Dos de octubre, no se olvida. Frase que se repite y se vuelve a repetir porque lo sucedido esa tarde y noche en la Plaza de las Tres Culturas en Tlatelolco no se olvida y no se olvidará. Ahora, cuando vemos al Ejército pasear su desprestigio por las calles del País, en su lucha contra el crimen organizado, no podemos dejar de recordar esas horas violentas, porque también fue entonces cuando las fuerzas armadas que mucho prestigio habían ganado en los años anteriores, perdieron muchos de sus galones. Fue tal el desprestigio que a la fecha no pueden recuperarlos del todo, nuevamente. Eso contribuye al hecho de que se hayan convertido en una institución débil. Y otros hechos posteriores, contribuyen también a su desprestigio.
Es una fecha que permanece grabada en las mentes y en las conciencias de todos los mexicanos y no solo en las de quienes asistieron a los hechos trágicos de ese día. El 2 de octubre significó acabar de tajo con los sueños de muchos. Sueños pioneros que requerirían muchos años para ir, paulatinamente logrando el objetivo. Pero talvez La Changa Díaz Ordaz no imaginó que las luchas justas triunfan al final porque los luchadores no piden, sino exigen. Y eso sucedió con esa lucha del 68.
El 2 de octubre acabó esa etapa porque su organización fue arrasada, pero no extinguida. Ya se había probado que las demandas eran justas y el triunfo era posible. Pero la unidad no es fácil de alcanzar y esa unidad resulta fundamental en una lucha como la que se daba. Al cumplirse un año más, se recuerda multitud de nombres, los de los líderes, pero injustamente se olvidan muchos otros, de verdaderos luchadores, muchos de ellos, caídos en las batallas tempranas. Y a esos, a todos se les debe honrar.
La lucha del ’68 fue tan dura y dejó imágenes tan crudas que marcó una generación, quedó tatuada en la mente de muchos y en el cuerpo de algunos. Por eso, el 2 de octubre no se olvida. Era una lucha justa porque un pueblo que es integrado por humanos, debe participar en las decisiones que guían al País que habita. Nadie es un iluminado que puede imponer su voluntad a los demás, aunque tenga el poder y los ejércitos de su lado. Eso se les olvidó a los tecnócratas de ahora, cuando procuraron su bienestar y sus negocios sin importarles nuestra opinión. Se les olvidó a quienes tomaron decisiones cupulares de espaldas al pueblo. Se les olvidó a los que se asociaron confundiendo el gobierno con una corporación. Se les olvidó a los que confundieron el sistema electoral con la bolsa de valores. Se les olvidó a los que confundieron a las cámaras legislativas con las cámaras de la televisión, o con las cámaras frigoríficas donde guardan los cadáveres de los abatidos por el crimen organizado y por las fuerzas del orden. Y esas, están llenas y cuando se llenan empieza el peregrinar del show del terror de los tráileres que vemos en Jalisco.
Nunca más debe haber necesidad de que exista una lucha como la de hace 50 años y si hay necesidad de librar una batalla, nunca más, el gobierno debe reprimir al pueblo como se hizo entonces. Los ciudadanos tenemos derechos que podemos y debemos ejercer. Los dictadores son tiranos y los ciudadanos debemos exigir que muestras opiniones sean tomadas en cuenta cuando se toman las grandes decisiones. Precisamente, ese era uno de los objetivos de la Lucha del ’68: Los derechos humanos, pues entonces se hizo visible la lucha para que fueran respetados. Se pusieron en el mapa mexicano.
Cuando la lucha del movimiento acabó abruptamente muchos de quienes éramos jóvenes entonces pensamos que lo que se había hecho era poco. Cincuenta años después, pensamos que lo que se hizo, fue mucho.
Si bien, el Movimiento tenía algunos antecedentes como las luchas magisteriales, las ferrocarrileras o las de los médicos, que, en su momento, también habían sido brutalmente reprimidas; 1968 marca un antes y un después. El 2 de octubre anunció el final del régimen autoritario de la Revolución Mexicana que se encontraba ya, muy desgastado, agotado, y el inicio de una transformación democrática. Es decir, el 2 de octubre fue el heraldo de la Cuarta República, de la cuarta transformación de la República. Ese es el balance final. Por eso, no se olvida.
Es todo. Nos encontraremos pronto. Tengan feliz semana.