Cuando hablamos del Movimiento del ’68 y entendemos los profundos cambios que propició en la política y en la sociedad mexicano, nos quedamos con la impresión de que la lucha se hubiera desarrollado durante un período largo, pero no fue así. Bastaron 68 días para despertar conciencias con respecto a cambios fundamentales que debiéramos emprender todos los mexicanos.
El 3 de octubre, México amaneció distinto, pues el Movimiento había sido silenciado brutal y convenientemente para los intereses gubernamentales: Rápidamente debía lavarse la sangre emanada de los mártires del 2 de octubre para prepararnos para el inicio de los Juegos Olímpicos que se inauguraron el día 12 del mismo mes. No dio tiempo para olvidar ni el dolor ni el horror de la matanza. Los juegos se llevaron a cabo con normalidad y los resultados deportivos fueron sobresalientes en más de un sentido. México mostró una cara alegre al Mundo, pero era una cara que, en el fondo, ocultaba el inmenso dolor de muchos mexicanos.
Se compitió y al final, el equipo mexicano, ganó 9 medallas, tres de cada metal. Se mostró al mundo la cara amistosa de los mexicanos, una que correspondía mucho más a la Olimpiada Cultural que había tenido lugar durante los meses previos. Esta modalidad no había existido antes y dejó muchas satisfacciones entre nosotros. Quedan todavía los monumentos de la Ruta de la Amistad, al sur de la ciudad de México.
Pero los Juegos Olímpicos nos dejaron otros héroes como Felipe El Tibio Muñoz o Vera Cáslavská, que había participado activamente en La Primavera de Praga y que ganó dos títulos en gimnasia, se la conoció como la Reina de los Juegos Olímpicos de México ’68 y como la Novia de México. Las protestas le significaron a Cáslavská diversos sinsabores con las calificaciones de los jueces durante la justa olímpica, pero siguió protestando aquí y en su País, hasta que finalmente su causa triunfó y alcanzó el nombramiento de Asesora del Presidente Váçlav Havel y después, fue Presidente del Comité Olímpico de su País y miembro del Comité Olímpico Internacional. Se casó en la Catedral Metropolitana de la ciudad de México ante miles de curiosos y con un mariachi acompañando la boda.
Unas semanas después del 2 de octubre, (el 22 de noviembre) salía a la venta el mítico Álbum Blanco de los Beatles y luego llegaba a nuestro País. Se trataba de un álbum doble y era el noveno de estudio del Grupo. Algunos temas se habían conocido antes, desde agosto (Hey, Jude y Revolution) y forman parte de la Banda Sonora del Movimiento. Las sesiones de grabación significaron muchas discusiones y problemas para los miembros de ese grupo, que terminó por disolverse unos meses después. Es decir, 1968, también fue la tumba para el Cuarteto de Liverpool.
El Movimiento permaneció en lo más hondo, en el espíritu de los mexicanos. Con el tiempo, volvió a aparecer y nuevamente fue producto de la furia y la represión gubernamental. Pero siempre fue un movimiento de masas; nadie puede apropiárselo, aún ahora. La lucha se fraccionó, pero no murió. Hizo falta, sin embargo, una figura fuerte que lo cohesionara. Su espíritu, finalmente triunfó como lo hizo Vera Cáslavská y no murió como lo hicieron los Beatles. Los resultados de las luchas justas y masivas, finalmente se alcanzan y los de la nuestra, hoy se encuentran a la vista.
En otros lugares en los cuales se luchó en 1968, hubo resultados antes: París (10 años), Checoslovaquia (21 años); pero en los Estados Unidos, no logran superarse las causas que dieron origen a su lucha (que se desarrolló principalmente en las Universidades de Columbia y Berkeley).
Pero mejorar las condiciones generales de vida de un País como el nuestro, no resulta una tarea sencilla. México debe empezar a dar una batalla diferente, aunque la trinchera ahora es distinta: Debemos acabar con el clima de inseguridad, debemos recomponer el tejido social, debemos combatir la corrupción y su hermana gemela, la impunidad y debemos dar la lucha contra la desigualdad. Todos estos males tienen lastimados a los mexicanos y han impedido la felicidad de nuestros pueblos.
Las herramientas para esta otra etapa de la lucha también difieren de las usadas hace medio siglo: El futuro Presidente de la República ha anunciado, en la propia Plaza de las Tres Culturas, que no hará uso del ejército para reprimir al Pueblo. Ojalá que esa ventaja la hayamos ganado para siempre.
Como ciudadanos mexicanos, no debemos dejar de cuidar lo que nos corresponde ni dejar de luchar por el interés general. Debemos proteger los logros conquistados y acrecentarlos tanto como sea posible. El mejor título que podemos tener para ello es el de ciudadanos. Debemos otorgarle a nuestra ciudadanía todo el valor que le corresponde.
Es todo. Nos encontraremos pronto. Tengan feliz semana.