DIES IRAE

El Dies Irae, el día de la ira, fue una parte de la secuencia de las misas de réquiem del rito romano hasta 1970 y deriva de un himno latino del siglo XIII que se atribuye a Tomás de Celano (1200-1260), que fue amigo, biógrafo y discípulo de San Francisco de Asís. También es atribuido a otros personajes, incluido Gregorio Magno (540-604). Y ahora en México resuena a raíz de la tragedia de Tlahuelilpan. Pero allí llegó el día de la ira, descargada en los que menos tienen y no en cambio, en los que más roban. En esa zona que es particularmente pobre, donde priva la desolación y el olvido, donde se notan más los estragos del saqueo del que ha sido objeto nuestro País, donde ha faltado la solidaridad de los gobiernos para igualar un poco siquiera las condiciones de vida y las oportunidades de los mexicanos. Donde resulta difícil superar el hambre. Donde el pequeño saqueo de los más pobres sirve para enmascarar el gran saqueo del que se benefician unos cuantos. Allí, donde la ingeniería del saqueo de los tecnócratas se hace más presente.

La tragedia cuenta ya 89 los muertos hasta el último parte de las autoridades, pero la cifra ha venido creciendo desde el viernes cuando se presentó la explosión en el ducto. Como si las primeras cifras no hubieran sido suficientes para cuantificar una gran tragedia que tuvo como escenario un municipio donde la gran mayoría de sus habitantes (alrededor del 70 %), vive en pobreza extrema. Y de lo que se ha dado a conocer de las indagatorias, se sabe que alguien rompió el ducto cuando, a máxima presión, llevaba el carburante a la Refinería de Tula, distante unos cuantos kilómetros, para luego invitar a la población a robar el combustible que pudieran. Talvez una mente siniestra lo hizo después de haber imaginado el espectáculo dantesco, cuyas imágenes se multiplicaron en la televisión y las redes sociales (se viralizaron, para decirlo en lenguaje moderno). El que junta estas letras desea que los verdaderos autores del gran robo y de esta tragedia pronto caigan para que ya no causen males adicionales a México pues lo que han ocasionado es algo que deja corta a la imaginación de los seres más desquiciados.

El robo a PEMEX, y por tanto al erario y por supuesto, a todos los mexicanos, llega ya a niveles que rebasan la perversidad: Primero supimos que el robo hormiga que se presenta en infinidad de comunidades (y que es escandaloso) era tan solo una manera de enmascarar el robo cometido por los de cuello blanco. Ahora empezamos a saber que el saqueo a los ductos y los depósitos de la empresa productiva del Estado, es un robo con muchas variantes, pero además que es un robo que oculta uno todavía mayor, el de petróleo crudo, y que éste pudiera ubicarse inclusive entre la mitad y dos tercios del extraído, y que se presenta, sobre todo en las plataformas marinas y que la desviación se realiza, principalmente, en Cayo Arcas, Pajaritos, Santa Elena y La Cangrejera y que ese crudo es desviado hacia el Mercado Spot de Rotterdam.

Ese Mercado Spot, también conocido como mercado negro funciona desde 1959, cuando fue iniciado por dos empresas ilustres, Halsey Peckworth y Shell Oil que habían instalado refinerías en casi todas las regiones controladas por las empresas multinacionales dedicadas a procesar gasolinas, gasóleos y otros productos. Ahora resulta que no solo se realizan transacciones con petróleo robado sino también, con petróleo de sangre.

Empiezan a citarse nombres de políticos otrora destacados, de consorcios internacionales y de prominentes líderes petroleros. Se afirma, como ejemplo, que los intereses de Romero Deschamps, que es un mexicano ilustre y excepcional, es uno de los pioneros en estos menesteres y que, ya cuenta con una experiencia de 40 años mostrándonos sus habilidades y aún no está cansado ni da signos de querer jubilarse. Esto sin duda, es una vergüenza. Y todavía no es todo: Hay negocios turbios e irregulares, fuera de toda norma, con todo, como la transportación de combustibles, donde figura un puñado de nombres distinguidos entre los beneficiarios, compra de transportes petroleros que no se entregaban y no se realizaban las denuncias o éstas se formulaban mal; y otra larga lista de irregularidades de todo tipo. Vamos, que cuesta trabajo imaginar todo lo que sucede y que se ha pagado con el hambre y el sufrimiento de muchos millones de mexicanos.

Y nosotros, los de este idílico paisaje de volcanes y playas, preocupados por los Silverios, los Marios y los Nachos. En medio de semejante maremágnum, todos estos principiantes no cuentan, son como nenitos. Y a nivel nacional, preocupados por la trama Odebrecht, que es también, peccata minuta; o los casos de los Duarte y de otros personajes igualmente ejemplares. Y nos explicamos cada vez más los tratos y tramas entre el PRI y el PAN. Y cada vez, también, podemos entender mejor a Ramón López Velarde (1888-1921) cuando en su Suave Patria decía a nuestro México aquello de que el Niño Dios, te escrituró un establo y los veneros de petróleo, el Diablo. Y que México se escribe con X, que algo tiene de cruz y de calvario.

Y cada vez, clamamos más por justicia, justicia y más justicia.

Es todo. Nos encontraremos pronto. Tengan feliz semana (aunque no sé cómo, esos son los deseos de este juntador de letras).

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