizarse’. En la medida que ya no crece de manera significativa en la mayor parte del país, se asume como parte de nuestra cotidianidad. Hay puntos en los que sí se trata de un fenómeno muy grave pero no es generalizado”.
IMPONE LA AGENDA
El presidente de la República “ha usado su extraordinaria habilidad de comunicación para marcar la agenda”. Si “desde que se negoció el regreso a México de Emilio Lozoya para ser juzgado se podía anticipar que el tema de la corrupción de la clase política en administraciones anteriores estaría presente de manera prominente en los siguientes meses”, con la difusión de los videos “se lanza a otro nivel el posicionamiento de esta temática entre la opinión pública”.
Las imágenes incriminatorias no explicadas, van a ser evidencia de que tienen bases los dichos del presidente de la República sobre la corrupción en gobiernos anteriores. “Parafraseando el adagio, una imagen vale más que mil afirmaciones”.
Y a esta embestida mediática, hay que sumar “un entorno más favorable para el presidente López Obrador” resultado de la recuperación de la economía respecto a los niveles de los meses pasados, que está generando el desconfinamiento.
Enrique Quinta difiere “de los que piensan que el caso Lozoya es simplemente circo. Hubo hechos de corrupción que se conocieron desde la administración anterior por empresarios y servidores públicos, y que ahora está sirviendo como punto de apoyo para poner nuevamente esta agenda en un lugar prominente, y con ello fortalecer la imagen del presidente de la República”. Y “mientras la narrativa de AMLO siga siendo virtualmente la única, es poco probable que veamos una caída significativa en la popularidad presidencial”.
NARRATIVA VEROSÍMIL
Por cierto, no puso necesariamente en jaque al mandatario la difusión que hizo Carlos Loret de Mola, dos días después que se publicara la columna de Quintana, de un video donde se ve a Pío López Obrador recibiendo dinero de manos de David León.
La filtración sí provocó, por decisión del presidente, que León ya no tomara posesión como director de la empresa paraestatal de distribución de medicamentos, vacunas y equipos médicos. Y motivó que el PAN presentara una denuncia contra el hermano menor del mandatario por presuntos delitos electorales. Sin embargo, no logró impedir que Andrés Manuel López Obrador siga invocando la denuncia de Emilio Lozoya Austin para señalar como corruptos a los expresidentes y principales funcionarios de los dos sexenios anteriores.
Para cambiar la narrativa, Joaquín López Dóriga llegó al extremo de dar por bueno una revelación insólita: que AMLO es compadre de Emilio Lozoya Thalmann y padrino de Jesús Lozoya Austin, lo cual es absurdo si consideramos que Emilio padre era parte del grupo cercanísimo de Carlos Salinas. De hecho, el exdirector del ISSSTE y exsecretario de Energía fue durante sus años estudiantiles uno de los infames tofitos.
Ante el discurso de panistas y priistas de que todos son igual de corruptos, López Obrador opone que el dinero entregado a Pío eran aportaciones a un movimiento a favor del cambio (Morena) que todavía no recibía prerrogativas como partido político. Lo hacían a escondidas porque los donantes eran luego perseguidos por el Estado.
Sin duda, esta versión es verosímil mientras que la negación de los legisladores del PAN grabados mientras recibían dinero, argumentando que no necesitaban cobrar por aprobar una reforma energética en la que creían, se cae ante la suspicacia de que los panistas bien pudieron chantajear al gobierno de Peña Nieto. Además, hasta los disciplinados priistas cobraron presumiblemente para que Odebrecht se beneficiara con la reforma.
Las encuestas mostrarán cuál de estos relatos se impone. Por lo pronto, sondeos telefónicos muestran que arriba de tres cuartas partes de los entrevistados están de acuerdo con que los expresidentes sean llevados a juicio. Nueve de cada diez piden cárcel para Peña Nieto y, apenas unos puntos porcentuales abajo, también para Salinas de Gortari.
EL MAGISTERIO, EXCLUIDO
La Sección 22 del SNTE ya dijo que se busca privatizar la educación, desplazando a los profesores de su ejercicio docente. En ese sentido, el Acuerdo por la Educación que firmó la SEP con las televisoras, ¿podría reactivar la movilización en protesta de los profesores?, preguntó el periodista Julio Hernández López a Manuel Gil Antón, director académico de Educación Futura y articulista de El Universal.
En el espacio de Julio Astillero del 4 de agosto de 2020 (https://www.youtube.com/watch?v=LEp99vEaQzw), el ahora profesor del Centro de Estudios Sociológicos del Colegio de México y durante 30 años catedrático de la Universidad Autónoma Metropolitana, respondió:
“Aunque prefiero ser historiador que profeta, la forma es fondo. Cuando se anunció el proyecto educativo para enfrentar la pandemia [el 3 de agosto de 2020 en Palacio Nacional], no hubo en el podio un solo profesor. Estaban el Presidente, su secretario de Educación y los cuatro concesionarios de las cadenas más poderosas de televisión. Se excluyó al magisterio, no hubo un profesor que tomara la palabra y dijera cuál es el reto educativo del país.
“No presentaron un proyecto educativo sino una alianza para la transmisión televisiva de un proyecto educativo que no generó el magisterio. Y en la medida que al magisterio se le excluya, los profesores van a reclamar su materia de trabajo.
“Podemos discutir si esto realmente significa privatización. Pero el magisterio no va a quedarse sin opinar y sin moverse ante esta gran exclusión. A un millón 200 mil personas que trabajan en la enseñanza no se les preguntó cuál fue su experiencia con Aprende en Casa [el proyecto de educación a distancia que se desplegó de manera emergente para salvar el año escolar pasado] o se les preguntó muy superficialmente, tampoco se les pidieron proyectos alternativos.
“Lo que se presentó es un modelo de control del proceso escolar, no un proyecto educativo para enfrentar uno de los hechos más dolorosos que nos ha pasado en el historia humana”.
PORTAFOLIO DE EVIDENCIAS
Lamentablemente, con el retorno virtual a clases encima, no hay muchas posibilidades de corrección sobre la marcha, acota Julio Astillero.
“Ya se tomaron las decisiones fundamentales. Como en el sexenio anterior que no se tomó en cuenta la voz de los profesores y se les acusó de todos los males, ahora se le sigue negando la voz para proponer maneras distintas de usar la tele ante una situación pandémica”, señala Manuel Gil Antón.
El pedagogo no rechaza usar la tele o la radio. “El problema no es el medio sino cómo usar el medio”. Se fetichizó el medio, se privilegió la necesidad de alcanzar a todos pero se dejó para después la discusión respecto a qué contenidos y con qué estructura.
“Si el niño va a ver la tele, ¿qué estímulo tendrá para complementar el aprendizaje?; ¿cómo y con quiénes va a compartir el conocimiento? Con la diversidad mediática que hay (algunos profesores usaron Facebook y hasta WhatsApp), ¿por qué no se decretó que internet sea un apoyo a la educación mexicana, aunque tuviera un costo inicial alto mejorar la conectividad de aquí a diciembre?
A los maestros de banquillo les molesta que, pese a todo el esfuerzo que hicieron durante el Aprende en Casa para generar modalidades de cómo seguir vinculados con sus alumnos, vayan a ser desplazadas por 4,555 programas de televisión. El papel del magisterio no es sólo tomar fotos para las evidencias que van a enviar, reclama Gil Antón.
Mi correo electrónico: carvajalberber@gmail.com.