Al ser un estado que no ha tenido alternancia, es tanta la carga cultural de los rituales políticos que tenemos en Colima que, incluso, los cuadros de los partidos que nacieron como oposición al PRI adoptaron la lógica de los procesos internos del Revolucionario Institucional.
Esos rituales se redefinieron luego que, al llegar los panistas a la Presidencia de la República, los gobernadores se convirtieron en virreyes. Y en Colima han tenido tiempo de echar raíces, pues dichos rituales se aplicaron en las sucesiones gubernamentales a partir de 2003.
Los mandatarios priistas han simulado procesos internos, habilitando como precandidatos a los cuadros con cargo público y a despecho de los liderazgos naturales.
Lo hicieron para acaparar los espacios y repartirse los puestos entre los mismos integrantes del grupo en el poder. Lejos estaban los jefes políticos de la entidad de un real interés en fomentar la democracia interna.
QUÉ FEA COSTUMBRE
También en Morena hay gente que piensa que el solo cargo les está generando la oportunidad de contender por la gubernatura, cuando para eso debieron haber realizado trabajo político y formado estructuras.
La diputada federal Claudia Yáñez y los senadores Joel Padilla y Gricelda Valencia han vivido en el anonimato legislativo. Especialmente esta última, no fue sino que hasta que empezó la lucha interna que se dio a conocer. Gricelda ganó su escaño sin que sus electores la identificaran. Y no por su compañero de fórmula, sino gracias al tsunami López Obrador.
La falta de resultados está a la vista y a los tres les va a costar muy caro en la encuesta que, todo parece indicar, ya se está levantando.
Indira Vizcaíno es la aspirante mejor posicionada, y eso se comprueba con las medidas desesperadas que han tomado sus contrincantes para intentar sacarla del proceso interno. Llegaron al extremo de condicionar su participación en el proyecto de la 4T en Colima, si la ex alcaldesa de Cuauhtémoc es la abanderada.
UNIDAD O VIABILIDAD
La certeza de que la marca Morena le dará el triunfo a cualquiera, anima a cuadros sin ninguna carrera política como Gricelda Valencia, tan antipáticos como Claudia Yáñez o con un segmento electoral muy cerrado, como Joel Padilla, a buscar la nominación creyendo que realmente pueden ganar.
Están muy equivocados. La candidatura de Morena o de la coalición que encabece ese partido, tendrá que ser para una personalidad carismática, para alguien que pueda evitar que los colimenses se desanimen y opten por otras posibilidades de lograr la alternancia.
No obstante, en distintos foros el senador Padilla ha asegurado que la nominación cuatroteísta tiene que resultar de un acuerdo político. Como si el dilema fuera conservar la unidad, y no garantizar la viabilidad de triunfo.
Es la vieja retórica priista, decir que lo primordial es alcanzar un consenso entre los aspirantes a la candidatura. Y no, en el discurso de la 4T lo importante es ganar la elección. Hoy en día los votos se cuentan, a diferencia de lo que ocurría en el viejo régimen.
Se quejan tres de los aspirantes a la candidatura de Morena, que no hay piso parejo en la encuesta. Alegan que Indira Vizcaíno, si bien tiene licencia y no se ha reincoporado a su curul en la Cámara de Diputados, acaba de dejar la superdelegación federal y todavía están frescos, en el imaginario colectivo, los apoyos económicos que ella repartió a nombre del gobierno de la república.
Pero no dicen que ellos tres tuvieron dos años para acumular capital político, y los desperdiciaron. El caso extremo es Gricelda Valencia que ni siquiera daba ruedas de prensa, para no tener que invitar el desayuno a los reporteros.
No es remoto que alguno de ellos buscara aplazar la encuesta, esperando que hiciera efecto en la popularidad de Indira la campaña negra que se desató en su contra.
EL ESPERADO CAMBIO
En recientes declaraciones, el dirigente estatal del Verde, Virgilio Mendoza –a quien no invitaron, no le permitió la cúpula del PVEM o no quiso personalmente inscribirse en el proceso de selección dal candidato de la 4T–, apostó por una candidatura basada en la conciliación y el diálogo, en lugar de esa o ese candidato ‘iluminado’ que arroje una encuesta.
Su propuesta implícita es tender un puente entre la clase política que se formó en el viejo régimen, y la nueva clase política que emergió con el triunfo electoral de López Obrador. Suena tranquilizador, pero ese escenario es inviable. No puede haber una transición tersa, todo verdadero cambio de régimen tiene un costo político y social.
Quien proponga lo contrario está planteando una alternancia, pero no una transición. La gente está esperando un rompimiento con el pasado: con el aparato del poder y con las formas tradicionales de hacer política.
Esos políticos del viejo régimen no han aprendido nada, por más que les tocó vivir el colapso del partido de Estado, la alternancia y el bipartidismo, así como el uso de partidos satélites como bisagras de una elección.
Olvidan que hasta en los tiempos del partido hegemónico, se apostaba por el péndulo sexenal. Aunque el sucesor en la Presidencia fuera designado por dedazo, rompía con el antecesor como estrategia para construir su legitimidad.
RUDEZA EXCESIVA
Cuando no se inscribió en la encuesta, algunos pensaron que Virgilio Mendoza iría al repechaje por la candidatura de Morena-PVEM-PT. Luego, puso la mira en una candidatura PRI-PAN-PVEM, pero hasta quienes lo impulsaron como el candidato del gatopardismo, ya lo deshauciaron.
El grupo en el poder le mandó un mensaje muy claro en el periódico del gobernador Ignacio Peralta, donde con rudeza excesiva le dijeron: ‘tarde se dio cuenta Virgilio –pero también sus promotores, cabe agregar–, que no se puede construir una candidatura a gobernador desde una regiduría’.
La verdad, lo que tardó en comprender Virgilio es que su potencial electoral era uno en la oposición y, otro, en el oficialismo.
En 2015 debió ver que el capital político que construyó como panista, no le iba a alcanzar para bajarse de la candidatura blanquiazul, en un acuerdo con Ignacio Peralta, y esperar seis años a que le retribuyeran su sacrificio con la postulación oficialista.
No calculó Virgilio que, el grueso de la gente del PAN, no lo iba a seguir al PVEM. Como otros políticos, pensó que los votos son canicas y pueden jugar con ellas.
HUEVOS DIVORCIADOS
Con gran sentido de oportunidad, Virgilio Mendoza asume que, ante la imposibilidad de ser el candidato a la gubernatura de la 4T, bien puede ser el abanderado de la causa antilopezobradorista en Colima.
En ese nicho del mercado electoral se había posicionado Leoncio Morán. Y a minar la fortaleza política del alcalde capitalino, se avocó Virgilio al conseguir que se divorciaran Felipe Cruz y Locho.
El munícipe de Colima ha dejado en claro en diversos círculos que su homólogo de Villa de Álvarez, inexplicablemente, rompió el acuerdo que establecieron cuando Cruz Calvario decidió dejar el PAN para seguir a Locho a Movimiento Ciudadano. El acuerdo consistía en apoyar la aspiración de Morán Sánchez a la gubernatura en 2021.
El rompimiento pudo haberse generado por la insistencia de Locho en imponer a Perla Vázquez Montes como candidata de MC a la alcaldía villavarense. Y ahí hubo, probablemente, otro acuerdo que Felipe Cruz no está reconociendo.
Se trata del acuerdo que hicieron Locho y Felipe de apoyar a Perla en la búsqueda de la alcaldía en 2021, como un reconocimiento a que, como candidata de Morena, Vázquez Montes se dejó ganar en la mesa, declinando llevar la impugnación hasta sus últimas consecuencias pese a que había perdido por muy pocos votos frente a Cruz Calvario.
MATRIMONIO DE CONVENIENCIA
Si Felipe desacata un acuerdo político, es quizá por mero pragmatismo electoral. La hermana de Gustavo Vázquez casi ganó en Villa de Álvarez, pero otra vez por efecto de la ola lopezobradorista. Aunque tiene muchos años residiendo en Villa de Álvarez, su apellido está identificado con Tecomán.
Por lo demás, como regidora Perla ha sabido construir alianzas al interior del cabildo, pero no suficientes bases de apoyo en las colonias. La apuesta de Felipe Cruz por Karina Heredia garantizaba al menos el voto de los habitantes de la Villa vieja.
Aun cuando la síndica del Ayuntamiento tiene un innegable trabajo de campo, con temas como la protección a los animales y la cuestión ambiental, ser la propuesta personal del alcalde le haría cargar también con los pasivos políticos que dejará Cruz Calvario en su tercera administración municipal.
La gran pregunta en las redes sociales es: ¿la ruptura entre los dos alcaldes de MC deja herido de muerte a Leoncio Morán?
Sin embargo, en los mentideros políticos el cuestionamiento es otro: ¿el pago a Felipe Cruz por irse con Virgilio, será el primer lugar en la lista plurinominal del PVEM para su esposa Patricia Ceballos?
COMPETIR PARA PERDER
Los panistas que quieren a Locho como candidato a la gubernatura, tendrán que apoyarlo fuera de la estructura del PAN.
En el blanquiazul Jorge Luis Preciado sigue jugando con la nominación a un cargo que perdió en la segunda vuelta en 2015, ya sin echarle ganas como sí le echó en la elección ordinaria, cuando creía que la administración Peña Nieto le pagaría por el voto de los senadores panistas a favor de las reformas estructurales.
Tanto Morán como Preciado conocen a la perfección el negocio de competir para no ganar. Locho se bajó de la candidatura al Senado en 2006, donde hacía fórmula con Martha Sosa, cuando se enteró que tendría que competir contra Hilda Ceballos de Moreno Peña.
Curiosamente, en lugar de desfondarse, con Jesús Dueñas como sustituto de Locho el Partido Acción Nacional ganó la elección de senadores en Colima.
CUOTA DE GÉNERO
Aunque la amenaza de Joel Padilla es romper la unidad de la 4T, lo que se va a pulverizar es el oficialismo. No se ve qué candidato pueda aglutinar las voluntades de quienes no quieren en Colima a López Obrador.
Ni Jorge Luis Preciado ni Leoncio Morán ni Virgilio Mendoza concitan el entusiasmo de quienes siguen especulando con una alianza entre el PRI y el PAN.
Al PRI, su voto duro le da posibilidades de por lo menos no perder el registro. Por eso irán por su cuenta, una alianza con el PAN desfondaría al tricolor cuyas fuerzas vivas (la burocracia, los gremios) no dudaron en acercarse a cuadros ajenos al priismo.
El tricolor parece haber renunciado también a la idea de tener un candidato que no parezca priista. Walter Oldenbourg ni siquiera apareció en la lista de aspirantes que el partido dio a conocer el viernes: Mely Romero, Óscar Ávalos, Agustín Morales, Kike Rojas y José Manuel Romero.
Varios de ellos ya figuraron hace seis años. Pero si ahora toca cuota de género, la candidatura sería para Mely.
Incluso, por estrategia, convendría postularla: es una mujer joven, carismática, atractiva e inteligente, y del municipio de Cuauhtémoc… de donde es quien será la candidata a vencer.
En cuanto a la movilización electoral, el PRI podría recuperar con Mely Romero las estructuras que primero se pronunciaron por ella y, luego, se fueron con Virgilio Mendoza.