CONTINUIDAD DE LA 4T

Acompañada por todas las corcholatas que participaron en el proceso interno –un presídium “símbolo de unidad de nuestro movimiento” en el que destacó Marcelo Ebrard–, Claudia Sheinbaum ratificó la continuidad del proyecto de nación alternativo al neoliberalismo como lo define Andrés Manuel López Obrador.

“Estamos viviendo la Cuarta Transformación de la vida pública de México”, dijo en el cierre de su precampaña el jueves 18 de enero de 2024 en el Monumento a la Revolución. Nada del “veo un país con hambre y sed de justicia”, la frase rupturista en el discurso que Colosio pronunció en ese mismo lugar el 6 de marzo de 1994.

Tras 60 días de asambleas y reuniones, de escuchar y dialogar; tras un recorrido de más de 24 mil kilómetros Sheinbaum puede asegurar que el mandato popular es que la 4T continúe. Con un presidente que, según Mitofsky al 22 de enero, alcanza el 55.7% de aprobación, la precandidata de Morena, PT y Verde no contempla cambio de rumbo ni matices en la política económica y social.

Al contrario, se planteó fortalecer las estrategias de austeridad gubernamental y combate a la corrupción, inversión pública y privada en infraestructura para el desarrollo, así como mayor gasto en salud, educación y seguridad. Sheinbaum ofreció promover el crecimiento económico “sin corrupción, garantizando ganancias justas, pero también empleo y salarios dignos”.

Claudia busca que el Estado siga teniendo el papel fundamental en la vida de la nación y no le deje todo al mercado; construir un verdadero Estado de bienestar que garantice seguridad, paz, soberanía y prosperidad.

BATALLA SEMIÓTICA

En su mensaje, Sheinbaum sostuvo una batalla semiótica (esto es, una contienda para ganar el sentido común) por las ideas de la democracia y la libertad que, a su vez, reivindica la abanderada del conservadurismo Xóchitl Gálvez, a quien jamás mencionó por su nombre. Claudia subrayó en la agenda de la izquierda la lucha por la dignidad, los derechos, la justicia y la felicidad.

En una elección que, como ya hemos dicho, supone un plebiscito sobre la continuidad de un modelo llamado en su última teorización el “humanismo mexicano”, Sheinbaum declaró: “¡ganamos la precampaña! La distancia entre nosotros y el segundo lugar es, en el peor de los escenarios, de 20 puntos de diferencia”.

Y esto, contra la tesis de la oposición, no se debe a una operación electoral de Estado ni al control de los medios de comunicación o al uso electorero de los programas sociales –señalamientos de Xóchitl que Claudia obvió–, sino a que “hemos logrado ir construyendo un consenso histórico con el pueblo de México” que no es cupular ni “está sustentado en acuerdos en lo oscurito”.

Para Claudia, la unidad del movimiento progresista es legítima. “Nuestra cohesión” se basa en los anhelos de democracia, justicia y dignidad del pueblo de México; en la convicción de que “la prosperidad es compartida o no será y en el principio humanista de que, por el bien de todos, primero los pobres”.

TRES CONCEPTOS:

Siendo la candidata del partido en el gobierno y de sus aliados en el Congreso, Sheinbaum debe enfrentar al discurso de la alternancia y posicionarse como la representante de una vanguardia ideológica. En ese sentido, desglosó los conceptos de democracia, libertad, dignidad, derechos, justicia y bienestar tal como ella los entiende, enfatizando las diferencias con el significado que la reacción le da a esos mismos valores.

Democracia: “la defensa de la democracia en nuestro país no es un arma de la derecha, del conservadurismo”, sino del pueblo de México. Es “el origen de nuestro movimiento: nosotros luchamos contra los fraudes electorales” y, antes, por la democracia sindical y en las universidades.

¿“Cómo puede hablar de democracia quien se benefició de la violación más elemental del principio constitucional” que, desde Los sentimientos de la Nación de Morelos, señala que “el poder dimana del pueblo”?

También “la democracia electoral, participativa, interna, como forma de vida y de enseñanza, es nuestra reivindicación, nuestra bandera y nuestra esencia”. No es democracia la del ‘haiga sido como haiga sido’ ni la de quien “usó el Instituto Electoral para beneficio de un grupo y validó compra de votos y fraudes electorales”, afirmó Claudia.

Libertad. Esta “parece ser ahora una reivindicación del conservadurismo, de la derecha” que en nuestro país se concreta en la alianza PRI-PAN. Pero, ¿cómo hablan de libertad los herederos de “los regímenes que callaron y censuraron periodistas”, que encarcelaron líderes sociales, dispararon contra los estudiantes en la Plaza de las Tres Culturas o contra los maestros?

Hablan de libertad quienes reivindican el sistema de las tiendas de raya y alaban a Porfirio Díaz que recrudeció el esclavismo de los pueblos originarios. No es libertad poder “cruzar kilómetros para migrar por pobreza”. Y es falsa la libertad “del poder de compra con un salario de hambre”. Como indeseable es la libertad de “aplastar al más débil”, convertir todo en mercancía e ignorar los derechos de las personas. Es también una falsa libertad la de “acabar con el planeta”.

Dignidad. A estos valores hay que agregar un concepto: la dignidad humana que proviene de los derechos humanos. “El pensamiento político que reivindica la vida pero no reivindica la dignidad de las personas y sus derechos humanos, no cree en la democracia, no cree en la libertad y no cree en la vida”.

“Quien no reivindica los derechos humanos, reivindica los privilegios”, sentenció Claudia. “Nosotros reivindicamos el derecho a tener un empleo digno, un salario digno, una vivienda digna; el derecho a la educación pública, a la salud pública, a la tierra del campesino”.

La defensa de la dignidad humana está asociada a la fraternidad. Hablamos del humanismo, de los “derechos establecidos en la Constitución que los viejos gobiernos neoliberales se encargaron de ir desapareciendo”, mientras el gobierno de la Transformación los ha ido fortaleciendo. “El pueblo de México no quiere regresar a la miseria salarial o a la destrucción de un sistema de bienestar y de seguridad social que promovieron los gobiernos del pasado”.

“La dignidad humana significa reivindicar los derechos y erradicar el clasismo, el racismo, el machismo, la discriminación que son propios del pensamiento conservador”, hoy reivindicado “por el PRIAN y quienes lo manejan”, sostiene Claudia.

EL LADO CORRECTO

Si López Obrador habla de una cuarta transformación es porque se considera heredero de los hacedores de las tres anteriores. Y Sheinbaum lo reafirma: “somos herederos de Hidalgo” y de Morelos; no de Iturbide ni de Santa Anna; “no somos herederos de quienes fueron al extranjero a pedir que un emperador austriaco nos gobernara para que los liberales no encabezaran el gobierno de la República”, sino de Benito Juárez y los liberales mexicanos; “somos herederos” de Madero, Villa y Zapata, de los Flores Magón y de los Carrillo Puerto, de los generales Lázaro Cárdenas, Francisco J. Mújica y Felipe Ángeles; de las adelitas, las sufragistas y los estudiantes de 1968, pero no de Porfirio Díaz y “otros neoliberales que no vale la pena mencionar”.

Para Claudia Sheinbaum, “ellos son el pasado, nosotros somos la esperanza de México”. En ese sentido, es heredera de una transformación que inició el primero de julio del 2018 cuando “el pueblo de México decidió no elegir a un presidente más, sino cambiar el rumbo de su historia”. Los electores dispusieron “dejar atrás el régimen de corrupción y privilegios”, el neoliberalismo, y escribir un nuevo capítulo en la historia “bajo el liderazgo del mejor presidente, Andrés Manuel López Obrador”.

En ese momento, la porra que para esta coyuntura 2024 fue modificada a: ‘¡Es un honor estar con Claudia hoy!’, volvió a sonar en voz de Sheinbaum: “¡Es un honor estar con Obrador!”

La precandidata se sumó a la narrativa de un “Humanismo Mexicano basado en nuestra historia y en un profundo sentido de fraternidad”, un modelo propio en el que, aun en el sistema actual del libre comercio, el Estado siga teniendo el papel fundamental, no el mercado. Un Estado de bienestar con soberanía energética y alimentaria, donde “dejemos de trabajar para los indicadores macroeconómicos y trabajemos para que México sea una potencia de bienestar y de sustentabilidad”. Una combinación de prosperidad y fraternidad, donde la avaricia no sea la “máxima del desarrollo”.

MUCHO MÁS DE LO MISMO

Estos conceptos tuvo que traducirlos Claudia a imágenes reconocibles. Si su oferta política es la continuidad, debe evidenciar los resultados del gobierno de AMLO para convencer a los electores de prolongar el proyecto. Y debe mostrarse ella misma como protagonista de ese proceso de cambio en la Ciudad de México, presentando sus propias aportaciones a la idea de un gobierno de izquierda.

Las alternancias se dan cuando la oposición logra ganar el sentido común y establece que, el gobierno en turno, supone un estancamiento o incluso un retroceso en las metas que la nación ha establecido en el imaginario colectivo: crecimiento económico, distribución de la riqueza, igualdad de oportunidades, justicia social, certeza jurídica e imperio de la ley, elecciones libres o libre mercado.

De ahí que Sheinbaum se empeñe en probar que la 4T representa un avance en materia de oportunidades y derechos. Pero, sobre todo, que el hipotético triunfo de esa oposición que encarna Gálvez implicaría un giro de 180 grados, una vuelta atrás a la situación en la que nos encontrábamos en 2018 cuando 30 millones de mexicanos votaron por un cambio de modelo.

De los argumentos que dio Sheinbaum para proponer como oferta política la continuidad de la 4T, hablaremos en una siguiente entrega.

Mi correo electrónico: carvajalberber@gmail.com

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