Una hora después de que el gobernador José Ignacio Peralta Sánchez había declarado el estado de emergencia sanitaria en nuestra entidad, avalado sin chistar por el Consejo Estatal de Protección Civil, un amigo me preguntó por WhatsApp: ¿es verdad que si te ven en la calle te van a multar?
Ni bien había terminado la sesión del Consejo de PC estatal, cuando ya habían circulado por redes sociales una serie de dudas bastante razonables de la población sobre un anuncio altamente publicitado que se expuso de manera poco coloquial, por no decir clara, sin un filtro que permitiera a todos los afectados digerir y visualizar las acciones que se implementarían a partir de ese día, o las que quedarían pendientes, según fluyera la pandemia.
Entendemos que la lectura de un documento oficial a través de una transmisión en vivo es poco accesible lingüísticamente para un gran sector de la población, sin embargo, por la complejidad e importancia del problema, el nivel del discurso debió bajarse lo más posible una vez terminado el ya mencionado evento, a través de productos comunicacionales dosificados posteriormente.
No los hubo, aunque afortunadamente el expertisse con la grabadora de Jesús Murguía (Archivo Digital Colima) les corrigió la plana en algunos de los rubros más importantes de esta declaratoria, durante la entrevista banquetera que logró con el Ejecutivo estatal, lo que minimizó un poco la paranoia que se estaba gestando al momento.
A pesar de la corrección mediática, la incipiente pandemia se convirtió en paraonia, especialmente en el rubro económico. El catastrófico anuncio paralizó la economía de los sectores productivos ligados a las más altas esferas de las cámaras empresariales, quienes al haber avalado sin chistar el anuncio de JIPS, no tuvieron otra que cerrar la totalidad de las puertas de sus comercios, aún en fase 1 nacional. En ese momento se confundía la invitación a tomar precauciones evitando salir a eventos multitudinarios sin necesidad, con la prohibición de seguir realizando tus actividades productivas de básica supervivencia.
El día posterior al anuncio, comercios de la zona conurbada tenían una visión muy distinta de lo que debía ser la medida contingente ante la situación del coronavirus. El Ayuntamiento de Villa de Álvarez tuvo a bien comunicar en más de una ocasión cuáles eran las reglas del juego en torno a las medidas que debían implementarse en el funcionamiento de los comercios, incluyendo los de los tianguis y mercados que siguen funcionando en este municipio. Es decir: no cerrar, pero extremar precauciones sanitarias y evitar aglomeraciones.
En la capital, sin embargo, aduciendo a la línea del gobernador de Jalisco, Enrique Alfaro, se preponderó la dispersión, mediante patrullaje, de la gente que circulaba para sus actividades productivas en el Centro de esta ciudad, lo que tampoco ayudó a bajar la paranoia generada por el caótico anuncio de la autoridad estatal.
Un día después del fallido anuncio, el propio Gobernador tuvo que grabar un video desde Casa de Gobierno en el que detallaba las condiciones en las que se mantenía la declaratoria de emergencia sanitaria. Un video largo y engorroso en el que se le dio más importancia a la imagen de JIPS como gobernante en acción, desdeñando la opción de un video genérico, breve, bien contado y calibrado, con el que la población colimense pudiera resolver sus dudas.
Esto último suele ser lo más complicado. Los políticos, en general, siempre buscan los reflectores de un evento extraordinario. Y no siempre son ellos los más aptos para encabezar los productos de comunicación que son propicios.