En lo que debió haber sido un día de satisfacción para la comunidad LGBTI del estado, por la colocación de la bandera del “Gay Pride” en la puerta principal del Poder Legislativo, se convirtió en una jornada donde el escarnio y el ataque político terminaron en una rotunda muestra de la homofobia y el conservadurismo que aún permea en un amplio sector de la sociedad colimense.
Preocupante e indignante debería ser el hecho de que, por motivaciones políticas de desprestigio en contra de la Cuarta Transformación en Colima, se llegara a querernos hacer creer que una fiesta de cumpleaños en la que una pareja de hombres jóvenes hicieron evidente su relación sentimental, era equivalente a la famosa “fiesta del Secretario de Turismo”, escena de un crimen en el que presuntamente confluyeron la prostitución, el consumo de drogas, el derroche de dinero público en placeres banales, pero sobre todo, donde sí se sabe que hubo un asesinato atroz pobremente explicado, en contra de un menor de edad de solo 16 años.
No habiendo punto de comparación entre un suceso y otro, los grandes perdedores aquí son los integrantes de la comunidad LGBTI, quienes en el día en que daban un paso importante hacia el reconocimiento de su lucha en la entidad, recibieron la embestida de una campaña que tenía un objetivo muy claro: que la sociedad colimense olvidara aquella “fiesta de turismo” que tan alto costo político tuvo para el Poder Ejecutivo.
El evento que hoy se dio en el recinto legislativo era el simbolismo perfecto de una serie de políticas públicas con las que la Cuarta Transformación ha dignificado la condición de género de este sector colimense. Entre los logros que la LGBTI ha obtenido gracias al Congreso de la 4T colimense, está la aprobación para el cambio de Identidad de Género; el exhorto para crear los consejos municipales contra la discriminación y el consejo estatal; la iniciativa para armonizar la constitución con lenguaje incluyente y no sexista, y la iniciativa para condonar el costo del trámite de identidad de género durante el mes de julio en los 10 municipios, precisó en sus redes sociales el activista César Guerra.
Sin embargo, el conservadurismo colimense, doble-moralista en infinidad de ocasiones, se activó y se extendió por las redes sociales en forma de ataque a un grupo político que no solo ha defendido la igualdad de la comunidad lésbico gay, sino que representa todo lo contrario al statu quo del PRI Gobierno, la simulación de igualdad, explicado de manera muy gráfica en la involución de un estado que ha temido el cambio de siglas partidistas por décadas, régimen en el que la existencia de las cofradías de la diversidad sexual entre los actores políticos se ocultan y solamente se confirman “off the record”.
Lejos estamos de que en Colima los actores políticos puedan desenmascararse y se sinceren sobre sus preferencias sexuales, sin ser atacados atrozmente. La infame comparativa de la condición homosexual con las actividades que se dieron hace unos meses en la casa de un integrante del gabinete estatal representa uno de los puntos más bajos en el historial discriminatorio en contra del LGBTI en Colima.
Aunque lo único positivo de esto podría ser que la comunidad lésbico gay por fin haya podido corroborar qué movimiento político respalda sus intereses, estando dispuestos a enfrentar el costo político que se deba.