¿Costó millón y medio la visita de AMLO? ¡Vale cada maldito centavo!

Un día antes de la segunda visita presidencial de Andrés Manuel López Obrador a nuestro estado, que se dio el pasado martes por la tarde, el gobernador José Ignacio Peralta Sánchez declaró que dicho evento le “costaría” al erario estatal $1.5 millones de pesos, pues la ayudantía que acompaña al presidente había determinado que se realizara en la cancha de futbol de la Unidad Morelos, dejando de lado opciones como el arcaico Casino de la Feria de Colima y el descuidado Complejo Administrativo.

Pero tras el anuncio que hizo el presidente en este evento, la “tarifa cero” a autos particulares que transitan por la caseta de peaje de Cuyutlán, podemos concluir que, sea que haya costado al erario estatal organizar dicha visita: ¡vale cada maldito centavo!

Hace semanas que no se hablaba de los abucheos de los gobernadores como agenda prioritaria en los medios. Hace tres meses la visita de AMLO a Manzanillo se convirtió en el “martes negro” de JIPS, cuando su discurso fue interrumpido en numerosas ocasiones por el público. En aquel momento hizo evidente su enojo y la jornada fue tan distintiva que en esta segunda visita el dato se volvió a retomar por parte de los enviados de algunos medios nacionales.

En Colima, arropado por cientos de burócratas que fueron convocados por la administración estatal, una comitiva vitoreó al gobernador a su paso, rumbo a la puerta principal de la unidad donde recibiría al mandatario. Inició así una disputa: los “¡Nacho, Nacho!” contra los “¡Fuera, Fuera!”, que se recrudecía con exclamaciones fuertes hacia el Ejecutivo estatal, como lo acreditan algunos videos de las redes sociales.

Nacho Peralta dio un discurso en el que, sin llegar a los excesos del martes negro manzanillense, tuvo que sobrellevar reclamos bastante evidentes del grupo que ya lo había increpado en el trayecto de llegada al presídium. Los fantasmas del martes negro siguieron rondando por ahí.

Las décadas de lucha social que tiene en su kilometraje el actual mandatario han ajustado su sexto sentido político a precisión milimétrica. Puede olfatear las trampas y ajustar su discurso. Por mucho que sus frases las hayamos escuchado en más de una ocasión, siguen exaltando pasiones y fobias.

Su discurso es preciso y afilado como un bisturí. Anuló cualquier reclamo de las estancias infantiles con la aseveración de que las madres de familia recibirán ese discurso de manera directa, sin intermediarios, y lo que hace unos meses parecía una guerra mediática por enardecer a las mamás de todo el país, lo ha convertido en un juego que domina. Plantea y describe la Cuarta Transformación como solo puede hacerlo el padre de este cambio de timón, y su mención hizo que se delataran los acarreados del PRI, abucheando el mote del plan de gobierno que les ha arrebatado varias prebendas.

Andrés Manuel López Obrador sabe por qué ganó la elección y presiona los nervios más sensibles debajo de las cicatrices que han dejado décadas de gobiernos, que como él dice, “se olvidaron del pueblo”. Es un encantador de serpientes que sin embargo te habla de elefantes reumáticos, como si tuviera todos los animales del circo bajo su control.

En esa virtud radica su fortaleza. La gente percibe que él entiende los problemas sociales que aquejan a las masas, y toma las decisiones que deben tomarse en consecuencia, por muy polémicas que éstas sean. Su reflejo es el de un presidente que está, literalmente, “en funciones”.

Andrés Manuel López Obrador practica una política presidencial distinta, así que ya advirtió que estará en tres meses nuevamente en Colima, en otro municipio, para que el Gobierno del Estado no se diga sorprendido y vaya ahorrando.

También traerá más “aspirinas”, como calificó el alcalde capitalino Leoncio Morán sus programas sociales. Para cuando regrese, ya habrá arrancado la intervención de la Guardia Nacional, que en lo local ha generado grandes expectativas, por las deplorables condiciones de inseguridad en las que ha estado sumida la entidad en los últimos años, incluyendo por supuesto la capital que preside el propio Morán Sánchez.

Esperaremos un nuevo as bajo la manga, como el de la caseta; cuyo mérito es de AMLO y solo de AMLO. ¿O acaso creen que Meade o Anaya hubieran negociado una tarifa cero? Aspirinas de esas queremos muchas. Valen cada bendito centavo.

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