Se está tratando de construir como narrativa que si el presidente habla en las mañaneras de la prensa fifí, de alguna manera provoca un incremento en los asesinatos de periodistas en todo el país. En realidad, son fenómenos muy distintos, señala El Fisgón en El Chamuco TV.
“Totalmente, nada tiene que ver”, asienta Daniela Pastrana, invitada a la emisión del 7 de agosto de 2022 del programa que Rafael Barajas conduce en Canal 22, TV UNAM y Once TV, con los moneros [José] Hernández y [Rafael Pineda] Rapé (https://www.youtube.com/watch?v=FhittbmBeYk&t=824s).
Para la directora del portal Pie de Página, “el presidente López Obrador tiene razón cuando dice que en el periodismo hay que tomar definiciones. Es más sano”.
“Durante muchos años, en todas las escuelas de periodismo nos dijeron que los profesionales no debíamos tener una posición política. Sin embargo, se aceptaba que los medios la tuvieran. Si La Jornada es de izquierda, Reforma es de derecha. Pero, curiosamente, cuando yo pasé de Reforma a La Jornada me cuestionaron mis antiguos compañeros si acaso me había vuelto comunista.
“Como periodistas, tenemos que tener una definición. Debo decirle a la gente desde dónde estoy viendo la realidad: no es lo mismo si la veo desde Veracruz que desde la Ciudad de México, desde Polanco o desde la Portales.
“En lo que se equivoca Andrés Manuel –matiza Pastrana– es cuando sostiene que los periodistas sólo pueden ser liberales o conservadores, porque estamos en un mundo plural y diverso”. Sin embargo, para El Fisgón el conflicto central del periodismo mexicano sí es entre liberales y conservadores.
CAUSAS ESTRUCTURALES
Como sea, “de ahí a mezclar ese fenómeno con el de la violencia hacia la prensa, hay un enorme trecho –enfatiza Pastrana–. La violencia contra los periodistas tiene otros motivos y otras causas estructurales: desde el sistema de justicia tan débil que tenemos en México, hasta la relación perversa que se construyó entre el PRI y los dueños de los medios de comunicación, pasando por la falta de organización gremial”.
“Por esas causas estructurales que vienen de mucho tiempo atrás, cuando a Felipe Calderón se le ocurrió inventar su guerra contra las drogas para legitimarse los primeros golpeados por el conflicto fueron los periodistas, ya que ellos tienen la información.
“Ese fenómeno violento es muy distinto y nada tiene que ver con la narrativa de este gobierno que, al final, está sacudiendo las conciencias de los periodistas y del ciudadano común. Todos los días, López Obrador nos pone frente al espejo de la desigualdad del país”, señala la invitada.
EN DEFENSA PROPIA
Para Hernández, las mañaneras son un fenómeno de comunicación, pero, en el análisis que se ha hecho de estas conferencias se les quiere entender como si fueran algo que nació de la nada, un espacio que a AMLO se le ocurrió para despotricar contra sus oponentes. Y no, a la mañanera hay que verla en el contexto de una campaña de los medios corporativos más poderosos en contra del actual gobierno y, antes, de la figura de López Obrador como candidato y líder de la oposición.
La conferencia es un mecanismo de López Obrador para enfrentarse a una campaña que no lleva cuatro años sino décadas, sigue diciendo Hernández. Es una campaña de descrédito permanente, centrada en el objetivo de mellar la popularidad de Andrés Manuel.
Se trataba de desacreditarlo de tal manera que fuera fácil derrotarlo en las urnas o, ahora, derrocarlo. Eventualmente, para poderle fincar un proceso judicial que lo saque de la Presidencia o lo encarcele después de su mandato. Si algo ha impedido que esta estrategia funcione son, en buena medida, las mañaneras, sostiene el monero.
En ese sentido, de lo que se ha dicho de las conferencias ¿qué es cierto y qué no? ¿Cómo hay que ver este ejercicio de comunicación?, pregunta Hernández.
PROPAGANDA, NO CENSURA
Para Daniela Pastrana, “esta campaña no es contra López Obrador necesariamente, sino contra cualquier intento de gobierno progresista en la región. Vi un tuit que decía: ‘¡Vergüenza nacional!’ Pero contra lo que supuse en un inicio, no contaban que el presidente de México se había comido a un niño sino que hablaban de Chile y Argentina. En todos lados es el mismo discurso: en España, Perú o donde sea, cualquier intento de un gobierno progresista o de un capitalismo menos salvaje al que hemos tenido en los últimos 40 años en el mundo, enfrenta una campaña negativa muy fuerte.”
Los moneros sopesan el efecto de esas campañas: en Argentina, la popularidad de Alberto Fernández ha bajado muchísimo; en Perú, Pedro Castillo está en un 16 por ciento de aprobación. Pero mientras en esos países han funcionado los empeños por desacreditar al presidente, en México no. Y, en buena medida, es por las mañaneras.
“El problema es que nos dijeron que la mañanera es una conferencia de prensa, y allá fuimos todos asumiento ese esquema que tenemos entendido de lo que es una conferencia de prensa –reconoce Daniela Pastrana–. La mañanera no lo es. Es una herramienta de comunicación política, y como tal es eficaz. Cuando me dicen que es censura, les digo: no, no es censura. Cuando me dicen que es propaganda, digo: sí, y es legítimo que se defienda un proyecto desde las tribunas que se tengan y desde las opciones disponibles.”
TODOS AL PAREJO
“El problema en este diálogo circular es que se ha ido perdiendo el efecto inicial. Al arranque del sexenio, había en las mañaneras muchísimas más posibilidades de cuestionar temas importantes –advierte Pastrana–. Yo recuerdo que le pregunté un par de veces al presidente sobre el fracking. Con el tiempo, frente a la decisión de muchos representantes de los medios corporativos de ya no ir, esos espacios de preguntas inteligentes se cubrieron con lo que tenemos.
“En esta sociedad aspiracionista, todos los reporteros están esperando ser Bob Woodward y Carl Bernstein [los reporteros de The Washington Post que destaparon el escándalo Watergate que le costara la presidencia a Nixon]. Pero lo que vemos en las conferencias de la mañana y lo que veíamos en las conferencias de la tarde, es que la mayoría de nuestros periodistas no son así. Por las mismas desigualdades que hay en el país, no todos tenemos el mismo acceso a la capacitación o a los recursos para destacar en una conferencia de prensa con el presidente.”
A Pastrana le parece muy bueno que abran el acceso al Salón Tesorería, y tengan la misma oportunidad de entrar y preguntar el reportero de la radio comunitaria que el de una cadena nacional o el reportero de un diario de referencia que un youtuber. “Aunque a veces sea desesperante la pregunta que hacen, todos estamos ahí parejos”.
“Hasta ahí la parte buena. El asunto es que, en la medida que la mayoría o una buena parte de quienes reiteradamente hacen preguntas o que tienen acceso porque llegaron a las 2 de la mañana (yo una vez me desmayé porque llegamos a las 4 de la mañana), el espacio se ha ido ocupando por gente que hace preguntas que, por lo general, no tienen ningún sentido. ‘¿Es cierto, señor presidente, que se mete a una máquina para mantenerse joven?’, quiso saber alguien. Y me pregunto, ¿cuál es el interés público de eso?, pero es lo que al final determina la dinámica.
“Después de casi cuatro años, también del gobierno hay una reacción a la defensiva. Eso es entendible pero, al final, la mañanera es un ejercicio, una herramienta valiosa que tendríamos que cuidar todos: organizaciones, periodistas, ciudadanos.”
HACER EL VACÍO
Para El Fisgón, que no haya preguntas más sólidas en la mañanera es un problema de la prensa que va o no va. Dejaron de asistir los grandes medios, los grandes periódicos. Esa decisión la tomaron con la intención de hacer el vacío y que el espacio desapareciera. No es gratuito que haya habido iniciativas y campañas pidiendo explícitamente la cancelación de las conferencias. Como ya entienden de qué va, hacen hasta la antimañanera.
Lo que ocurrió es que la mañanera, simplemente, le quitó a estos consorcios mediáticos el monopolio de la opinión. En el México de la era neoliberal había monopolios de todo: telefonía, azúcar, la masa, la harina… y la opinión. Pero si bien les quitaron ese monopolio a los grandes consorcios de comunicación masiva, es un tremeno error salirse de las mañaneras. Tendrían que ir para hacer preguntas mucho más periodísticas, más sólidas.
Entre los que van, también hay gente que lleva la intención de reventarla: se agarran al micrófono para polemizar con el presidente y uno se pregunta a quién le están haciendo el juego, remata El Fisgón.
“Esa intentona de reventar la mañanera, también ocurría en las conferencias de la tarde –donde, entre otros funcionarios, el subsecretario López-Gatell hablaba de los avances en el combate a la pandemia, precisa Daniela Pastrana–. Cuando la primera ola de contagios, se encargaron de decir que unos reporteros se habían infectado ahí y había que dejar de ir. Nos tocó en Pie de Página ser el único medio presente en la tarde, porque el mandato era hacer el vacío.”
También se sabotea la mañanera con “la idea de que no es una conferencia” sino una plataforma propagandística. “Pero es una tontería porque, al final, prevalece la visión del presidente” sobre los asuntos del país. “Estratégicamente es un error, aun si eres oposición, hacerte a un lado. Estás dejando el espacio para que el presidente ponga la agenda todos los días”.
En política, no hay vacíos, y en comunicación tampoco. Los espacios se cubren, coinciden entevistada y anfitriones. “Menos en esta época de internet, y todavía menos si te despiertas temprano. El primero que habla impone la agenda para todo el día. Y eso es lo que pasa permanentemente en la comunicación política en México”.
“Es una estrategia equivocada de muchos medios no cubrir la fuente presidencial porque, entonces, se cubre de otro modo y, al final, eso termina demeritando también la posibilidad que tiene la población de estar mejor informado, de poder hacer preguntas.
“En las conferencias de la tarde, yo me chutaba tres preguntas y las respuestas fueron para mí una maestría en Políticas Públicas: tenía a subsecretarios a los que les podía preguntar y, además, eran muy didácticos. Aprendí de economía y de salud pública. Si hay periodistas que deciden no ir, que asuma las consecuencias profesionales”, resume Pastrana.
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