El jueves 16 de agosto más de 300 periódicos de todos los Estados Unidos, “desde el humilde Van Buren County Democrat hasta The New York Times o incluso extranjeros como el británico The Guardian”, publicaron “editoriales de distinto contenido y longitud, pero con un mismo propósito: defender la libertad de expresión” en el país donde ésta se ha consagrado.
El cotidiano madrileño El País hizo un resumen de la opinión de los principales diarios que han dicho basta, “después de casi dos años o a punto de cumplirse dos años de insultos, amenazas, falsedades y calumnias del presidente Donald Trump”.
La nota titulada: “Llamar a los periodistas ‘enemigos del pueblo’ es peligroso”, lleva como sumario el siguiente texto: “Desde los medios más pequeños a las grandes cabeceras, un repaso de lo que la prensa ha respondido a Trump”.
Comienza por decir que uno de “los objetivos principales de las invectivas presidenciales”, The New York Times, recordó en un texto corto pero con letras mayúsculas y el título LA PRENSA LIBRE TE NECESITA que el pueblo tiene derecho a criticar a la prensa, pero «insistir en que las noticias que no te gustan son noticias falsas es peligroso para la vitalidad de la democracia. Y llamar a los periodistas ‘enemigos del pueblo’ (como hizo Trump) es peligroso, sin más”.
The Boston Globe escribió:
“‘La libertad de prensa es esencial para asegurar la libertad’, escribió John Adams. Durante más de dos siglos, este principio fundacional norteamericano ha protegido a los periodistas en el país y ha servido de modelo para otras naciones libres. Hoy está seriamente amenazado. Y envía la señal alarmante a los déspotas, desde Ankara hasta Moscú, Pekín o Bagdad, de que los periodistas pueden ser tratados como un enemigo interior”.
Ni sus amigos lo defienden
La convocatoria para protestar contra la demonización de la prensa que ha hecho el mandatario norteamericano fue lanzada por The Boston Globe, y a ella respondieron hasta The New York Post, un tabloide pro Trump, que se pregunta en un editorial:
“¿Quiénes somos nosotros para no estar de acuerdo? Puede ser frustrante discutir que publicar verdades inconvenientes no significa que sean fake news, pero ser periodista no es una carrera de popularidad. Lo único que podemos hacer es continuar reporteando. Pero ¿esto supone alguna diferencia?”.
También The Topeka Capital Journal, otro de los periódicos que apoyaron la candidatura de Trump en 2016, calificó los ataques del magnate contra la prensa con dos palabras: “Siniestros y destructivos”.
“Deben terminar ahora”, aseguró el rotativo que, refutando las palabras del presidente estadounidense, sostiene que no son enemigos de nadie, sino parte de la sociedad:
“Vivimos, trabajamos y disfrutamos en Topeka y alrededores. Vamos a los restaurantes y mandamos a los niños a la escuela. Conducimos por las mismas carreteras, vemos a los mismos médicos. No somos los enemigos del pueblo. Somos el pueblo”.
The Dallas Morning News, el gran diario conservador de Texas, se expresó así:
“Si el presidente ve información errónea, tiene el derecho y el deber de denunciarlo y mostrar los datos. No vamos a fingir que todas las historias que han aparecido en todos los medios que cubren al presidente han sido impecables. Pero tampoco vamos a fingir que no está en juego aquí una cuestión más amplia, que afecta a la libertad de la prensa de cuestionar las cosas y que afecta a los verdaderos fundamentos de nuestra República”.
Una explicación con la que se puede identificar cualquier periodista vino del pequeño Arizona Daily Star, de Tucson:
“En la práctica, los periodistas nos tragamos aburridas reuniones de gobierno y nos estudiamos las fórmulas de financiación de las escuelas públicas para que usted no tenga que hacerlo. No es una declaración tan idealista como la Primera Enmienda, pero vale igual”.
Protestas en dos idiomas
The Chicago Sun Times, buque insignia del grupo Sun Times Media Group y uno de los dos grandes periódicos de la ciudad de los vientos, defiende, haciendo alusión a la preocupación de Trump por el bienestar del pueblo, que:
“Chicago es una ciudad mejor, décadas más tarde, por esa constante competición entre dos empresas periodísticas de calidad que, con todas sus diferencias, seguro que están preocupadas por el pueblo”.
Su competidor, The Chicago Tribune, destaca que los ataques contra la prensa podrían pasar de las palabras a la violencia contra los medios:
“En algún momento ese tipo de excesos verbales envalentonan a los extremistas ideológicos a pasar a la acción. Amenaza la seguridad personal de los periodistas. Y socava la responsabilidad de una prensa que supuestamente está libre del control del Gobierno para actuar como perros guardianes de los poderes públicos”.
Los editorialistas de The Miami Herald, tan influyente en América Latina, tienen también palabras importantes que decir:
“Sabemos también que las referencias a la prensa como ‘enemigos del pueblo’ no son menos peligrosas porque resultan estratégicas. Es como los nazis llamaban a los judíos. Es como marcaron a los críticos de Stalin para que fueran ejecutados”.
En la misma línea, The Des Moines Register, de Iowa, sostiene que “los verdaderos enemigos del pueblo -y de la democracia- son quienes tratan de sofocar la verdad vilipendiando y demonizando al mensajero. La respuesta no puede ser el silencio”.
The Philadelphia Inquirer, el tercer diario más antiguo de Estados Unidos y con varios premios Pulitzer en su haber afirma que “como lugar de nacimiento de nuestra democracia, Filadelfia también fue uno de los lugares de nacimiento de la prensa libre y el Inquirer, nacido no mucho después del propio país, continua orgulloso con este legado”.
La prensa en español en Estados Unidos tampoco se queda atrás. En su editorial, los diarios La Opinión, La Raza y La Prensa, que se publican en Los Ángeles, Chicago y Nueva York, aseguran que “como latinoamericanos conocemos bien en carne propia lo que significa la erosión del periodismo, la intimidación a los reporteros, la autocensura, la ambición desmedida de la presidencia. Se dice que en Estados Unidos esas cosas no ocurren”.
Observatorios preocupados
Las organizaciones periodísticas profesionales también han expresado su preocupación y se han sumado a la campaña, sin precedentes en Estados Unidos.
Por ejemplo, el prestigioso Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ, en sus siglas en inglés) aseguró que “cuando los líderes estadounidenses se alzan en defensa de una prensa libre, incentivan a los valientes periodistas que arriesgan sus vidas y su libertad para informar. Y cuando estos líderes fallan, envalentonan a los autócratas que buscan reprimir a los periodistas”.
Y Nieman Lab for Journalism, el laboratorio periodístico de la Universidad de Harvard, subrayó que en esta época, en la que la democracia es un sistema bajo amenaza, «es tiempo de apoyar, no de desacreditar al periodismo legítimo y reafirmar el compromiso con la libertad de expresión y de prensa».
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