DIÁLOGO CON MENDIETA

En la emisión de Diálogos por la Democracia del 26 de abril de 2020 (https://www.youtube.com/watch?v=9vAjMKiGw-Y), Abraham Mendieta Rodríguez conversó con John Ackerman acerca de la disputa por las narrativas que se está dando en el marco de la 4T.

Para el analista e investigador español, especializado en el discurso político y los fenómenos del nacionalismo y el populismo en el siglo XXI, es apasionante la narrativa de una cuarta transformación en México.

“Yo vengo de un país en el que la única alternativa democratizadora, la Segunda República, se rompió con un golpe de Estado; una nación que sufrió guerra civil y dictadura militar, y no tengo elementos para construir una identidad o una narrativa de la que pueda sentirme orgulloso”.

En España la derecha tiene “una narrativa perfecta” que, como lo explicaba otro politólogo español Juan Carlos Monedero,“viene desde el medievo hasta hoy, pasando por la monarquía y las dictaduras militares”, y suma ya “500 años de correlato narrativo”.

En cambio, la narrativa del nacionalismo en México es diferente: viene de la Revolución, pasa por la expropiación petrolera y se funda en organizaciones populares.

“Para gente como mi papá que viene de la izquierda tradicional en España y tuvo que resistir al franquismo, la bandera española no le genera ningún tipo de emoción porque tiene los mismos colores que tenía la bandera de la dictadura”, dice Mendieta en referencia a una enseña nacional que luce una corona sobre el escudo y, dentro de esa insignia, el emblema de la casa real de Borbón.

IZQUIERDA QUE ES DERECHA

Formado como politólogo en la Universidad Complutense de Madrid, Abraham Mendieta hizo una movilidad estudiantil en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM. En ese entonces empezó a estudiar la historia mexicana y a compararla con la de su país:

“Uno de los experimentos más interesantes de Podemos (el partido político que ahora mismo forma gobierno en España con el PSOE) pero que han quedado inconclusos, es recuperar el orgullo de la patria para la persona que –haya nacido donde haya nacido– vive, trabaja y no tiene su dinero en paraísos fiscales.

“Esa idea de la patria generosa hace a la gente levantar servicios públicos como la sanidad y la educación”. Pero en toda Europa la izquierda se quedó a medias en la construcción de esta idea de patria, subraya Mendieta.

Ackerman coincide que, en el debate de la historia, esa idea de un nacionalismo de izquierda no es fácil de encontrar en la cultura política. Nacido en Estados Unidos y educado en universidades de su país pero también de México, John observa ciertas similitudes entre su tierra natal y lo que ocurre en España: la narrativa dominante también es absolutamente de derecha.

En EEUU los de izquierda son orgullosamente liberales, mientras que en Europa y México (donde, no obstante, hay una memoria histórica del liberalismo juarista) cuando en la actualidad alguien se dice liberal es automáticamente neoliberal.

Lo que allá se considera izquierda, en México es centro. Y lo que en Estados Unidos se considera centro, aquí es abiertamente la derecha. La izquierda mexicana es casi socialismo para los estadounidenses, apunta Ackerman.

Ese desplazamiento en las coordenadas políticas es lo que permite a personajes como Enrique Krauze y Jorge Castañeda navegar en la corriente de la izquierda estadounidense, como si fueran progresistas. Allá los ven como liberales y para nosotros son neoliberales, se mofa el conductor.

LA IZQUIERDA REGAÑONA

Chantal Mouffe –la filósofa y politóloga belga– le quitó a Abraham Mendieta“un peso de encima” cuando estuvo en esos mismos Diálogos por la Democracia en 22 de marzo de 2020, porque dijo que “en la izquierda podemos ser liberales en lo político, sin necesidad de comprarnos el liberalismo económico. Yo sí creo en la posibilidad del pluralismo y de ganarle una elección a la derecha”.

Como señala Mendieta, a la izquierda europea le cayó el muro de Berlín encima. “Y a partir de ahí, la izquierda europea se desorienta, se convierte en una izquierda amargada que está todo el día regañando a la gente”.

Nadie que haya pasado 14 horas trabajando en condiciones de precariedad en un Burger King, va a soportar que un dirigente de izquierda lo regañe al llegar a su casapor su falta de conciencia, por ser un enajenado. Y menos cuando ese dirigente “habla desde su privilegio, en el mejor de los casos desde la soberbia intelectual”.

Durante la elección presidencial española de 2015, en la que Mendieta fue miembro del equipo nacional de campaña de Podemos, la derecha justificaba los recortes en educación y sanidad con una metáfora: gobernar el país es como una casa donde no se puede gastar más dinero del que entra. Mientras, la izquierda arrogante explicaba que un cierto grado de endeudamiento en los estados de Bienestar permite que a medio y largo plazo haya un mayor nivel de desarrollo.

Resultó más comprensible el discurso de la derecha, que buscaba desmontar el Estado de bienestar, que el de cierto grado de endeudamiento en los estados del bienestar. “Como la izquierda se volvió soberbia y adquirió cierto gusto por regañar a la gente, terminó aislándose de la gente”.

COSTO DE LA PRIVATIZACIÓN

Ese regaño mezquino de la izquierda constituía un discurso vacío de contenido, acota Ackerman, porque no supo explicarle a la gente lo que implicaba el neoliberalismo, aunque los recortes provocaron el colapso del sistema de salud en España.

“Particularmente en Madrid –abunda Mendieta–.Esa comunidad autonómica fue el laboratorio de la privatización del sistema sanitario en España: se lo entregaron a la empresa privada, le entregaron hospitales enteros a fundaciones privadas. Madrid fue siempre el corazón de la derecha y ese proceso de privatización lo ha pagado España terriblemente en estos días de la pandemia”.

Para el invitado, se libra una batalla cultural:

“¿Para salir de esta crisis debemos adoptar un modelo que empiece a valorar por fin los servicios públicos, la sanidad, los profesionales sanitarios?

“¿Necesitamos un Estado fuerte que abrace a su gente o seguimos con un modelo de rescate bancario, tipo Fobaproa, donde salvamos los beneficios de la élite repartiendo las pérdidas entre todos?”

VUELTA A LA NARRATIVA

La tendencia es muy clara, dice Ackerman. En México, López Obrador ha dicho que no va a ceder a los chantajes de quienes buscan socializar las pérdidas, sino que seguirá entregando apoyos sociales y económicos a los más necesitados. Y hasta Trump que, si bien está rescatando a los ricos, reconoce la necesidad de repartir cheques a todos los ciudadanos, una especie de ingreso mínimo como ocurre en todo Estado social.

Estamos viendo el final de la ideología del neoliberalismo, concuerda Mendieta. “Y es el momento de darle la vuelta a la narrativa”. A estas alturas, “antisistema”es la empresa que va a dejar a sus trabajadores, en plena emergencia sanitaria, 30 días sin salario.“Radicales son aquellos que están tomando decisiones contra la sociedad”. Terroristas, porque hacen terrorismo patronal, quienes “están dejando a millones de personas a la intemperie”.

Mendieta espera que “la narrativa se resuelva del lado de un Estado fuerte, que abraza a su gente. Pero también es verdad que tenemos muchos traficantes de desidia, muchos buitres y una comunicación completamente sesgada por carroñeros”.

ÉLITES CARROÑERAS

Observador extranjero del Instituto Nacional Electoral, asesor de diversas instituciones políticas y consultor parlamentario en España, México y Guatemala, Mendieta señala que hay cierto fetichismo por la necropolítica comunicacional en determinados sectores de nuestro país:

“Es gente que no entiende que perdió una parte del poder democráticamente en las urnas, y se resiste de la peor manera posible. Vimos imágenes dantescas como la del expresidente Felipe Calderón –quien tiene a su mano derecha, Genaro García Luna, en prisión por narcotráfico– acusando sin pruebas a un ciudadano de ser narcotraficante, sólo porque apareció en una foto con Andrés Manuel. El mismo Calderón compartió fotos de República Dominicana como si fueran sucesos ocurridos en México”.

Son carroñeras “las viejas élites políticas que no entienden por qué han perdido una parte del poder, si ellos siguen siendo ricos e influyentes”. Olvidan que “ya no tienen el poder político democráticamente electo en la urna”.

Mi correo electrónico: carvajalberber@gmail.com.

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