Apodado ‘Doctor Muerte’ por medios de comunicación que obedecen a la consigna de anunciantes vinculados a industrias como la refresquera o la tabacalera, Hugo López-Gatell se apresta para fungir como representante de México ante la Organización Mundial de la Salud.
La comentocracia culpa al exsubsecretario de Prevención y Promoción de la Salud de 800 mil muertes que ha habido en México desde que se declaró la pandemia. Y esa tontería de un Menguele vuelto a la vida para ejecutar una nueva ‘solución final’, ha sido repetida en las redes sociales por usuarios ansiosos por encontrar argumentos contra la 4T.
López-Gatell es parte del movimiento cívico que, llegado al poder con Andrés Manuel López Obrador, impuso el etiquetado de alimentos envasados con sellos de advertencia por exceso de azúcar, sodio, calorías, grasas saturadas o grasas trans; impulsó restricciones al comercio de alcohol y tabaco, además de conseguir la prohibición de vapeadores.
Estos activistas lograron también eliminar el uso de dibujos animados, mascotas de marca, personajes, juegos y regalos en los empaques de productos destinados al consumidor infantil. Y, más recientemente, la proscripción de comida chatarra en las tienditas escolares.
Tuvo tropiezos como vocero en el combate a la pandemia, como cuando –tratando de justificar la negativa de López Obrador a dejarse ver con cubrebocas– dijo que “la fuerza del presidente es moral, no es una fuerza de contagio”.
Pero también aciertos, como cuando explicó los estragos que el covid estaba causando en el marco de otra pandemia: la de obesidad, sobrepeso y síndrome metabólico (diabetes, colesterol y triglicéridos elevados) que, especialmente en las zonas urbanas, muchos mexicanos padecen por mala alimentación y sedentarismo.
La mayoría de las decisiones atribuidas a López-Gatell son infamias. Por ejemplo, el periodismo chintinoso se plantó en la cifra preliminar que dio el funcionario sobre las víctimas de covid que podrían esperarse. E hizo como si López-Gatell nunca más hubiera revisado los números ni actualizado la información, conforme se iba desarrollando la pandemia.
En síntesis, el gobierno de México no hizo frente al coronavirus menos, pero sí más que otros países del mundo. Por lo demás, a la luz del conocimiento científico y los datos disponibles, ningún Estado podría haber previsto los alcances de la pandemia. Decir lo contrario, es demagogia.
LA INFODEMIA
En realidad, como voceros de distintos intereses, los medios culpan a López-Gatell de que el gobierno de López Obrador haya reconvirtido los hospitales para hacer frente a la pandemia, y concluido los nosocomios que habían dejado inconclusos tanto Felipe Calderón como Enrique Peña Nieto, sin entregar el negocio de la reconstrucción y el equipamiento a los mismos contratistas que los dejaron así.
Se ensañan con López-Gatell porque AMLO decidió romper con la mafia de proveedores de medicamentos al sector público. Y tampoco cedió al chantaje que supuso esconder los fármacos contra el cáncer por parte del grupo político que, encabezado entre otros por Roberto Madrazo, había tenido el control de la importación y la distribución de sustancias por varios sexenios.
No le perdonan a López-Gatell que AMLO no cayese en la trampa de hacer compras de pánico de pruebas rápidas de covid. Y, menos, que haya acudido al mercado internacional en busca de la vacuna más accesible y expedita disponible, en lugar de adquirir la patente que estos mercaderes representaban.
Para quienes consideran comunista cualquier estrategia de medicina social o miran como invasión extranjera la contratación de doctores cubanos, la postura ideológica de López-Gatell, más que social, suena a socialista.
El conservadurismo mexicano hubiese querido un representante de ellos ante la OMS, y resulta que Claudia Sheinbaum mandó a López-Gatell para acreditar que, por lo menos en materia de salud, el suyo sigue siendo un gobierno de izquierda.
HÉROE EN SU PROPIA CASA
Con un coordinador de programas para el Bienestar que transformó su discurso en prosa poética, y un director general del IMSS que citó un poema de Griselda Álvarez, transcurrió el apartado de salud en el informe de los avances en los proyectos de infraestructura y los programas federales que se aplican en Colima, durante la visita de la presidenta Claudia Sheinbaum a la capital del estado.
Para rabia de todos los que apostaron por una ruptura de Sheinbaum con su antecesor bajo la lógica de los tres sobres (el primero de los cuales indicaba, en la costumbre política, echarle la culpa “al anterior”), el segundo piso de la (Cuarta) Transformación no entierra sus bases.
Los programas para el Bienestar que iniciaron con el presidente López Obrador “hoy llegan al 80 por ciento de todas las familias del país, gracias a que en el 2018, el pueblo organizado, después de años de lucha logró abrir la puerta a una Transformación profunda de la vida pública de México”, dijo el coordinador de las acciones de “esta política social que ha cambiado vidas”, Carlos Torres Rosas, refiriéndose a programas que, como ya están en la Constitución, “nada ni nadie los va a poder quitar”[1].
Tras aportar las cifras que ya desglosamos en la entrega anterior de esta columna, el político poeta sentenció: “la Transformación avanza”. Y aprovechó “para reconocer el trabajo de quienes han hecho todo esto posible”: los servidores de la nación.
Marcando la pauta a aquellos funcionarios de los gobiernos de la 4T que ignoran o, con frecuencia, olvidan las características del régimen progresista en el que trabajan, Torres Rosas señaló que “si un gobierno no sirve para que la gente vuelva a reír, a salir a la calle con dignidad, a mirar al cielo con ilusión, entonces ha perdido su razón de ser”.
“La Cuarta Transformación es más que un plan de gobierno; es el sonido de los pasos firmes de un adulto mayor que ya no se siente una carga, sino un héroe en su propia casa; es la enfermera que toca la puerta con suavidad y entra llevando salud y alivio como quien deja el sol en un cuarto oscuro; es la joven que ya no tiene que dejar la escuela, o el muchacho que encuentra un oficio y descubre que su futuro vale; es la paz que regresa a la mesa cuando se vuelve a hablar de sueños y esperanza”. Por eso, “nosotros seguiremos caminando, escuchando, cuidando, porque gobernar al final es hacer que el pueblo viva feliz”.
LA LAVADA Y LA PLANCHADA
Para ayudarnos a entender la diferencia entre el IMSS ordinario y el IMSS Bienestar, el director general del Instituto Mexicano del Seguro Social, Zoé Robledo Aburto, dijo venir “acompañando a la presidenta en este recorrido por los estados que, como Colima, se sumaron al proyecto del IMSS Bienestar, esta nueva institución”.
“El Seguro Social para la atención de los derechohabientes tiene más de 82 años funcionando en nuestro país, y también en Colima”. Ahora, con el gobierno de Sheinbaum el Sector Salud va a cubrir “desde la visita, la consulta en el domicilio, hasta la alta especialidad”.
Robledo informó que, como parte del equipamiento del hospital del IMSS de Villa de Álvarez, “ya está en funcionamiento (…) la Sala de Hemodinamia”. Esta tecnología avanzada permite “la atención de infartos y también de otros procedimientos del corazón”. Antes, una persona infartada en el estado de Colima “se tenía que ir a Guadalajara o algún otro lugar”.
Pero la noticia (que, según la prensa digital, se da por enésima ocasión) fue el anuncio de la inminente “construcción del nuevo hospital del IMSS en Manzanillo”. Iniciaron ya los trabajos previos y estaría “arrancando la obra en este mismo año [para] acabarla en el primer trimestre del 2027”.
Construida en 1980, “ya hace 46 años”, la torre sólo estuvo en operaciones 15 años porque el gran sismo del 9 de octubre de 1995 “ocasionó un daño estructural a ese hospital”.
Es cierto, se construyó otro hospital del IMSS en Manzanillo, pero el edificio “en la avenida principal” [¿se cuidó Zoé de invocar a Miguel de la Madrid?] quedó “como un hospital fantasma, abandonado por más de 25 años”. Con la gobernadora Indira Vizcaíno “hicimos todos los trámites [con la Secretaría de la Defensa Nacional] para iniciar la demolición”.
Por cierto, en su columna de Milenio[2] Zoé narró cómo el hospital se convirtió en “basurero clandestino, refugio de personas en situación de calle y hasta en escenario de graves delitos”. Y aclaró que una cosa son los “fantasmas en hospitales”, como La Planchada, y otra los “hospitales fantasma” como el del boulevard costero que siguió sin llamar Miguel de la Madrid.
[Durante los casi 27 años que pasaron antes de que lo demolieran, entre los porteños circulaban historias de cómo espantaban en el IMSS. Aunque infiero que quienes poblaban el inmueble no eran zombies, sino adictos en avanzado estado de deterioro].
LA TAREA DE MORIR
El nuevo hospital –siguió diciendo el titular del IMSS– tendrá 73 camas con 13 consultorios de especialidad, y ofrecerá “más de 21 especialidades que actualmente no tenemos allá en Manzanillo, desde cardiología, neurología, medicina interna, nefrología, oncología médica, oncología quirúrgica, ortopedia o traumatología, que son muy necesarias”.
Contará, además, con una Unidad de Cuidados Intensivos y equipo de última generación. Y, como escribió en Milenio, tres quirófanos, 22 máquinas de hemodiálisis y 10 sillones de quimioterapia.
Para Zoé Robledo es un orgullo que en México tengamos presidenta con A y, en Colima, gobernadora con A. Porque “hace 46 años (…) todos los gobernadores eran varones, todos eran hombres. Y la primera gobernadora fue de acá, de Colima, Griselda Álvarez Ponce de León”.
“La recordamos con cariño porque, además, fue la directora de Prestaciones Económicas y Sociales del IMSS que concibió las guarderías de prestación directa, los centros de seguridad social como el que tenemos aquí, y muchas otras cosas que acompañan siempre el bienestar y la salud; no solamente la atención de enfermedades, sino todo ese esquema de la seguridad social”.
Doña Griselda, “entre otros de sus dotes”, era poeta “y decía algo que para mí es muy significativo de quienes acompañamos a la presidenta en este segundo piso de la Cuarta Transformación”: «No podemos sentarnos y ver cómo crece la angustia / donde antes crecía la yerba. / No vamos a reconstruir el llanto. / No aceptamos la tarea de morir». Porque tenemos todavía algo que decir y mucho mucho por hacer, citó Robledo unos versos de la Letanía Erótica para la Paz.
LOS OTROS IMSS
Para alimentar nuestra confusión respecto a las diferencias entre el IMSS ordinario y el nuevo instituto, el director general del IMSS Bienestar, Alejandro Svarch Pérez, (si nos atenemos al look y al outfit) es como la copia pirata de Zoé Robledo: no sólo traen el mismo corte de barba, sino que usan las mismas chamarritas.
Nacido de las cenizas del Insabi (el Instituto de Salud para el Bienestar que, como garante de la seguridad social y atención médica para población abierta, no sobrevivió a la complejidad que suponía revertir el proceso de descentralización de la salubridad pública), el IMSS Bienestar está presente sólo en los estados donde los gobiernos locales han cedido la política de salud al gobierno federal.
Tampoco ayuda mucho a distinguirlos que, en sus inicios, el IMSS Bienestar haya tomado el modelo administrativo de un programa del propio IMSS que nació en 1977: el IMSS Coplamar, un convenio entre el Seguro Social y la Coordinación General del Plan Nacional de Zonas Deprimidas y Grupos Marginados (Coplamar). Menos ayuda que, durante la mayor parte de la administración de López Obrador, el vocero del IMSS Bienestar fue Zoé Robledo, como director del IMSS.
El IMSS Coplamar era hasta ayer un programa desconcentrado de la Secretaría de Salud federal pero administrado por el IMSS, que seguirá proporcionando atención médica de primer y segundo nivel a población no asegurada en áreas marginadas rurales de 19 estados del país. En sus orígenes, los años setenta, incluso complementaba las funciones de la Conasupo en materia de abasto y comercialización de productos de primera necesidad.
Renombrado por sucesivos gobiernos de la república como IMSS Solidaridad e IMSS Oportunidades, el IMSS Coplamar recuperó su lugar como programa del IMSS ordinario, en tanto que el IMSS Bienestar avanza en su pretención de convertirse en la tercera gran institución de salud en México, junto al IMSS y al ISSSTE (Instituto de Seguridad Social y Servicios para los Trabajadores del Estado).
En la mañanera del martes 1 de julio, la presidenta confesó que hubo la intención de fusionar al IMSS Coplamar con el IMSS Bienestar, pero debido a que sus 28 mil trabajadores tienen base laboral en el Seguro Social, se decidió mantener el programa dentro del IMSS ordinario.
“Después de 46 años de trabajo”, hoy “el Coplamar está en 19 estados con 81 hospitales, una suma de 2 mil 700 camas y mil 98 consultorios de especialidad. Además, ha tenido una distribución territorial importante con 3 mil 600 unidades de primer nivel”, para beneficio de 10 millones de mexicanos, detalló Zoé Robledo al anunciar la incorporación del programa “al régimen ordinario del IMSS” [No al IMSS Bienestar, como algunos medios reportaron equivocadamente].
SALUD PARA EL BIENESTAR
La transición entre un órgano público desconcentrado de ámbito local y otro centralizado al gobierno federal, ha sido lenta (obstaculizada por inercias burocráticas, intereses creados, resistencia sindical y cierta falta de liderazgo), especialmente en lo que respecta a la prestación de servicios y medicamentos.
Como los costos políticos los está pagando el gobierno del estado, Indira Vizcaíno desplegó en su momento una mesa de atención a casos problemáticos y gestión de servicios extraordinarios. Sin embargo, la percepción que la gente tiene del IMSS Bienestar en Colima no cambiará hasta que sus instalaciones luzcan completamente renovadas y ofrezcan más y mejores servicios.
Según Alejandro Svarch, el gobierno de Sheinbaum ha hecho de “la salud como derecho una verdadera causa de nuestro país”. Mientras la administración de Indira Vizcaíno respalda “la construcción de un servicio público de salud”. En ese marco, el personal del IMSS Bienestar en Colima “se la han jugado por la constitución de esta nueva institución del Estado mexicano”.
En los 11 estados incorporados al IMSS Bienestar, se han dado pasos decisivos para “garantizar que todos los hospitales y que todos los quirófanos funcionen”; para “garantizar el abasto oportuno y preciso a todos los pacientes, revisando clave por clave, que llegue a todas las farmacias”; y para “activar a todos los equipos médicos, a todos los teams quirúrgicos en cualquier rincón de nuestro país”.
Concretamente en Colima, “a partir del 17 de julio estaremos invirtiendo más de 800 millones de pesos en la rehabilitación de (…) hospitales”:
-El Hospital Regional Universitario, donde se va a renovar el área de Urgencias y a echar a andar los cuatro quirófanos;
-El Hospital General de Manzanillo, donde además de remozar Urgencias, se va a pagar una deuda histórica adquiriendo el primer tomógrafo para ese nosocomio;
-El Hospital Estatal de Cancerología, que se va a fortalecer comprando el equipo de braquiterapia para el segundo búnker y arreglando el primer búnker; y
-El Hospital de Tecomán, donde se rehabilitará Urgencias y el quirófano, además de adquirir otro tomógrafo para este hospital.
Con todos sus quirófanos funcionales, sus equipos quirúrgicos completos y su respectivo tomógrafo, el triángulo hospitalario le devolverá la dignidad a la red de servicios públicos de salud en el estado, resumió Svarch.
De este modo, nos acercamos a un proyecto de una salud pública gratuita, no como un favor sino como derecho; a un Sistema Nacional de Salud Pública universal y “profundamente territorial”, concluyó el funcionario.
Mi correo electrónico: carvajalberber@gmail.com
[1] ‘Versión estenográfica. Proyectos prioritarios en Colima. Evento encabezado por la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo desde Colima, Colima’. Presidencia de la República, 29 de junio de 2025. https://www.gob.mx/presidencia/articulos/version-estenografica-proyectos-prioritarios-en-colima?idiom=es
[2] ‘Hospital fantasma’. Zoé Robledo, Milenio, 1 de julio de 2025. https://www.milenio.com/opinion/zoe-robledo/que-hicimos/hospital-fantasma