DOS LIDERAZGOS

El 17 de marzo, un día antes de la celebración por el 85 aniversario de la Expropiación Petrolera que en 1938 decretó su abuelo, se anunció la renuncia de Lázaro Cárdenas Batel a la Coordinación de Asesores de la Presidencia de la República.

Lázaro había entregado su dimisión un mes atrás, pero no se hizo oficial hasta que se confirmó que deja el gabinete de Andrés Manuel López Obrador para asumir la secretaría permanente de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac).

Como su padre, el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, un tío de éste, Dámaso Cárdenas, y su abuelo el general Lázaro Cárdenas del Río, el etnohistoriador Cárdenas Batel también fue gobernador de Michoacán: encabezó entre 2002 y 2008 la primera administración perredista en ese estado.

Con esos mismos colores negro y amarillo, en 1997 Cuauhtémoc se había convertido en el primer gobernante del entonces Distrito Federal electo popularmente. Y también con el registro del Sol Azteca, Andrés Manuel ejerció a partir de 2000 el primer mandato sexenal en la Ciudad de México. Cárdenas Solórzano fue candidato presidencial de las fuerzas progresistas en 1988, 1994 y 2000; López Obrador en 2006, 2012 y 2018.

En un horizonte donde confluirían (mejor dicho, se reencontrarían) los dos grandes liderazgos que ha tenido la izquierda partidista en nuestro país, hace unos días se hizo patente la posibilidad de que Lázaro Cárdenas contienda por la jefatura de Gobierno de la CDMX en 2024.

RELEVO GENERACIONAL

Distraídos con los recurrentes desencuentros entre CCS y AMLO, muchos leyeron a botepronto la renuncia de Lázaro como la ruptura definitiva entre el cardenismo y el obradorismo, las dos grandes corrientes del nacionalismo que sobrevivieron al corrimiento del viejo régimen a la derecha neoliberal. Otros, en cambio, atisban en su incorporación al organismo con sede en Sao Paulo un relanzamiento electoral de Cárdenas Batel, ahora como activo de la 4T.

El 18 de marzo, entrevistado en el marco del festejo, Lázaro aclaró que su relación con López Obrador sigue siendo de amistad y confianza, pero descartó competir por una candidatura para la jefatura de Gobierno de Ciudad de México. “No me lo he planteado”, dijo.

En la mañanera del día anterior, al confirmar la incorporación de Lázaro a la Celac, el presidente López Obrador descartó por su parte cualquier diferencia con el ingeniero Cárdenas, y aseguró que le tiene mucho respeto.

Acerca de Cárdenas Batel, adelantó que “nos va a seguir ayudando porque lleva toda la relación con países que están apoyando para contar con médicos especialistas, como es el caso particular de Cuba”. Y no descartó que la salida sea para aspirar a algún cargo de elección popular posteriormente.

“Él va seguir haciendo política, es parte de los que van a sustituirnos, de lo que yo hablo, del relevo generacional”. Para AMLO, Lázaro es un político “muy profesional”, “con principios muy definidos políticamente”.

EL CABALLO NEGRO

Al arranque del sexenio lopezobradorista, cuando no estaba claro qué tipo de perfil reclamaría la lógica de la sucesión presidencial muchos vieron a Lázaro como caballo negro. Sin embargo, conforme fue estableciéndose la meta de al menos doce años para consolidar la reforma obradorista se redujeron las posibilidades para que otras vertientes –ya sea la percibida más al centro derecha (como es la que encarna Marcelo Ebrard) o más a la izquierda (como la de Lázaro Cárdenas)– tomen el relevo de la Cuarta Transformación.

En los primeros dos años de gobierno, López Obrador mandó un mensaje tácito pero inequívoco: si al culminar el sexenio el presidente tiene la fuerza política necesaria, se cumplirá en México la agenda feminista mundial que reclama el arribo de más mujeres al poder.

Las candidatas que postuló Morena y sus aliados en los comicios intermedios adquirieron, en ese sentido, un compromiso de género: no sólo ganar con holgura sus propias elecciones sino acreditar con gobiernos eficientes la naturalidad de las mujeres como gobernantes, incluso en las situaciones de violencia e inseguridad que se han vivido siempre en nuestro país.

Otros vieron esa misma coyuntura como la oportunidad de frenar a Claudia Sheinbaum, jefa política responsable de construir la hegemonía morenista en una Ciudad de México que, desde 1988, se había revelado como bastión de la izquierda. Había que descalificarla como operadora electoral y casi lo consiguen en 2021.

Hay algo que no será ya Sheinbaum después de 2024, gane o no la postulación presidencial de Morena: jefa de Gobierno. Y, para sucederla en el Antiguo Palacio del Ayuntamiento, se dibujan diferentes escenarios en donde el cargo juega en la búsqueda de equilibrios entre los grupos finalistas de la sucesión.

Esos análisis no pueden obviar, aunque lo hacen con frecuencia, que el o la candidata de Morena a la CDMX además de equilibrar la cuota de poder entre las corcholatas debe poder ganar la elección con clara ventaja, incluso recuperando la presencia que la izquierda tenía en 2018 y que (por el sabotaje político de Ricardo Monreal) la estructura del PRD cedió al PAN tres años después.

CABALLADA FLACA

Al inicio del periodo todavía se hablaba de Mario Delgado como un aspirante a la jefatura de Gobierno, pero su posicionamiento no mejoró con su paso a la dirigencia nacional de Morena ni mucho menos con su adhesión al proyecto de Sheinbaum, simulando traicionar su amistad con Marcelo Ebrard.

Otro que se mencionó y desapareció de la lista de aspirantes con viabilidad de conseguir la candidatura fue el secretario de Gobierno, Martí Batres, a quien ya todos ven como el interino de Claudia en la jefatura.

Según el columnista de El Universal, Salvador García Soto, las encuestas serias más recientes midieron a Rosa Icela Rodríguez, secretaria de Seguridad del gobierno federal, y a Ariadna Montiel, la titular de Bienestar, pero aparecen en los lugares más bajos. En cambio Omar García Harfuch, secretario de Seguridad Ciudadana de la capital y apuesta personal de Sheinbaum a sucederla aunque no tenga la simpatía del presidente, puntea en casi todos los sondeos.

Contra la interpretación de que con la renuncia de Lázaro se rompió definitivamente el vínculo de Andrés Manuel con el cardenismo, se impone la versión de que Cárdenas Batel se va por unos meses a la Celac, bajo el cobijo de Luis Inacio Lula Da Silva, para regresar después de las elecciones en el Edomex y Coahuila a hacer proselitismo en la CDMX, menciona García Soto.

Tiene lógica la movida, dos mujeres como propuesta simultánea de Morena a la Presidencia de la República y a la Jefatura de Gobierno en 2024 se verían como un exceso feminista por parte de muchos de los votantes masculinos.

Para amplios sectores del electorado capitalino, el dilema el próximo año será conservar la gobernabilidad (el orden social) más que la gobernanza (el buen gobierno). Máxime cuando ya vimos que la oposición hará campaña exacerbando los temores de los capitalinos a ser víctimas de la delincuencia y el terrorismo.

GUSTAN LOS POLICÍAS

A un sector de los capitalinos les gustan los policías, Marcelo Ebrard fue de 2002 a 2004 secretario de Seguridad Pública del Distrito Federal con AMLO, hasta que con base en las facultades del presidente sobre una entidad que no era todavía soberana fue destituido por Vicente Fox, pretextando el linchamiento de unos gendarmes en la delegación Tláhuac.

Ya como jefe de Gobierno, Ebrard impulsó como sucesor a quien había sido su procurador de Justicia, Miguel Ángel Mancera, en el clásico ejercicio donde el dedazo equivale a elegir quién será tu verdugo. Si el PRD perdió frente a Morena el gobierno que conservaba desde 1997, en buena medida se debió a que Mancera rompió la promesa de una ciudad segura.

García Harfuch es policía de carrera. Su abuelo, el general Marcelino García Barragán, fue secretario de la Defensa Nacional con Díaz Ordaz. El padre de Omar, Javier García Paniagua, fue titular de la desaparecida Dirección Federal de Seguridad, auténtica policía política, y subsecretario de Gobernación en el sexenio de López Portillo; tras estar en la banca con De la Madrid, regresó con Carlos Salinas como secretario de Protección y Vialidad del Distrito Federal, antes de ser nombrado director de la Lotería Nacional. Y uno de los hermanos de Omar, Javier García Morales, fungió como consultor de seguridad para gobiernos como el del colimense Mario Anguiano.

En cuanto a la secretaria de Seguridad, si bien la Guardia Nacional acabó bajo la administración de la Sedena y el Servicio de Protección Federal es un órgano desconcentrado, aun sin mando directo Rosa Icela se ha esforzado por materializar la idea de una fuerza de protección ciudadana que, rompiendo con la tradición policial mexicana, no suponga actitudes represivas. Pero acaso ese perfil no sea del gusto general en una sociedad como la megapolitana que demanda mano firme de sus autoridades.

TATA LÁZARO

Lázaro Cárdenas nunca ha vestido uniforme, pero ya fue gobernador. Es homónimo, por lo demás, del prócer a quien López Obrador menciona reiteradamente como el mejor presidente mexicano del siglo XX.

El cardenismo fue una de las vertientes más definidas del nacionalismo revolucionario. Y se mantuvo fuerte después de la muerte del general Cárdenas en 1970, y de la renuncia de Cuauhtémoc al partido que don Lázaro consolidó, en 1987. Entre los priistas de los estados que se fueron con él y que luego fundarían el Partido de la Revolución Democrática en 1989, estuvo el tabasqueño Andrés Manuel López Obrador.

Todavía en 1988 como candidato presidencial del Frente Democrático Nacional, Cuauhtémoc obtuvo votaciones masivas en las casillas donde sufragaban los soldados. Pero ya hace muchos años que pasaron a retiro los generales que iniciaron su carrera militar con el Tata.

No será de militarista de lo que la derecha acusará a Lázaro en todo caso, sino de agente castro-chavista. Todo lo que necesitan saber los usuarios de las redes sociales que siguen atrapados en la retórica de la Guerrra Fría es que la esposa de Cárdenas Batel, Mayra Coffigny, es cubana.

Como el Foro de Sao Paulo en 1990, la Celac también fue una creación de Lula da Silva y su Partido del Trabajo. Con Hugo Chávez, en Venezuela arrancó la primera ola de gobiernos socialistas en América latina después de la caída del Muro de Berlín. Y tras el regreso de la derecha al poder en muchos de esos países ya fuera por la vía de las urnas, el golpe militar o el lawfare, el triunfo de López Obrador en 2018 supuso el arranque de un segundo ciclo de gobiernos de izquierda.

IZQUIERDA DE LA 4T

Si algo le ha reprochado Cuauhtémoc a López Obrador es no ser en absoluto de izquierda. Las críticas del ingeniero Cárdenas a los alcances sociales de la 4T, antes y después de 2018, le sirvieron en varias ocasiones al conservadurismo como argumento para rechazar al proyecto obradorista de nación.

El momento más delicado del cuestionamiento de CCS a AMLO fue el 30 de enero de este año, cuando Dante Delgado como vocero del Colectivo México anunció que Cuauhtémoc se había sumado a este frente encabezado por Movimiento Ciudadano y en el que participaban políticos de la vieja guardia del PRI, PAN y PRD.

Entre ellos, el excandidato presidencial Francisco Labastida y el exrector de la UNAM José Narro, uno de los exsecretarios de Salud que redactaron el plan para controlar la pandemia de covid en pocas semanas, documento que sirvió a una académica desmesurada para acusar de genocidio al subsecretario Hugo López-Gatell por su manejo de la crisis sanitaria.

Si bien Mexicolectivo se presentó como una opción distinta a la alianza ‘Va por México’ que ha venido construyendo Claudio X. González con las dirigencias de esos tres partidos, López Obrador también fue demoledor con ellos: son “una especie de ala moderada del bloque conservador”.

Horas después, Cárdenas negó haber sido convocante del Colectivo México inspirado en el documento ‘Punto de partida’. E hizo público que, “en su momento, informé a quienes me invitaron a conocer de este proyecto [Mexicolectivo] y a dar seguimiento a su proceso de elaboración que, a partir de consideraciones de carácter político, no seguiría participando más. Estas son las razones de mi ausencia en el acto celebrado ayer”.

Y LÁZARO ANDÓ…

García Soto consignó en su columna del 18 de marzo las dos hipótesis respecto a lo que pudo haber pasado entre AMLO y Lázaro Cárdenas en el marco de ese diferendo: o bien tomó la decisión de renunciar dolido por “el maltrato y las descalificaciones que López Obrador hizo a Cuauhtémoc” o, en todo caso, lo que se vio como una muestra de senilidad del ingeniero al dejarse chamaquear por Dante Delgado, no fue sino una astuta maniobra para resucitar a Lázaro y reencauzarlo dentro de Morena.

Enterado el presidente de que a Cárdenas Batel le habían ofrecido la candidatura de MC a la Presidencia de la República, es probable que lo haya convencido de que “se quedara en su movimiento” y le ofreciera “ser candidato al gobierno de la CDMX”, sostienen las fuentes del autor de Serpientes y Escaleras.

Un día antes de la gran concentración del 18 de marzo, la duda era si Cárdenas Batel, ya fuera del gabinete, sería ignorado por el presidente López Obrador. El discurso de Andrés Manuel centrado en la valentía del general Cárdenas para usar el contexto mundial a favor de la recuperación de la propiedad y la soberanía nacional sobre los hidrocarburos y la industria petrolera, demuestran no sólo que AMLO se compara con el presidente Cárdenas en términos del litio, sino que está conciente del poder que tendría el nombre de Lázaro Cárdenas en las boletas.

De hecho, según García Soto fuentes de Palacio cercanas a Cárdenas Batel insisten no sólo en que “no hay ningún distanciamiento” sino que Lázaro supone un segundo “plan B” (el primero es Adán Augusto López Hernández) por si la sucesión se le complica a Andrés Manuel.

Aún está por aclararse si el futuro de Lázaro está en Brasil, en la Ciudad de México o en Palacio Nacional. Por lo que se dijo en el Zócalo, la cuesta para que Marcelo Ebrard llegue a la candidatura presidencial de Morena es cada vez más empinada. Pero de eso hablaremos en una siguiente entrega de El Remate.

Nuestro correo electrónico: carvajalberber@gmial.com

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