Como podcast metaperiodístico (espacio donde se hace periodismo del periodismo), una de las secciones más interesantes de La Base es ‘Titulares al banquillo’, donde Manu Levín hace la crítica del tratamiento que le dieron diferentes medios a los asuntos de la agenda.
Para Levín, es interesante ver cómo se han posicionado medios de comunicación y algunos ‘presuntos’ periodistas en España ante la figura de Julian Assange, ya fuera tras su detención en 2019 como en la reciente decisión del Reino Unido de entregarlo a Estados Unidos para que lo encierren en una cárcel hasta el día de su muerte.
En la emisión #83 (que se subió a YouTube el 29 de junio de 2022; https://www.youtube.com/watch?v=bvD02ta5lJ4) del podcast de Diario Público que encabeza Pablo Iglesias, politólogo y presentador de radio y televisión, quien fuera secretario general del partido Podemos y, en esa calidad, vicepresidente segundo y ministro de Derechos Sociales del gobierno español hasta 2021, Levín apuntó:
En medio de un linchamiento informativo, hubo medios que apoyaron a Assange reconociendo su aportación al periodismo y criticando la decisión de entregarlo a Estados Unidos. De ellos, El País es uno de los cinco diarios a los que Assange filtró documentos e informaciones sobre los crímenes de guerra y de lesa humanidad cometidos por EEUU, noticias que publicó en sucesivas portadas.
La que fue directora de El País, Soledad Gallego-Díaz, publicó una columna en ese diario titulada ‘Assange hizo lo que debía hacer’, en la que apoya al periodista australiano.
INFORMACIÓN LEGÍTIMA
Ya de manera institucional, El País publicó un editorial donde sale en defensa de Assange, diciendo:
“Gracias a Assange y Wikileaks llegaron a la opinión pública mundial informaciones que son pruebas de mentiras, deformaciones de la verdad y abusos contra la población civil en las guerras de Irak y Afganistán, e importantes presiones de la administración estadounidense contra diferentes gobiernos.
“Se trata de una información legítima y necesaria que había sido ocultada, retorciendo injustificadamente el alcance del concepto de secreto de Estado. El poder se defiende ante la filtración de lo que pretende ocultar, eso es todo.”
Para el periódico de Prisa, “perseguir a una figura emblemática cuya tarea fue la de facilitar el acceso público a información relevante, no sólo es un castigo individual, contiene una velada amenaza contra los profesionales dispuestos a volver a hacerlo”.
Bien por ese diario, dice Pablo Iglesias, porque gracias al trabajo periodístico de Assange, El País pudo publicar muchas portadas con informaciones relevantes para sus lectores y que, además de permitir a todo el mundo conocer las tropelías de Estados Unidos, “aportaron exclusivas y prestigio a ese periódico”.
También en Onda Cero, Fernando Ónega hizo una defensa de Assange con vehemencia y sensibilidad. E igual salieron en su defensa medios españoles progresistas o de izquierdas, como ElDiario.es, Público, El Salto y Contexto, así como cabeceras de otros países. Es lógico, apunta Manu Levín, teniendo en cuenta que Julian Assange es un periodista que lleva una década perseguido y a quien pretenden condenar a 175 años de cárcel por hacer periodismo.
¿PIRATA INFORMÁTICO?
Lo normal sería que la profesión le defienda, pero no todos los medios y periodistas en España han mostrado esa solidaridad, sino todo lo contrario, dice Levín.
Entre los ejemplos de mezquindad, el tertuliano obvió citar a Jorge Bustos, jefe de opinión del diario El Mundo, quien escribió un texto “con un nivel de engreimiento y petulancia tan elevado, que lo he dejado fuera por motivos de salud pública”.
Otros cuatro ejemplos muestran la miseria humana de quienes deberían considerarse colegas de Assange:
El primero, en mayo de 2019, fue una ‘exclusiva’ del diario dirigido por Francisco Marhuenda: “La Razón desvela cómo era el centro de operaciones de Assange en la embajada de Ecuador”.
Ese diario no llama periodista ni una sola vez a Julian, sino que con “desfachatez y desvergüenza” (señala Iglesias) lo define como hacker o pirata informático. Entre otras cosas, La Razón informa:
“Las autoridades ecuatorianas siempre sospecharon que el australiano utilizaba su cuarto en la embajada como centro de operaciones de Wikileaks, algo que le fue convirtiendo en un huésped incómodo e indeseado. La vida de Assange en la embajada acabó resultando un incordio para los trabajadores, tal y como relató el embajador [Juan] Falconí en una carta de 2014 al Ministerio de Exteriores. Su falta de higiene, el trato despectivo a los guardias y su costumbre de usar el patinete y jugar al balón en el interior de la embajada, soliviantaron al personal. En otra ocasión restregó sus heces en la puerta del embajador”.
UN GRAN VILLANO
Segundo ejemplo, Fernando de Haro comentó en la COPE (Cadena de Ondas Populares Españolas, propiedad de la Conferencia Episcopal Española) luego que detuvieron a Assange en 2019:
“Se acabó el refugio de Julian Assange, el fundador de Wikileaks, en la embajada de Ecuador en Londres. Assange que, para algunos, empezó como el gran héroe de la libertad de prensa y acabó evidentemente para todos como un gran villano, capitán de las fake news, aliado de los rusos en las campañas de desinformación y soporte con mentiras del independentismo, ha sido detenido después de estar siete años refugiado. La policía británica lo ha sacado mientras gritaba alguna consigna en la que ya no se puede creer. Estuvo protegido y a buen recaudo en la embajada de Ecuador mientras estuvo [en la presidencia] Nicolás (sic) Correa, que era un populista.
“Pero, claro, el cambio de Lenin Moreno provocó que se fuera creando un cerco cada vez más estrecho y, al final, esta mañana ha pasado lo que ya se avisaba hace unos días. Ecuador, soberanamente, da por finalizado el asilo diplomático otorgado al señor Assange. Y afortunadamente, porque Assange era un pirata que quería destruir todo lo que tenga que ver con occidente, lo que tenía que ver con España”.
¡La radio de los obispos al servicio del imperio!, sentencia Iglesias, quien se mofa de que ‘los periodistas’ de la COPE, con los “sueldazos que tienen”, no sepan cómo se llaman los presidentes de los países.
“Más allá de la repugnancia que produce escuchar hablar así de alguien que se ha jugado su libertad y que ya ha perdido muchos años de su vida por revelar información y hacer periodismo –añade Pablo Iglesias–, es interesante escuchar estas palabras porque revelan lo que en realidad es esta gente. No son periodistas porque, si lo fueran, defenderían a su colega aunque piense diferente. Pero no lo son, son propagandistas y defensores de argumentarios que mandarían al paredón a cualquier periodista cuyo trabajo pueda afectar mínimamente los intereses de las élites y de los multimillonarios, las multinacionales y los poderes para los que estos tipos trabajan”.
¿QUIÉN NO LE CONTRATARÍA?
Tercer ejemplo, Ángel Expósito en la misma cadena COPE:
“Se ha puesto de moda, ya sea Julian Assange, Edward Snowden o cualquiera que intente reventar a los servicios de espionaje americanos, sea verdad o mentira, sea la lista de espías, las operaciones o las grabaciones, da lo mismo. Mola mucho porque reventamos, menudos somos, a la CIA o a la agencia de inteligencia que corresponda. La pregunta de fondo es si, más allá de la gracia, tú contratarías a Julian Assange, a Snowden o a [la soldado transgénero] Manning para dirigir el servicio informático de tu empresa. ¡A que no!”
Más allá del nivel de cuñadismo
[nepotismo o favoritismo]
inherente en el planteamiento, se burla Levín, para el presunto periodista Expósito la pregunta de fondo que debe hacerse en relación al caso de Assange no es la que se haría un ciudadano o siquiera un periodista, sino el jefe de recursos humanos de Microsoft. Una duda fundamental en solidaridad con la patronal de los informáticos. ¡Ahora resulta que todos somos Bill Gates!
Para Iglesias, la pregunta que cabe hacerse es si alguien contrataría a Ángel Expósito para que nos dijera la verdad. ¿Nos podríamos fiar de sus informaciones, viendo que es capaz de linchar a un periodista que lo único que ha hecho es contar la verdad? ¿Contrataríamos a alguien como Expósito, capaz de lamer botas y blanquear los abusos del servicio de inteligencia y del ejército más poderoso del mundo? ¿Tendría sentido contratar a un periodista así?
Y la misma pregunta para los periodistas: ¿elegirías a Ángel Expósito como compañero, viendo que se alía con los enemigos de la libertad de información para perseguir a un periodista incómodo?; ¿a quien preferirías tener como compañero, a Julian Assange o a Ángel Expósito?
¿LE TOCA RENDIR CUENTAS?
Último ejemplo, abril de 2019. Tras la detención de Assange en la embajada de Ecuador en Londres, un tuit de Emilio Doménech, alias Nanísimo: “Le toca rendir cuentas a Julian Assange, ya era hora”.
Esto dicho por un youtuber y periodista presuntamente progresista, empleado de Newtral, la empresa de la periodista y presentadora Ana Pastor (no confundir con su homónima, la médica y política del Partido Popular), y colaborador habitual de [Antonio García] Ferreras
[presentador de una mesa de debate político en La Sexta]
, “un poco benjamín de la Fundación Más Periodismo y amigo de los últimos liberales de España”.
Que Nanísimo celebrara públicamente la detención de Assange, lleva a Pablo Iglesias a solicitar “más periodismo. Sí, pero más periodismo como el de Julian Assange”.
Mi correo electrónico: carvajalberber@gmail.com