Hace unos días, platicando ante las cámaras de EN CONCRETO con mi amigo Adalberto Carvajal, respecto a la consulta sobre el Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, surgió a la conversación el enfrentamiento cada vez más evidente entre chairos y fifís. De seguro queda un buen trecho en el cual se presentarán nuevas oportunidades para comentar asuntos varios que tendrán que ver con estos enfrentamientos, pues ambos grupos parecen disfrutar con sus calificativos, pero también con sus enfrentamientos. Y cada vez parecen ser más los que se ubican a un lado o al otro, y seguramente son pocos los que no se encuadran en alguno de los grupos.
Chairos y fifís encarnan una actualización de la lucha de clases, ese enfrentamiento que tan repetidamente ha acompañado a la humanidad aún antes de que se le diera ese nombre y la existencia y la polarización entre ambos, deriva de las profundas desigualdades en nuestra sociedad, mismas que llegan hasta el nivel de alarma. Según el Banco Mundial, México es uno de los diez países más desiguales del mundo (ya lo hemos comentado en CON SAL Y LIMÓN). El coeficiente de Gini, que la mide, se ubicaba en 43.4 en 2016, mientras que, en 2017, para Oxfam México, el 1 % más rico de los mexicanos concentraba el 28 % de la riqueza del País. No es necesario citar más cifras para ubicar el problema y su gravedad; a pesar de que el Coeficiente de Gini se obtiene a partir de los cálculos del CONEVAL que han sido metodológicamente cuestionados por muchos expertos que han concluido que la desigualdad resulta todavía superior.
Pero, aunque de seguro nos hemos preguntado ¿Qué es chairo? y, ¿Qué es fifí?, la respuesta no es sencilla. Obviamente ninguno de esos términos es recogido por la Real Academia Española de la Lengua y cuando lo haga, ya todos sabremos la definición. Chairo, se define como un sustantivo y adjetivo ofensivo que se usa para denominar a alguien que defiende causas sociales y políticas en contra de las ideologías de la derecha, pero a la que se le atribuye falta de compromiso verdadero con lo que dice defender o persona que se autosatisface con sus actitudes. Esto lo recoge el Diccionario del Español de México (de El Colegio de México, que se encuentra en línea). Por otro lado, Fifí, según el Diccionario Oxford en español, que se también encuentra en línea, es un término coloquial que se aplica a alguien que tiene modales y actitudes delicados y exagerados.
¿Qué tanto se aproximan esas definiciones al significado que damos a esos términos? Es una referencia. Esos mismos diccionarios y otros, habrán de recoger esas palabras, seguramente con otras definiciones cuando el sexenio lópezobradorista tienda a concluir. Uno y otro de los diccionarios citados, carece de definición para la otra palabra de las citadas. Algunos intelectuales de nuestro medio han intentado sus propias definiciones, con mayor o menor fortuna. Pero lo relevante del caso es que todos lo entendemos más o menos del mismo modo, aunque no podamos definirlo.
Ojalá que, entre los planes de pacificación del nuevo gobierno, existan medidas que tiendan a evitar que estos enfrentamientos continúen. De por sí, nuestra sociedad se encuentra altamente confrontada por diversos motivos y no nos beneficia que además tengamos otros motivos para dividirnos.
Muchas expresiones de los fifís parecen extraídas de luchas que habría que suponer como superadas, como de franquistas o nazis. Seguramente, al menos un sector importante de éstos, desearía tener un clon de Jair Bolsonaro o de Donald Trump en la presidencia de México. Vivimos momentos preocupantes cuando vemos que algunos candidatos o gobernantes de algunos países enarbolan banderas del extremismo. Ojalá no suframos eso en México.
La Revolución de 1910 que ya no se festeja y mejor se convirtió en El Buen Fin, fue motivada por la desigualdad, más allá de los aciertos políticos y militares de Porfirio Díaz. La herencia de la Revolución Mexicana fue vasta, pues incluyó grandes conquistas sociales y también, un régimen autoritario y represor que encabezó el PRI. No necesitamos más luchas de ese tipo. ¿Podrá eliminarse la lucha de clases? ¿Se encontrará en incubación una lucha social más importante? Sólo el tiempo podrá contestarnos esas preguntas.
Por lo pronto, muchos mexicanos irán a la plaza comercial y no a la plaza pública y el tradicional desfile deportivo del día 20, será un desfile de modas, o un desfile de compras. Ya tuvimos un zafarrancho anoche en City Club de La Villa. Mucha gente debe haber en estos momentos en todos los establecimientos comerciales. Todos los comerciantes quieren sacar la mejor ventaja de esta venta. Y los escasos lectores de esta columna ¿ya le sacaron filo a sus tarjetas y carteras?
Es todo. Nos encontraremos pronto. Tengan feliz semana.