DESCONFIAD DE TANTA BELLEZA

Al principio, todos dudaron. Y si bien ahora “a Juan Moreno ya le creen y en Alemania le consideran poco menos que un héroe”, tratar de “desenmascarar a un profesional de la mentira a gran escala, capaz de engañar a un país entero”, casi le cuesta el empleo y su propia credibilidad como periodista.

En ‘El escándalo Der Spiegel: paren la rotativa, todo es mentira’, publicado en El País Semanal del 17 de febrero pasado (https://elpais.com/elpais/2019/02/12/eps/1549973689_120344.html), Ana Carbajosa cuenta la historia del español criado en Alemania que ha trabajado como colaborador freelance en la prestigiado semanario que se edita en Hamburgo y a quien le tocó ser reportero asociado de Claas Relotius, el periodista alemán de 33 años que, simplemente, se inventaba las historias que publicaba.

El escándalo periodístico sacudió los cimientos de la prensa alemana y da pie a un nuevo debate —el enésimo— sobre la profesión periodística en todo el mundo, apunta Carbajos.

Moreno “peleó por convencer a sus jefes de que él, el eslabón más débil de la cadena laboral, tenía razón”. Es “una de esas raras ocasiones en las que David acaba por vencer a Goliat”. Mas no deja de ser una victoria tremendamente agridulce. “Su éxito es a la vez la desgracia de Der Spiegel, la legendaria publicación alemana para la que Moreno trabaja como colaborador”.

El fiasco exhibe a una prestigiosa revista que, pese al rigor con el que trabaja su departamento de comprobación de datos, encumbró “a un reportero que se inventaba las historias, que aseguraba haber entrevistado a gente a la que nunca vio y visitado lugares que no pisó”.

Ni los jefes o ningún otro compañero de Relotius se dieron cuenta de que “el más de medio centenar de artículos que su periodista estrella había escrito eran demasiado perfectos para ser ciertos; eran en realidad un fraude”.

OBSESIONADO CON EL ÉXITO

Entrevistado en su piso situado al norte de Berlín, donde vive con su esposa, también periodista freelance, y las cuatro hijas del matrimonio, Juan Moreno llega casi una hora tarde a la cita porque viene de declarar en la comisión de investigación de Der Spiegel:

‘No soy ningún héroe, ni el gran defensor de la verdad. No me quedaba otra. Tengo cuatro hijas y por un momento me vi en la calle porque mi nombre aparecía en un artículo lleno de errores’, arranca. ‘Fueron cinco semanas horribles. Yo sabía que algo no estaba bien, pero no me creían. La frustración era total’.

Pasó semanas casi sin dormir, perdió ocho kilos y “casi se le cae el alma a los pies el día que su hija de dos años y medio pronunció con claridad un nombre: Claas Relotius. ‘Yo me levantaba y me acostaba con ese nombre en la boca’.”

Moreno estaba en México, cubriendo la caravana de migrantes, cuando le llamaron de la revista y le dijeron que iba a escribir un reportaje conjunto con Relotius, la gran pluma de la publicación.

Para un reportaje que finalmente se tituló ‘La frontera de Jaeger’, Moreno acompañaría a un migrante hasta la frontera y contaría el viaje, y en Estados Unidos Relotius se empotraría en un grupo de milicianos civiles dispuestos a frenar la llegada de migrantes.

No es que le entusiasmara la idea al español. “No conocía a Relotius, pero una vez había leído un texto suyo sobre un asesor fiscal cubano que le había chirriado. El trabajo se hizo. A Moreno le llegó el texto firmado a medias y detectó detalles que no le cuadraron. Escribió al departamento de comprobación de datos y documentación, donde trabajan unas 60 personas. No le hicieron caso”.

“Después, Relotius le envió un nuevo borrador en el que aparecía una escena final nueva, en la que un miliciano disparaba contra algo que se movía, insinuando que era un migrante”, relata Carbajosa.

Ese pasaje no aparecía en la primera versión y Moreno pensó: ‘Es imposible que un buen periodista presencie una escena semejante y no la incluya desde el primer momento’.

Cuando compendió que su nombre terminaría apareciendo irremediablemente como firmante de un reportaje falso, Juan Moreno comenzó una desesperada lucha por la verdad, en una frenética investigación contra reloj para salvar su pellejo.

Todo se aceleró cuando “descubrió un artículo publicado en la prensa estadounidense que se parece sospechosamente al de Relotius. En él salía también un miliciano llamado Jaeger, pero había detalles de los personajes que no coincidían. Después, Moreno reconoció en una de las fotos publicadas por Der Spiegel y compradas a The New York Times, a Tim Foley, un miliciano al que había visto en un documental premiado. Era famoso, pero Relotius no le había puesto el nombre y dijo que no le dejó fotografiarle y que por eso fueron compradas las fotos a The New York Times”.

Como las incoherencias crecían, Moreno escribió al jefe del departamento de Sociedad que había encargado el reportaje. ‘No me hicieron caso y me pidieron que fuera a Hamburgo a hablar con ellos’. Después, Moreno recibió una llamada de Relotius. Se había enterado de sus indagaciones. ‘Juan, tienes cosas que decirme’, inquirió. Moreno le lanzó unas cuantas preguntas, sin desvelar sus descubrimientos, y decidió dejarle hablar. ‘Me di cuenta de que estaba mintiendo y de que había un problema muy gordo’.

UN MENTIROSO ENCANTADOR

‘La frontera de Jaeger’ resultó ser la punta de un iceberg. Autor de 60 piezas para Der Spiegel, además de escribir para otros periódicos alemanes que ahora bucean en sus archivos en busca de la verdad, el periodista fraudulento ha obligado a la publicación a “asumir por defecto que todos los artículos escritos por Relotius fueron fabricaciones”, según anunció, poco después de conocerse el escándalo, el director, Steffen Klusmann.

‘Como editores de Der Spiegel, tenemos que reconocer que hemos fallado de forma considerable. Relotius logró saltarse y anular todos los mecanismos de garantía de la calidad de la empresa. (…) En ocasiones, los protagonistas de sus historias existían, pero en otras no. La mayoría de las veces los detalles sobre su pasado y sus circunstancias eran inventados’, añadió Klusmann.

“A finales de enero, la revista publicó un primer avance de las comprobaciones, cuyo resultado es espeluznante. Pero por aquellas desesperadas semanas de noviembre, Der Spiegel no lo tenía tan claro y empezó a sospechar que Moreno podía tener algo que ocultar. Al fin y al cabo, Relotius era un hombre de la casa. Estaba en plantilla y había ganado hasta cuatro veces el gran premio de periodismo alemán, la última vez en 2018, y había sido nombrado periodista del año por la CNN. Era además un tipo que caía bien en la redacción”.

Como Moreno le dijo a Ana Carbajosa: ‘Todos en Der Spiegel le apreciaban. Sus compañeros me han dicho: Si lo hubieras llegado a conocer, no habrías hecho esto’. Para colmo, Relotius estaba a punto de ser ascendido.

 

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