EL CASO MATARIFE

El creador y guionista colombiano Daniel Mendoza Leal realizó Matarife, una serie de cortos documentales basados en investigaciones de él mismo y otros periodistas que vinculan al expresidente Álvaro Uribe Vélez “con hechos y personajes aciagos de la historia de Colombia”, dice la redacción de la Red Ética de la Fundación Gabo.

Matarife se estrenó el 22 de mayo de 2020 en YouTube y, gracias a una innovadora campaña de expectativa y distribución por Telegram y WhatsApp, se viralizó a velocidad inusitada: su primer capítulo alcanzó dos millones de vistas en sus primeras seis horas al aire, informa la fundación creada por Gabriel García Márquez para impulsar el nuevo periodismo iberoamericano.

Sin embargo, un reciente fallo de la Corte Constitucional colombiana ordenó al creador rectificar una serie de afirmaciones hechas en la serie web en contra de Uribe. Y eso da pie a “un debate necesario sobre los alcances de la libertad de expresión y las bases éticas del periodismo”, en el que participaron tres analistas: Jonathan Bock, director de la Fundación para la Libertad de Prensa (FLIP), Omar Rincón, profesor de la Universidad de los Andes, y la periodista chilena Mónica González, corresponsable del Consultorio Ético de la Fundación Gabo.

La controversial producción es vista desde “los ejes de la libertad de expresión, la veracidad, la distinción entre opinión e información y las reglas éticas del periodismo que circula en las redes sociales”, se dice en ‘Caso Matarife: ¿cuáles son los límites éticos de la opinión y los contenidos de redes sociales?’ (4 de agosto de 2022; https://fundaciongabo.org/es/etica-periodistica/noticias/caso-matarife-cuales-son-los-limites-eticos-de-la-opinion-y-los).

Tras el éxito de la docuserie, El País de España y la revista Rolling Stone publicaron entrevistas con Mendoza, y lejos de cuestionar su producto le dieron relevancia a su condición de exiliado. Para la publicación estadounidense especializada en cultura pop, Daniel es el “hombre que perturba el establecimiento colombiano”.

Un día después del estreno de Matarife el senador Gustavo Petro, desde el 7 de agosto presidente de Colombia y acérrimo opositor de Uribe, catalogó la serie como “un éxito audiovisual absoluto”. En los premios India Catalina 2021, Matarife resultó ganadora en las categorías Mejor producción online y Mejor producción de serie documental, el primero elegido por votación del público y el segundo otorgado por un jurado.

UN JUICIO ÍNTIMO

Sin embargo, ha habido cuestionamientos y una de las primeras voces críticas hacia Matarife fue la de Mario Jursich, fundador de El Malpensante, una de las revistas culturales de referencia en Colombia. “Basándome en lo que Mendoza ha escrito sobre Uribe en el pasado”, publicó en su cuenta de Facebook horas después del estreno de la serie, “me temo que Matarife solo producirá una indignación fácil, por completo estéril como marco interpretativo de nuestra realidad y brutalmente dañina para la libertad de expresión”.

Jursich se basó en tres afirmaciones especialmente escandalosas que se hicieron en el primer capítulo de Matarife: que Álvaro Uribe es el “más despiadado genocida moderno que ha pisado el continente latinoamericano”; que es “el dueño de la mitad de las tierras del país” y que “es el responsable, directo o indirecto, de todo lo atroz que ha pasado en Colombia”.

“Cada uno de esos puntos de partida es falso. No impreciso o discutible: falso. Dudo incluso que exista un solo investigador serio que esté parcialmente de acuerdo con alguna de esas tres afirmaciones”, manifestó Jurisch.

Dos años después, el fallo de la Corte Constitucional ordenó a Daniel Mendoza la rectificación de afirmaciones en las que señala a Uribe de “genocida”, “asesino determinador de las muertes de Rodrigo Lara Bonilla, Jaime Garzón y Guillermo Cano”, y de liderar una “empresa de la muerte” compuesta por paramilitares, narcotraficantes y otros criminales.

Mendoza, sin embargo, argumentó que el fallo no lo “condena a un retracto” y que, en su lugar, lo obliga a “aclarar” que ciertos extractos de la serie “corresponden a un juicio íntimo y personal”. En consecuencia, las descripciones de los capítulos de Matarife en Youtube fueron ajustadas para leer: “La serie Matarife se realiza en ejercicio del derecho a la libertad de opinión. El autor de los guiones basa su opinión personal e íntima de Álvaro Uribe en las investigaciones que develan hechos veraces corroborados por imágenes de archivo”.

“La serie debe verse no sólo como el producto de la opinión de una persona y de un pueblo adolorido, sino como una obra artística en la que confluyen, la literatura, las ideas, la imagen y la música”, sostuvo Mendoza.

Para la Red Ética, se trata de un caso que es pertinente analizar para profundizar en los diferentes matices que arroja: ¿hasta dónde llega la libertad de expresión, la responsabilidad de las audiencias, de los periodistas y de los medios digitales? ¿Las investigaciones periodísticas tienen peso a pesar de no haber un sustento jurídico? ¿Cómo medir qué es buen periodismo y cuándo falta a la verdad?

VERACIDAD Y CALIDAD

Jonathan Bock anota que la principal responsabilidad social que tienen los medios de comunicación y los periodistas con su audiencia es la calidad de información que le entregan: “Que esta sea veraz, que se diferencie donde hay opinión de dónde hay información; esta es la fórmula para que la ciudadanía y la audiencia estén bien informadas”. El director de la Fundación para la Libertad de Prensa (FLIP) señala que, en ese sentido, la Corte ordena la rectificación de algunas afirmaciones porque “no tiene la carga de veracidad que corresponde”.

En el mismo sentido, el profesor de la Universidad de los Andes, Omar Rincón, afirma que el periodismo “más que decir la verdad”, debe “mostrar los datos, documentos, fuentes y, después de ello, citar en igualdad de condiciones; es decir, es un método periodístico de comprobar el grado de verdad”.

Según Rincón, la serie “arma una telaraña que junta unas cosas que pasaron y que están relacionadas con otras, y eso es un ejercicio que está basado en documentos, videos o evidencias, y las relaciones

[que hace]

son asuntos de miradas. En eso la serie no tiene problemas”.

Rincón también señala que el inconveniente con Matarife es el exceso de usos de adjetivos: “El adjetivo es un calificativo que tú haces y en esos adjetivos puedes atentar contra el buen nombre o la dignidad humana. Ahí hay un problema: Matarife es una serie totalmente adjetivada. Se convierte en su manera de denunciar”.

Y añade Rincón que “el adjetivo casi que va en contra de la ética periodística” y que un adjetivo es una conclusión que deberían hacer los lectores o espectadores; pero que en Matarife “ese principio se rompe”.

OPINIÓN VS. INFORMACIÓN

Jonathan Bock señala que el fallo de la Corte invita a diferenciar las opiniones de la información: “Claramente distingue que una cosa son una serie de comentarios personales, como es la opinión, y otra es atribuirle unos hechos delictivos, en este caso, al expresidente Álvaro Uribe y a otras personas, donde no hay una prueba, así sea que esto sea veraz”.

De hecho, Bock resalta la relevancia de este fallo por la metodología de la evaluación utilizada: la Corte revisó diferentes elementos y contenidos que se han publicado y, en este sentido, no ordena la censura de la serie, sino la rectificación de algunos de los apartados.

También Rincón indica que tal distinción entre información y opinión debería ser clara para la audiencia: “Uno debería enunciar transparentemente: este es un periodismo de opinión, esto es interpretación, eso es ensayo basado en hechos, lo que sea. Esa aclaración es buenísima para el navegador de redes”.

DE ÉTICA A LA YOÉTICA

Otro de los puntos de análisis que deja el caso de Matarife está relacionado con la responsabilidad periodística, la ética y el rigor en medios no tradicionales, como las redes sociales. Bock detalla que, en la sentencia, la Corte es clara en señalar que el contenido que circula en redes sociales “debe cumplir con los mismos propósitos y las mismas obligaciones que le son atribuibles a los medios de comunicación tradicionales y, por lo tanto, la responsabilidad no varía. Tiene que cumplir con esos mismos criterios y rigurosidad frente a la veracidad de la información que se está presentando”.

Según Rincón, la ética era algo relacionado con los medios de comunicación en el siglo XX, una época “basada en instituciones de legitimidad pública”. No obstante, en el siglo XXI surgen Facebook, YouTube y otras redes sociales como medios por donde circula la información y que “no se hacen responsables de lo que se publica como la regla clásica demanda a los medios”. En consecuencia, “hemos llegado a la ética del yo, y la cosa es personal: yo con yo. Las redes digitales han hecho una pésima promoción de lo colectivo, institucional y legítimo, porque no asumen responsabilidades globales”, reflexiona.

Por ello, afirma que en el caso de Matarife no existe un medio al que culpar, ya que fue una serie difundida solo por redes sociales y transmitida en YouTube. “Uno va directamente en contra de Daniel Mendoza, en este caso, o en contra del periodista que no nos gusta. Se convierte en una ‘yoética’, en la que soy yo solo en el mundo y debo luchar por todo hasta cuando me demanda”, anota el profesor de la Universidad de los Andes.

En una siguiente entrega, las conclusiones de este debate.

Mi correo electrónico: carvajalberber@gmail.com

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