A la memoria de Francis Levy Lavalle
Con toda honestidad, ‘Sembrando vida y la fábrica de chocolates’ () es un reportaje muy poco riguroso, sentencia Rafael Barajas, El Fisgón: “hace esfuerzos enormes por buscar conectar a un pequeño negocio de chocolates que tienen los hijos de Andrés Manuel López Obrador, una empresa familiar, con el programa federal a través del cultivo de cacao”.
Sobre esta polémica, cabe señalar varias cosas:
“Primero, nunca había oído hablar de la Plataforma Periodística para las Américas, Connectas, donde trabajan Tania Gómez y Sergio Rincón, pero estoy convencido de que este reportaje no habría tenido el mismo impacto si no hubiera sido reproducido por medios como Proceso o la plataforma de Carmen Aristegui”.
Y, segundo, “me sorprende que todos esos medios [La Lista, Eme Equis, Notas sin Pauta y Meganoticias, además de los ya mencionados] lo hayan metido sin filtros. Es un trabajo poco serio, las conexiones que hacen los reporteros son muy forzadas y no demuestran nada”.
Ante la pregunta central del reportaje: ¿existe alguna razón en el programa Sembrando Vida por la cual impulsar la siembra de cacao en el sureste?, la respuesta es lógica, señala el monero y escritor:
“El cacao es una mercancía que se vende muy bien en Europa, mejor que otros productos del campo que salen de esa región. La verdadera pregunta es si no hay otra explicación que la que nos están dando los periodistas. Y sí, la hay.
“Es forzada la relación entre el exportador de cacao Hugo Chávez Ayala y el programa Sembrando Vida. El propio reportaje lo señala como un asesor. También es forzada la mención de la amistad entre el empresario y los hijos de López Obrador. No se habla nunca de una sociedad. Todo es poco concluyente.
“Aun así, hay quien dice que al presidente le toca demostrar con datos que no hay conflicto de interés. Pero es muy difícil refutar con datos una cosa que no es cierta. Más bien tendría que ser al revés, tendríamos que exigirles a los reporteros pruebas concluyentes, porque no las presentan.
“Es verdad que López Obrador respondió de manera airada en la conferencia mañanera, acusando a Carmen Aristegui de nunca haber estado con su movimiento, pero creo que todos tenemos derecho a contestar cuando nos sentimos acusados de cosas que no son ciertas… y en el tono que queramos.
“Le reprochan a AMLO estar utilizando la tribuna presidencial para responder a una cuestión personal, pero tiene derecho de réplica del mismo modo que Carmen Aristegui tiene derecho a expresarse. La libertad de expresión siempre ha sido una calle de dos vías”, sentencia El Fisgón.
PAUTAS HEGEMÓNICAS:
“Por otro lado –sigue diciendo Rafael Barajas–, estoy convencido que Carmen Aristegui ha sido una periodista honesta y valiente, que sigue toda una serie de pautas que se convirtieron en hegemónicas en las últimas décadas, según las cuales el periodismo es intocable y tiene la obligación de ser imparcial, totalmente alejado del poder y de los grupos de interés.
“Esto nos obliga a hacer una reflexión sobre lo que es y debe ser el periodismo. Como los pintores y los escritores, también los periodistas tienen obras notables y trabajos fallidos. Este reportaje no es de Carmen, pero sí es error suyo haber publicado en su plataforma un reportaje tan débil. Una de las pocas cosas que le agregan valor a esta nota es que ella lo publicó. Sin embargo, aunque eso le reste seriedad a la plataforma no es como para romper lanzas con Carmen y lapidarla.
“En todo caso, si se casa con el reportaje, ella estaría obligada a demostrar que efectivamente hay un paralelo entre los hermanos Bribiesca y los hijos de López Obrador, porque en este reportaje lo que resuenan son las historias de los hijos de Marta Sahagún durante la administración de Vicente Fox. Los Bribiesca hicieron grandes negocios con el Estado: su empresa Oceanografía tuvo contratos de miles de millones de pesos con Pemex, que no pasaron por todos los filtros de la paraestatal.
“La pregunta es, entonces, si puede haber un paralelismo entre los Bribiesca y la siembra del cacao en el sureste. Quien diga que sí, debe presentar pruebas creíbles. De lo contrario, quedará como un reportaje inflado que exagera situaciones con tal de sumar a la campaña de descrédito contra López Obrador.
“La gran preocupación es qué hacemos con el periodismo nacional, ¿cuál es la ruta? El periodismo en México ha tenido una evolución muy lenta, dolorosa y complicada. Pasamos de un periodismo en el cual los grandes medios sólo repetían de manera uniforme lo que decía el poder presidencial –Emilio Azcárraga Milmo llegó a decir que él era un soldado del PRI, y El Universal o el propio Excélsior se comportaron como voceros del Estado– a un periodismo de transición que, en el auge del neoliberalismo, debilitó al Estado mientras se fortalecían los poderes empresariales.
“Hubo entonces un giro en las lógicas del poder y en las lógicas de la prensa. Los periodistas y los medios empezaron a ser portavoz de los grupos empresariales. A finales de la era neoliberal había voces independientes y publicaciones de periodistas, pero los medios más importantes, el grueso, eran propiedad de grupos empresariales muy fuertes.
“Y una de las estrategias que le dieron credibilidad a este tipo de periodismo es, precisamente, esta idea de la imparcialidad de medios alejados de todo poder. Y entonces empezó a haber críticas a los presidentes. Se filtraron reportajes como el de la Casa Blanca que sí coordinó Carmen Aristegui, un reportaje histórico, muy importante que consolidó la figura del periodista independiente, el que actuaba motu proprio en la búsqueda de la verdad”, señala El Fisgón.
EQUILIBRIO DE PODERES:
“Lo que estamos viviendo hoy es un proceso muy distinto. Se está dando para empezar un cambio de plataformas: la televisión ya no tiene el peso que tenía hace 15 años, aunque sigue siendo muy importante; y empiezan a tener más peso y gran credibilidad los tuiteros, youtubers e influencers de las redes sociales.
“Al mismo tiempo hubo un cambio en los ejes del poder porque el modelo neoliberal entró en crisis y, con ella, se pusieron en cuestión todos los valores de la época, incluidos los valores periodísticos. Durante la era neoliberal se dieron procesos y fenómenos muy curiosos: de repente, los periodistas se dieron cuenta que la verdad, la información, era una mercancía valiosa.
“Vimos a conocidos periodistas convertirse en grandes empresarios cuyo negocio era la palabra. En el libro A la mitad del camino de Andrés Manuel López Obrador, se reseña lo que ganaban López Dóriga, Brozo o Loret de Lola; y también lo que ganaban los empresarios de la cultura como Enrique Krauze y Héctor Aguilar Camín.
“Dentro de ese negocio, reportajes fuertes que hacían grandes denuncias se convirtieron también en mercancías muy valiosas. Hubo periodistas que crecieron e hicieron su carrera al amparo de estas lógicas. Carmen Aristegui es gente honesta, pero la mercancía que puso en circulación sobre Sembrando Vida y los hijos de López Obrador no es muy buena, demerita su espacio.
“Tenemos que hacer una revisión profunda acerca de la relación del periodista y el poder. Seguimos todavía marcados por la lógica presidencialista, según la cual el presidente era el mandamás de la nación, que el poder ejecutivo estaba por encima del legislativo y el judicial, incluso de los poderes económicos. Pero ya no es así, actualmente el poder es un entramado muy complejo.
“Sin lugar a duda, el presidente tiene cierto poder y margen de maniobra. No obstante, hasta Barack Obama cuando llegó a la Casa Blanca reconoció que tendría que negociar con poderes fácticos, con gente realmente poderosa. Igual pasa con la presidencia de la república en México: es uno de los poderes de la unión, pero no es el único poder. Hay un equilibrio de poderes, pese a lo que se diga: el poder judicial es un poder que actúa de manera independiente y es respetado; lo mismo el Congreso donde, aunque haya mayoría oficialista, cada bancada habla con toda libertad.
“Por fuera, el poder económico sigue siendo un poder muy importante. El proyecto de la Cuarta Transformación está enfrentado a poderes fácticos muy fuertes: lo mismo al poder económico que al cuarto poder, que es el poder de los medios”, comenta Rafael Barajas.
¿PERIODISTAS INDEPENDIENTES?
“Entonces –concluye El Fisgón– tenemos que revisar los prejuicios y las lógicas que se establecieron alrededor de lo que es el periodista, revisar qué implica la independencia periodística.
“Carlos Loret de Mola o Brozo se presentan como gente independiente del poder, pero a la luz de los reportajes que acaba de sacar Polemón sobre los vínculos de Cabeza de Vaca con LatinUs, queda claro que no eran independientes por lo menos de ese poder. Y resulta que Loret y Brozo tampoco son independientes del poder político que tienen el hijo y el yerno de Roberto Madrazo, ni del poder político y económico que representaba Silvano Aureoles.
“Esta polémica nos obliga a revisar cómo está funcionando la prensa y cómo tenemos que calificar la ética periodística y las relaciones de la prensa con el poder. El grueso de la gran prensa mexicana sigue claramente vinculada a los poderes fácticos neoliberales.
“Y en ese sentido, pediría una investigación sobre lo que es Connectas, esta Plataforma Periodística para las Américas que financió y patrocinó el reportaje: sigamos el dinero y encontraremos los intereses que están detrás de estos procesos”, cierra el tema Rafael Barajas.
Mi correo electrónico: carvajalberber@gmail.com