En la mesa de análisis del podcast de diario Público, La Base, el senior social media manager y news assistant en DAZN, Jonathan Martínez Bruña, responde una pregunta: ¿es posible cambiar la correlación mediática de fuerzas en España y el mundo?
“Es muy difícil, porque no estamos hablando de la correlación mediática sino de la correlación del poder en toda su extensión. No he seguido mucho las reacciones al lanzamiento por internet del Canal R(e)D que proyecta La Base, pero sé que el Partido Popular (PP) ha dicho expresamente que no le gusta la aparición de un medio de comunicación.
“Supongo que lo dice porque no pueden controlarlo y, en este sentido, quiero aportar un dato para que veamos cómo es la correlación política y mediática en España:
“Entre 2018 y 2021, varios gobiernos del Partido Popular dotaron con casi 350,000 euros al blog de noticias falsas de Eduardo Inda, OkDiario. Esto lo sabemos, aunque no sea de conocimiento general, gracias a la investigación de un medio libre que es El Salto.
“A propósito, quiero dar las gracias a los distintos medios libres que, en todas las ocasiones en que he llamado a su gente para echar una mano a ciertos medios que necesitamos y que nos necesitan, han apoyado. Pienso en el [sitio de periodismo de investigación y entrevistas a profundidad catalán] Crític, en [la revista de análisis cultural] Kamchatka, en Contexto, en La Marea y en [el periódico euskera] Gara.
“Ahora quiero animar a la gente a contribuir a Canal R(e)D. Y, hablando de la correlación mediática, es una buena señal que este proyecto no guste a determinadas fuerzas vivas.
“Siguiendo con el Partido Popular, me gustaría recordar un episodio para que explica cómo funciona esto: hace unos meses se desató una guerra entre dos famosos líderes del PP, por un lado Pablo Casado y, por el otro, Isabel Díaz Ayuso.
“Casado Blanco había denunciado la corrupción del gobierno de Ayuso en la Comunidad de Madrid. Y en un momento en el que no estaba claro quién de los dos iba a caer, algunos señalaron un hecho decisivo: Isabel controlaba un gobierno autonómico y ese gobierno había desviado miles de euros a los periódicos de la derecha, con el pretexto de la publicidad institucional.
“Ese es el concepto que tiene el PP de lo privado: propiedad privada, pero con el dinero de todos. Y ocurrió que todos los grandes medios de la derecha que reciben dinero de Ayuso terminaron defenestrando a Casado por haber denunciado un caso de corrupción.
“Como yo quiero medios que denuncien la corrupción y no que la amparen, pienso que la correlación mediática y la correlación política tienen que cambiar”, sostiene Jonathan Martínez.
EL IDEAL DE LA PLURALIDAD
En la emisión del 23 de noviembre de 2022 (https://www.youtube.com/watch?v=GEtbShXxtPg&t=911s), el equipo de analistas de La Base formado por Pablo Iglesias, Sara Serrano, Manu Levín e Inna Afinogenova conversaron con el periodista y community manager del canal de televisión especializado en deportes, sobre cómo en el País Vasco existen desde hace mucho tiempo medios de comunicación de carácter popular.
Jonathan Martínez respondió a una pregunta general: ¿hay medios similares en otros países al proyecto de Canal R(e)D que La Base quiere lanzar, o el audiovisual es un terreno casi virgen para la izquierda a nivel internacional? Y también a preguntas específicas respecto a cómo modificar la correlación mediática.
En Euskadi la correlación mediática es otra, tal como ha recordado Arnaldo Otegi, coordinador general de Euskal Herria Bildu (EH Bildu), la coalición estable de partidos de ideología nacionalista e independentista vasca que se sitúa entre la izquierda y la extrema izquierda del espectro político, menciona Sara Serrano. De hecho, en el País Vasco ha habido siempre medios populares.
Para Martínez Bruña, el vasco “es un ecosistema político, sindical y mediático muy diferente. Y por eso me gusta hablar de la correlación mediática como un fenómeno paralelo a otras correlaciones de fuerzas”. Ejemplos paradigmáticos de esto fueron los cierres de dos medios: Egin y Egunkaria.
“Después del cierre de Egin, nace Gara como una respuesta popular a algo que se entendía como un atropello contra la libertad de prensa, la pluralidad informativa y el derecho de asociación. De hecho, fue un cierre que el propio Tribunal Supremo declaró ilícito”.
“Después vino el cierre del rotativo vasco Euskaldunon Egunkaria, que también fue ilegal según la Audiencia Nacional. Se hizo sin cobertura constitucional.
“Aquel mismo año, el juez Baltazar Garzón obligó a Gara a pagar 4.7 millones de euros por deuda que había dejado Egin. Un pasivo que era producto del propio descuido de Garzón, quien llevó al periódico a la bancarrota, lo arruinó.
“Si Gara en aquel momento se levantó y pudo seguir en pie, fue gracias al apoyo popular. Por eso es tan importante crear conciencia para que la propiedad de los medios sea lo más plural posible, porque eso beneficia a la sociedad y redunda en una pluralidad política mayor o, por ejemplo, en una mayor pluralidad sindical.
“Buscamos una correlación de fuerzas donde no solamente se escuchen diversas opiniones, sino que en las calles, en los parlamentos y en todos los lugares donde las clases populares deberían estar mejor representadas, estas mismas clases populares tengan mayor fuerza y mayor visibilidad.”
IMPRIMIR ERA MÁS FÁCIL
En España hay bastantes medios digitales de izquierdas. Uno puede leer El Salto, Contexto, Público o La Marea –enlista Manu Levín. Pero no hay prácticamente medios audiovisuales con esa misma línea ideológica. No hay un programa de televisión que refleje lo que pensamos millones de personas en este país de países.
En la historia de los medios de difusión, el paso de la imprenta a la radio y la televisión es un poco como el paso del taller a la fábrica en la historia del capitalismo. Cuando la imprenta era el principal medio de difusión de información que existía, había un acceso un poco más democrático a ese medio.
Cualquier partido o cualquier sindicato de trabajadores podía, aunque luego se tuviera que enfrentar a la represión y a la censura o que no fuera en igualdad de condiciones, imprimir su propaganda y difundir su información masivamente. Pero con el desarrollo de la radio y la televisión, hubo una desposesión a la mayoría social de esos grandes medios de producción y de difusión de información, y una suerte de acumulación originaria por parte de una élite.
Hoy tenemos digitales de izquierdas que uno puede leer, pero sólo los millonarios y la derecha pueden emitir por radio y televisión. ¿Por qué sucede esto? Que haya digitales de izquierdas pero no haya medios audiovisuales de izquierdas, ¿es una cuestión de quién tiene el capital? ¿O es que quizá la izquierda no se ha tomado suficientemente en serio esa necesidad, sobre todo cuando estamos ya en un panorama con las redes sociales y con las nuevas tecnologías que sí permiten trabajar ciertos formatos que no son tan caros como las grandes teles?, plantea Levín.
“Hay una cuestión fundamentalmente económica, al fin y al cabo son los grandes capitales y los millonarios quienes tienen el dinero para comprar los mejores platós y las mejores cámaras, para alquilar a los periodistas más eficaces y para conseguir las mejores licencias de emisión, incluso para colar a sus periodistas a la Moncloa y tener entrevistas exclusivas con el presidente del Gobierno.
“De modo que hay, en primer lugar, un problema de capital. Pero también hay otra cuestión que tiene que ver con el tiempo que vivimos: hoy proliferan las pantallas e impera la imagen. Eso también tiene que ver con el ascenso de la extrema derecha: vivimos en un ecosistema y en un mundo mediático modulado por la imagen; y la imagen es casi por definición la abolición de la reflexión, la abolición de la información y el imperio de la emoción.”
LA DOCTRINA DEL SHOCK
“Por eso hay que disputar el espacio de la imagen –sigue diciendo Martínez–, y debemos hacerlo con una industria audiovisual muy potente. Eso es algo que Hollywood lo entendió mejor que nadie, y supo cambiar el sentido común de la gente. Por ejemplo, cambió la percepción que tenía la población en Europa sobre lo que ocurrió en la Segunda Guerra Mundial.
“En ese sentido, al margen de todo esto hay que valorar como oyentes, espectadores o lectores la dimensión emocional de las noticias. Cuando un titular te indigna y mueve tus pasiones más elementales, pregúntate si lo que estás recibiendo es información o propaganda. Tómate tu tiempo, piensa en frío.
“Es normal querer suscitar emociones en el receptor de un mensaje, es normal buscar la empatía. Pero gracias a ese imperio de la imagen, el debate público está gobernado por las pasiones más elementales. Y esto ocurre especialmente en tiempos de shock colectivo, algo que Naomi Klein explica muy bien en su libro La doctrina del shock (2007).
“El problema es que, a día de hoy, la excepción se ha vuelto la norma. Hemos pasado de una pandemia a una guerra y, de una guerra, a una crisis energética. En ese contexto es muy fácil crear consensos basados en el miedo y en las pasiones más elementales, a través de imágenes poderosas que anulan el pensamiento crítico.
“Recuerdo que hace un tiempo ofrecí una conferencia sobre discurso mediático y, al terminar mi intervención, una mujer se me acercó para decir: ‘Bueno, ¿pero a quién le creemos?’
“Esa es la cuestión fundamental que tenemos que plantearnos como comunicadores, el tema de los dogmas y de la fe. No quiero que me creas por principio, pero tampoco quiero que creas a nadie por principio. No quiero que leas las noticias como lees un pasaje de la Biblia, quiero que valores y sopeses la información que recibes; quiero que compruebes los datos y te preguntes siempre a quién beneficia una determinada noticia, quién la paga y a cuánto la paga. Por eso la pedagogía es tan importante, tanto en medios escritos como en medios audiovisuales.”
FAST FOOD INFORMATIVA
¿Conoces algún proyecto audiovisual en Latinoamérica o a nivel internacional que podríamos destacar como un ejemplo a seguir por los españoles?, pregunta finalmente Inna Afinogenova.
“Conozco poco el mundo mediático digital audiovisual en América Latina. Confío mucho más en tu criterio que en el mío propio. En cualquier caso, de América Latina siempre me han llegado tertulias y programas de información, tanto de Colombia como de Venezuela o de Argentina.
“Al final, me pierdo con los nombres pero me gusta que en América Latina se haya impuesto un tipo de mesa redonda donde los protagonistas y los invitados hablan tranquilamente y sin gritarse, al contrario de como hemos visto hacer durante tantos años en los programas hegemónicos de la televisión española.
“Me gustaría que si hay nuevos programas audiovisuales en España, sigan ese ritmo, esa forma de trabajo latinoamericana. Porque informarse exige madurez y tiempo. En ese sentido, recuerdo siempre el lema del periódico Contexto que dice: ‘Orgullosos de llegar tarde a las últimas noticias’.
“Ojalá que, aun cuando lleguemos tarde a las últimas noticias en un mundo gobernado por ese fast-food de la información, podamos sentarnos reposadamente y ofrecer información. Aquí en La Base, como en muchos programas que me llegan de América Latina se ha hecho bastante”, concluye Jonathan Martínez.
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