En las entregas anteriores, transcribimos lo señalado por la agente literaria Kate McKean en el sentido de lo difícil que resulta escribir un texto que, eventualmente, pueda convertirse en libro.
Pero mientras profesionales de la edición insisten en llamar a la sensatez de todos aquellos que creen tener una buena historia que contar (o ideas brillantes para ponerlas en un ensayo), Javier Zamudio en su blog de The Huffintong Post en español ofrece un: “Curso exprés para escribir una novela”.
El texto está dirigido a todo aquel que esté “interesado en escribir una novela”, lo haya intentado o necesite un impulso para hacerlo. Personas que puede que, incluso, hayan “asistido a un taller de escritura creativa” y tengan “algún manuscrito con varias páginas”. Gente que probablemente haya “redactado notas, una sinopsis, fichas de personajes; o, como en muchos casos”, tenga una idea que crece en su mente “con los días, los meses y los años”.
Aclara el bloguero, sin embargo, que “este curso está diseñado para escribir una novela imperfecta, no en el sentido de ‘todas las novelas lo son’, sino una escrita por un debutante”. Y como “en todas las primeras cosas”, debemos estar conscientes que “algo saldrá mal, algo quedará defectuoso”.
Zamudio cuenta que leyó recientemente “un primer libro, aclamado por la crítica y publicado por un gran grupo editorial. Tenía errores de redacción, de verosimilitud, personajes flojos”. Empero, “algunas páginas se asemejaban a un volcán a punto de explotar”. Porque ocurre que “la primera novela es como el primer amor, imperfecto, pero apasionante”.
En esa tesitura, continúa: “Puedes aspirar a desbordarte: este es un curso para soltar la mano o para afinar las teclas. No quieres que el vaso se quede a tope. No, buscas que el agua se derrame y moje esos documentos importantes que tienes sobre el escritorio: quieres intensidad. Una primera novela tiene que ser intensa. Si es corta, debe arder como la carta de un antiguo amor en el interior de un cenicero”.
¿Quién dijo que sería fácil?
Es posible que el interesado decida acudir al curso “porque no tienes tiempo para escribir”. El título ofrece: “¡Un curso exprés!” Y eso llevará a muchos a “pinchar en el enlace”. Es posible además que el aspirante a novelista sea padre o madre, que trabaje de tiempo completo y se dedique “a una labor estresante. ¡Y no digamos nada de la realidad nacional y mundial!”
Porque es casi seguro que el aspirante a escritor sea del tipo que llega “a casa agotada o agotado” y repasa las redes sociales porque, ¿cómo puedes escribir si no estás actualizado?
Recorrido el ciberespacio, retomará su proyecto de novela. Pero, no durará mucho, “porque los ojos se cierran, las manos parecen bloques de cemento” y se escuchan decir: «Mañana sí empiezo».
Luego va a la cama y se le “ocurre una frase, una escena, un diálogo”, pero no puede mover un músculo para dejar evidencia en el papel. Se duerme “con la esperanza de que mañana siga” en su mente para, “en un breve interludio, ponerlo en una servilleta o en un trozo de papel higiénico”. ¿O es la misma idea que la promesa literaria carga hace meses como un bebé inquieto?
Se trata de la primera novela
Zamudio aclara a tiempo que su curso está lleno de clichés: “No hay nada que no hayas escuchado, ni leído. Sí, vas a tener que reescribir, no una, sino cien veces. ¡Es broma! Las necesarias, nada más que eso. ¿Y cuántas son esas? Pues, las necesarias.
“Tendrás que volver a la lectura de esos libros que llaman ‘imprescindibles’, aunque muchos no lo sean, para ver cómo fueron escritos. Te servirán de ejemplo para la construcción de la estructura, la trama y los personajes. Te permitirán saber qué límites pueden cruzarse y que, con dominio, te puedes saltar todas las normas.
“Quizá, me atrevo a decir, lo único diferente de este curso, en comparación con otros, es la manera en que se imparte: en un artículo”.
Antes de comenzar, es importante que recuerde el aspirante a novelista “que se trata de escribir una primera novela. No vas a escribir una obra maestra. Muchas veces la primera obra publicada por un autor no es la primera obra que escribió. Algunos amortajaron bosques enteros para dar a luz un primer libro”.
Por lo demás, “este curso está diseñado para una novela corta. No puede ser un curso exprés, si esperas salir de aquí con quinientas o mil páginas debajo de tu brazo”.
Hechas las advertencias, ¿quiere el aspirante a novelista comenzar? Pues entonces asegúrese de haber acostado a los hijos, tirado la basura y llevado al perro a pasear. Prepárese una taza de café.
“No te sirvas una copa o una cerveza. No irás a celebrar. Serás la fiesta, con sus luces, su piso sucio y sus sonrisas; con sus odios, las miradas indiscretas y los sueños rotos”, recuerda Javier Zamudio.
Ahora sí, deje la taza cerca. Desconecte el internet. Y póngase a escribir.
(Lo más seguro es que muchos de esos autores de una primera novela no logren encontrar un agente literario ni una editorial, por las razones que antes expuso McKean. Y a menos que opten por una edición de autor, el mismo Zamudio apunta en otro artículo que la de escritor es una profesión llena de dramas y hay que aprender a vivir con ellos. Pero de eso hablaremos mañana).
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