Como hiciera al arranque del foro #EntendiendoLaConversación, Gabriela Warkentin hizo al director de Políticas Públicas y Mercados Hispanohablantes de Twitter, Hugo Rodríguez, una pregunta para encaminar las conclusiones.
- Beatiz Gutiérrez Müeller ha sugerido a Twitter hacer algo para eliminar los ataques personales, especialmente cuando se trata de niños. Aunque algunos son orgánicos, esos ataques muchas veces son provocados por automatizaciones. Sin caer en la censura, ¿Twitter puede hacer algo contra esos ataques coordinados? Cuando la plataforma ve estas batallas de posiciones, ¿puede intervenir en entornos de ese tipo?
Para Hugo Rodríguez la pregunta clave no es si Twitter puede hacer algo, sino qué es lo que tenemos que salvaguardar en la conversación pública. Lo que le da poder a estas plataformas es la pluralidad de voces, dice, la diversidad de opiniones. Sin embargo, desmarañar la conversación sin remover voces legítimas es casi un arte.
La polarización existe, por definición, con base en ejes sobre los cuales gravita la conversación. El eje clásico es el que separa lo bueno de lo malo. Twitter, explica, tiene reglas específicas para evitar comportamientos abusivos en tres categorías: seguridad, privacidad y autenticidad.
“La plataforma va a intervenir en materia de seguridad, cuando hay por ejemplo una amenaza de violencia contra una persona.
“En materia de privacidad, cuando se comparte sin consentimiento información privada o imágenes íntimas de un tercero.
“Y, en materia de autenticidad, por ejemplo cuando detectamos cuentas automatizadas, bots o cuentas múltiples con un mismo fin, en lo que llamamos coordinaciones artificiales”, desglosa Hugo Rodríguez.
Moderado por la conductora del noticero Así las Cosas en W Radio, en el foro celebrado a través de esa plataforma el 23 de septiembre de 2020 (https://twitter.com/i/broadcasts/1LyGBaLVlMnKN?ref_src=twsrc%5Etfw%7Ctwcamp%5Etweetembed%7Ctwterm%5E1308914048260624385%7Ctwgr%5Eshare_3&ref_url=https%3A%2F%2Fwww.eluniversal.com.mx%2Fnacion%2Fjenaro-villamil-y-gabriela-warkentin-en-mesa-organizada-por-twitter-mexico) participaron, además de Rodríguez, el desarrollador independiente Leo García; Rossana Reguillo, directora de Signa-Lab en el ITESO, y Jenaro Villamil, presidente del Sistema Público de Radiodifusión del Estado Mexicano (SPR).
PAGARON O NO BOLETO
“En cuanto a lo humano, es un problema. Porque Twitter sólo puede ver señales técnicas”, reconoce Hugo Rodríguez.
“Por ejemplo, tenemos capacidad de ver si los boletos que se vendieron en un estadio están ocupados realmente por seres humanos, si no hay asientos vacíos. Lo que Twitter no puede ver, es por qué esas personas están ahí o si alguien más los convidó a ir a ese lugar. Esos recursos no entran a Twitter, la plataforma no vende sus servicios para hacer tales coordinaciones.
“Hacemos lo que se puede, con apego a reglas que siempre están en evolución. Lo que me lleva a un segundo plano: la colaboración proactiva. Una plataforma abierta tiene sus ventajas, que la API (interfaz de programación de aplicaciones, por sus siglas en inglés) esté abierta permite la investigación que va alimentando la discusión en estos temas.
“También hacemos alianzas proactivas con instituciones académicas que han desarrolado bases de datos específicas para profundizar estos temas, y eso sin duda nos va a ayudar a entender qué esta pasando con los intentos de manipular la plataforma.
“En cuanto a la polarización y la intoxicación, cuando hablamos de las porras siempre hay una persona que lidera esa porra o que la inició. Es difícil desenmarañar la conversación cuando, quien está en ese eje, decide atizar la conversación en lugar de cruzar el pasillo para tener un diálogo civilizado con la persona de enfrente.
“Necesitamos responsabilidad de la voces públicas que utilizan estas plataformas. Mientras nos sigamos dividiendo entre buenos y malos, estaremos atizando la polarización. En Twitter seguimos esos diálogos, buscando cómo minimizar los temas conflictivos con base en las reglas de la plataforma, pero también con productos como uno que te permite hacer una pausa o silenciar la conversación.
“Es importante poder tener conversaciones públicas con actores sociales. Pero si la conversación se vuelve altizonante, es tu derecho poder entrar a una sala privada con esa persona con la que quieres tener un diálogo”, enfatiza Hugo Rodríguez.
En ese sentido, para Gabriela Warkentin, cuando el insulto es la única posibilidad de diálogo, terminas silenciando una cuenta. “Eso, si no la bloqueas. El problema es que, al silenciar, corres el riesgo de acabar hablando un poco contigo mismo. Para eso, mejor le hablo únicamente a mis cuates”.
LAS FILAS DEL ESTADIO
Siguiendo la metáfora de Twitter como un estadio donde la tecnología nos permite saber si hay personas sentadas en las gradas (que no sean bots), pero no quién o qué motivaciones las llevaron ahí, Signa-Lab o analistas como Leo García buscan desarrollar herramientas para “poder interrogar a nivel micro el mundo sociodigital, y saber cuáles son las interacciones entre quienes están sentados en la fila A y los que se sentaron en la fila B del estadio”, dice Rossana Reguillo.
El objetivo es que, “a través de ese análisis, podamos descubrir cuál es el conjunto de relaciones viciadas alrededor de esa reunión de usuarios, y distinguir si hay un uso orgánico o automatizado de las cuentas”, agrega la directora de ese espacio interdisciplinario de investigación, experimentación y desarrollo tecnológico de la universidad jesuita en Guadalajara, llamado Signa_Lab.
Por ello, “es importante mantener una interlocución constante entre el sector gubernamental, las plataforas y el sector académico, para generar los insumos necesarios para que los usuarios se piensen a sí mismos”.
En ese sentido, es importante “el trabajo que hacen expertos como Leo García en sus redes. Me sorprende la capacidad que tiene para, en tres tuits, hacer pedazos nuestras certezas respecto a qué pasa si nos subimos a una tendencia de golpeteo”, dice Reguillo,
Reguillo invita a entender también el trabajo de Jenaro Villamil. El periodista que ha estudiado fenómenos como la rebelión de las audiencias y las ciberdisidencias, quiere “llevar estas preocupaciones al interior del gobierno federal para abrir un espacio de discusión franca e informada”.
Por otro lado, la investigadora emérita del ITESO pide “tener cuidado con las teorías conspiratorias que están de moda en Twitter, con eso que llamamos la editorialización con grafos”. Ahora, cualquiera que pueda hacer un grafo con Gliffy se siente con la autoridad para generar una teoría sobre el nuevo orden mundial.
Gracias a la “generosidad impresionante” de Twitter, “hemos aprendido mucho en estos años. La apertura para que los investigadores podamos conectarnos a su API, nos permite justamente plantear esas preguntas respecto a por qué va a la gente al estadio, con quiénes van y qué gratificaciones obtienen”.
Sin embargo, “apenas estamos planteando las preguntas petinentes. Y por eso es importante hacer visible la discusión, aguantar vara ante los ataques y bajarle al insulto”, señala Reguillo en referencia al grado de polarización e intoxicación que padecen espacios digitales como Twitter o Facebook.
HAY LANA DE POR MEDIO…
Como moderada del foro, Gabriela Warkentin reconoce que en estas interacciones de cuentas en Twitter “hay lana de por medio. Es evidente que hay bots, no es un tuiteo orgánico cuando se ven estrategias como las que sufren, por ejemplo, medios informativos de Sinaloa y Sonora que han recibido ataques de hackers a sus plataformas”. ¿Hay financiamiento o esos ataques se dan por la buena voluntad o el enojo de alguien?
Leo García acepta que sí hay un estímulo económico a ciertos grupos y frentes, pero, “contra lo que parece, no se necesitan muchos recursos. Bastan ciertas personas que sepan incidir de manera precisa en la conversación, para que causen todas las reacciones: amplificar el malestar o echar porras”.
“¿Cuál es el estímulo para posicionar estas tendencias?, es una de las preguntas más difíciles de responder. Por un lado, las plataformas no dejan de ser herramientas comerciales. Y aunque nadie entra a una tienda para comprar 25 kilos de bots, sí hay agencias a donde llevas un producto (que puede ser un político) para que lo promuevan.
“Twitter no recibe ingresos por la prestación de esos que, en algunas investigaciones, llaman servicios del tercer piso. No hay una investigación concluyente, pero sabemos que grupos y sectores muy específicos son manejados por dichas agencias.
“Establecer si tales cuentas pertenecen a una empresa, es algo que no se puede hacer con los datos visibles, pero son preguntas a las que tenemos que encontrar respuesta con un trabajo multidisciplinario.
“Lo que está claro es que cuando se dan este tipo de coordinaciones donde hay un estímulo económico, las finalidades nunca son legítimas. Si bien, no hay que estigmatizar en vano: no siempre hay un estímulo económico para conducir reacciones emotivas y, con ello, incidir en la conversación.
“Por lo pronto, no hay respuesta a una pregunta que por lo demás no es fácil, salvo cuando Twitter y Facebook investigan y llegan a la punta de la madeja para señalar la responsabilidad de una determinada empresa.
“Después de caminar un trecho de investigación académica e incluso periodística, sólo nos queda la posibilidad de marcar la ruta que se sigue en la conversación digital, para poder llegar con certeza al punto donde surgen esas manipulaciones”, resume Leo García.
Y PASIONES DESBORDADAS
Warkentin reconoce, por su parte, que no es fácil trazar cuando un trending topic está pagado, pero es indudable que hay dinero aunque no sepamos quién lo pone ni quien está manejando la conversación. ¡No podemos ser ingenuos!
Es más, debemos pensar que hay dinero pero reconocer que no todo es dinero. También hay otro tipo de pasiones y pulsiones, otro tipo de momentos y de manejo de las plataformas además del uso estratégico para desestabilizar ciertos temas o meter otros.
La moderadora del foro se suma al esfuerzo para luchar contra la infodemia que está haciendo Jenaro Villamil, y al llamado del presidente del SPR para hacer un consumo de medios y consumo digital más consciente.
Warkentin destaca este tipo de intercambios entre académicos, expertos independientes, ejecutivos de empresa y funcionarios de gobierno, donde se puedan plantear inquietudes respecto a qué voces importan más en la conversación, hay momentos más complejos y redes que se están usando de una u otra manera. Apostándole a una ciudadanía digital, ojalá pudieramos abrir este debate a conversaciones donde se escuchen las partes, sin que se señalen porque últimamente todos estamos señalando demasiado y conversando muy poco.
“En efecto –coincide Villamil–, el estado de infodemia se agudiza cuando ya no escuchas al otro, cuando ya no somos capaces de debatir y nos conformamos con señalar o etiquetar.
“Hay más etiquetación que polarización. Estamos menos polarizados de lo que a veces muestra la participación en Twitter u otras redes sociales, y para polarizar menos hay que debatir más, conversar más.
“Desgraciadamente, la epidemia se acabará antes de un año pero la infodemia continuará. Ya se construyó un mecanismo, incluso con inteligencia artificial como lo estamos viendo en la campaña de Estados Unidos y seguramente lo veremos en las elecciones mexicanas de 2021, que nos obliga a los comunicadores, con cargo público o sin él, a estar pendientes de esta situación”.
LA OTRA REALIDAD
Hugo Rodríguez enfatizó que el continuo diálogo es lo que permitirá sanear la conversación. Fuera de los espacios de la política, la conversación pública es otra realidad. Hemos sabido de personas que encontraron trabajo a través de la plataforma o que comparten eventos culturales e historias de vida. Cuando salimos de estas burbujas de radicalización, encontramos un universo diferente.
Esto lo vamos a lograr con mucho diálogo, que esperamos se centre en tres puntos:
– Conceptos claros. Si a todo le llamamos bots, por definición no hay diálogo democrático porque todo lo que no me checa es inválido. Es importante, pues, distinguir qué es un bot de un trol y de una coordinación.
– Transparencia. Abrir la plataforma permite que los expertos hagan investigación. Si hay recursos que motivan estas conversaciones viciadas, están fluyendo fuera de la plataforma. Son personas humanas, son agentes y estrategas, pero no es algo que Twitter promueva sino, al contrario, penaliza.
– Colaboración académica. Mediante diálogo, pero también con interacción. Ejemplo de estas iniciativas es el trabajo de Signa_Lab, lo que Leo García consigue con sus tuits o trinos y lo que está logrando el portal de Infodemia. Al investigar conjuntamente estos temas es como podemos abonar a la construcción de una conversación pública.
Finalmente, a nombre de Twitter, Hugo Rodríguez anunció que este fue el primero de varios foros a los que convocará la plataforma.
Mi correo electrónico: carvajalberber@gmail.com.