CARGADOS A LA DERECHA

Que no haya una prensa equilibrada afecta a la democracia. Hay medios de derecha y medios de izquierda en el mundo, pero los proyectos mediáticos están presionando hacia uno solo de los bandos, es decir, la mayoría de los medios en el mundo operan para las derechas, le plantea Alejandro Páez Varela al invitado de Los Periodistas el 18 de agosto de 2022 (https://www.youtube.com/watch?v=JTVfMlGSda8&t=175s), Pablo Iglesias.

El fundador en 2014 y primer secretario general de Podemos, quien llegó a ser vicepresidente del gobierno español con la alianza de su partido y el PSOE que encabeza Pedro Sánchez, ahora se dedica por entero a la academia y al periodismo con su podcast de La Base en diario Público. Iglesias respondió a Páez Varela y Álvaro Delgado, conductores del noticiero en el canal Sin Embargo al Aire:

“Tiene que ver con una concepción de los medios de comunicación que asumen la libertad de prensa como la libertad del dueño de la imprenta. Si el escenario fundamental de combate político es la ideología, en los medios no existe la misma libertad que en el mercado electoral, donde puede haber diferentes opciones políticas. En los medios hay un predominio abrumador de los medios de comunicación de la derecha.

“Siendo así, tenemos un problema gravísimo con la democracia porque ese desequilibrio, al final, condiciona los votos. Y si la pluralidad que puede existir en el campo político (partidos con diferentes ideologías y diferentes opciones electorales) no se da en los medios de comunicación, entonces no hay democracia.

“Un podcast modesto como La Base ha tenido mucho éxito este año, no tanto por mérito nuestro sino porque no había o había muy pocas experiencias como la nuestra. Siendo rigurosos en la información y siendo serios, no ocultamos nuestra línea editorial. Decimos abiertamente: hacemos información y queremos hacerla con rigor, pero somos de izquierdas. Claro que estamos ocupando un espacio que no ocupaba nadie”, señala Pablo Iglesias.

TERCIOS DE MEDIOS

En México, lamentablemente, nos hace falta un debate sobre lo que son, representan y quieren ser los medios de comunicación que son propiedad de corporaciones o de empresarios, y no de periodistas, apunta Álvaro Delgado. Pero cuando se debate la regulación de los medios, siempre responden con el argumento de que se está atentando contra la libertad de expresión, no obstante que con ese argumento dejan de lado el derecho a la información que tienen los ciudadanos, señala el reportero.

“Hay algo que puede entender todo el mundo –adelanta Iglesias–, estamos en el marco de la economía de mercado y, en ese esquema mercantil, es lógico que haya medios privados. Pero si bien estamos de acuerdo con que haya iniciativa privada en el marco de los medios de comunicación, primero debemos asegurarnos de que haya verdadera competencia.

“Debemos evitar los monopolios. En España, por ejemplo, hay un duopolio mediático que integran Mediaset y Atresmedia. Solamente dos grupos de comunicación y uno de ellos dominado por capital extranjero, copan el ecosistema mediático español.

“El dueño de Mediaset es Silvio Berlusconi. Luego, entonces, prácticamente la mitad de las televisiones, las radios y, en general, los medios de comunicación en España son propiedad de un delincuente que usó el poder mediático para ser presidente de Italia”. La otra mitad del ecosistema depende, fundamentalmente, de la Editorial Planeta (donde también hay capital italiano a través de grupo De Agostini) que controla la corporación Atresmedia.

“Medios privados tiene que haber, pero para que haya competencia, primera cuestión, se debe asegurar mediante la ley que pueda haber muchos operadores en el mercado. Tampoco es que todo en los medios de comunicación, sea privado. Tendría que haber tres tercios: el de los medios de comunicación privados, el de los medios de comunicación públicos y el tercio de los medios de comunicación comunitarios.”

MEDIOS COMUNITARIOS

“¿Qué quiere decir comunitarios? –se pregunta Pablo Iglesias–. Pues que pueda haber medios de comunicación no lucrativos que tampoco dependan del Estado ni del gobierno. Si, en España, la Iglesia Católica controla una estación de radio y una estación de televisión, ¿por qué no pueden tener medios de comunicación también los sindicatos, las asociaciones de vecinos, el movimiento estudiantil, las organizaciones feministas o los diferentes tipos de organizaciones gremiales? Eso se tiene que garantizar, lógicamente, con fondos públicos. Pero no quiere decir que el gobierno lo controle, sino que las organizaciones de la sociedad civil puedan acceder al derecho a la información.

“Con un sistema de tres tercios que es perfectamente compatible con la economía de mercado, tendríamos un sistema mediático más plural. Los millonarios tienen su hueco, pero al mismo tiempo puede haber un sistema de cooperativas. Tiene que haber también medios públicos que respondan al interés general y, lógicamente, son definidos por instituciones públicas. Y, simultáneamente, medios comunitarios en los que la sociedad civil organizada pueda expresarse, aunque no tengan como propósito generar beneficios económicos.

“Si el sistema se organiza solamente para que los dueños de grandes empresas puedan tener medios de comunicación, se genera un problema democrático. Tienen que darse las condiciones para que organizaciones de interés social como sindicatos, movimientos sociales, etcétera, puedan tener acceso a televisiones y a radio, sin demérito en materia de tecnología o sin la calidad suficiente. Sólo así estaríamos contribuyendo a un nivel de pluralidad en lo mediático, que aseguraría mayores niveles de calidad democrática.

“Las redes sociales y el mundo de los podcasts están demostrando que, cuando te dejan competir en igualdad de condiciones, cuando con poco dinero puedes salir en un formato como Zoom, la gente tiene muchas más opciones para elegir. Que no tengamos que quedarnos necesariamente con los formatos tradicionales de televisión analógica, contribuye a una mayor pluralidad social y a una mayor democracia”, sostiene Iglesias.

ESTADO PROFUNDO

Ya desde el título de su libro a punto de salir, Medios y cloacas: así conspira el Estado Profundo contra la democracia (Escritos Contextatarios, 2022), Pablo Iglesias habla del Deep State, observa Alejandro Páez Varela. En las tres campañas electorales y desde antes, cuando era líder social, el presidente López Obrador ha estado hablando de la mafia del poder. Pero tras su triunfo, los poderes de facto en México siguen actuando a pesar de que hay un presidente de izquierda. ¿Podría Iglesias definir en este contexto el concepto de Estado profundo?

“Es muy importante diferenciar el gobierno del Estado. La gente piensa que si alguien llega al gobierno ya tiene el poder, y no, el gobierno no es el Estado. Es mucho más que el gobierno, el Estado es un conjunto de redes de poder donde está el aparato judicial, el ejército, la policía y altos funcionarios que permanecen en sus posiciones independientemente de quién gobierne. Todas estas fuerzas tienen ideología y, además, mantienen su poder durante mucho más tiempo que el que puede estar un presidente del gobierno o un ministro.

“Esos espacios de poder tienen lógicas, ideologías y dinámicas de funcionamiento. En España, el grupo de policías que trabajaron con La Sexta para fabricar noticias falsas contra Podemos, eran todos altos mandos de una fuerza que se consideraba a sí misma policía patriótica. Eso quiere decir que ellos sienten la obligación de defender su idea de España por encima de quien gobierne. Y pensaron que para evitar que Podemos llegara al gobierno, debían saltar su propia legalidad.

“Esto lo hemos visto muchas veces con los ejércitos. En nombre de la patria, se saltaron la ley y derrocaron a un presidente legítimamente elegido. Esto lo podemos ver en el poder judicial, donde sectores conservadores de la judicatura incluso se creen en la obligación de resistir lo que representa el trabajo legislativo del parlamento, por un bien superior que, en el caso de España, es la monarquía o su idea de nación. Esto también ha ocurrido en muchos países de América Latina. Fue un juez, al que después Bolsonaro hizo ministro, quien montó un proceso de lawfare en contra de Lula da Silva.

LEGALIDAD REPUBLICANA

“Todo esto es el Estado. En su libro sobre el golpe de Estado en Chile en 1973, Entre la araña y la flecha. La trama civil contra la Unidad Popular (Ediciones B, Santiago de Chile, 2020), Mario Amorós analiza el entramado civil detrás del golpe militar, donde tuvo un papel muy importante el poder mediático. No debemos quedarnos con la imagen de los aviones del ejército chileno bombardeando el palacio de La Moneda, sin entender que detrás de todo eso había una trama en la que participaron grandes empresarios, militares, policías, los dueños del periódico El Mercurio y toda una serie de sectores tradicionales del poder que veían amenazados sus privilegios y decidieron saltarse su propia legalidad. Esa legalidad republicana ellos mismos la habían construido y permitía que, si alguien llegaba al poder legítimamente, el gobernante pudiera implementar una serie de reformas o transformaciones sociales.

“Esa lógica del golpe, fundamentada en el relato y en el poder de amplios sectores del Estado, sigue plenamente vigente. Y lo vemos en muchísimos países no solamente de América Latina o en Estados Unidos. Hoy lo vemos en Europa con lo que ha ocurrido en Hungría y en Polonia, con lo que parece que va a ocurrir en Italia y con lo que podría ocurrir en España si el Partido Popular y la ultraderecha de Vox llegan al Consejo de Ministros. Si eso ocurre, los sectores ultraderechistas que hay en la policía, en la judicatura, en las fuerzas armadas y en los cuerpos de seguridad españoles, se van a sentir con manga ancha para atravesar las propias líneas rojas de la legalidad.

Mi correo electrónico: carvajalberber@gmail.com

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