Una de las grandes virtudes del programa de Cocinas Comunitarias, que alimenta a 4 mil familias diariamente en las colonias más necesitadas de Manzanillo, es que resuelve una gran cantidad de problemáticas para aquellas personas que están en condiciones de pobreza, que en esta pandemia de Covid-19 se intensificó a pobreza alimentaria.
La provisión de alimentos preparados a través de estas cocinas, distribuidas estratégicamente entre las zonas de mayor necesidad, implica un esfuerzo notable del Ayuntamiento porteño, pues a través de este apoyo los beneficiados se despreocupan de resolver algunos otros temas, pues en la esfera de la pobreza hay personas que no tienen ni siquiera los utensilios para preparar estos alimentos o el recurso para la provisión segura de gas para el propio preparado de los mismos.
El éxito de esta encomienda, que ha sido replicada en algunos otros municipios por diputados locales, como es el caso del morenista Guillermo Toscano en Villa de Álvarez, reside en el aprovechamiento de los recursos que se obtienen para el apoyo social. La entrega de una despensa mal surtida no resuelve las carencias alimentarias de personas que ven la proteína como un lujo, mientras que la entrega de una ración de comida preparada, genera resultados positivos tanto para que el que beneficia, como el beneficiado.
Los apoyos sociales que está entregando el municipio porteño encajan perfectamente en una visión de la Cuarta Transformación. El espíritu de los programas sociales diseñados por el presidente Andrés Manuel López Obrador tienen ese sello distintivo: beneficiar a la mayor cantidad de gente con el menor recurso, haciendo llegar el beneficio en las mayores facilidades para el que va a recibirlas.
No todas las entregas de apoyos encajan en esta dinámica ni esta visión. De verdad que se nota, en la forma en que se planean estas entregas, cuando un político conoce las rutinas y condiciones de las personas de escasos recursos a las que se va a beneficiar. Como ejemplo contrario, algunos burocráticos y excluyentes programas municipales de supuesta ayuda a los empresarios, la entrega de kits médicos bajo formatos complicados, y la ausencia de una estrategia de protección a los ciudadanos que utilizan el transporte público, quienes a diario corren el riesgo de contraer el virus que genera Covid-19 o algún otro. Y qué decir de las quejas ciudadanas por las supuestas despensas, mal surtidas incluso a niveles insultantes, que se han distribuido, por ejemplo, en la capital colimense, las cuales ya han generado quejas (en lugar de agradecimiento) en las propias redes sociales.
Por supuesto, un programa como el de Cocinas Comunitarias no es sencillo, ni barato. Sin embargo, el éxito de éste ha generado que seudolíderes sociales se envalentonen y enturbien el ambiente, exigiendo a la brevedad fuertes sumas de dinero para algunos grupos sociales, quienes han visto en esta pandemia una oportunidad económica a explotar.
La molestia de los detractores de la 4T en Manzanillo ha generado que algunos movilizadores sigan insistiendo en generar caóticas acciones de protesta, incluso increpando a personal de todos los niveles de gobierno en los operativos de vigilancia de las medidas sanitarias, como le sucedió el sábado anterior al hijo del ex gobernador interino, Ramón Pérez Díaz, funcionario de alto nivel en la Secretaría General de Gobierno estatal, quien recriminó con justa razón a un movilizador después de que éste había roto la sana distancia sin el uso de cubrebocas.
Este programa de Cocinas Comunitarias ha sido tan benéfico, que los detractores de la Cuarta Transformación en Manzanillo han emprendido toda clase de distractores para menguarlo; lo que no podrán ocultar es el reconocimiento de otras actores políticos, como el del diputado que pidió se replique este modelo a nivel estatal por parte del Ejecutivo, o de las decenas de empresas y actores sociales que han puesto un granito o más de arroz o frijol para que siga fluyendo el alimento a las familias porteñas afectadas por esta pandemia.
¿QUÉ ESTÁ PASANDO EN EL PUERTO INTERIOR?
Hace unas semanas leí una nota de Diario Avanzada con preocupantes relatos de lo que sucede en el Puerto Interior de Manzanillo en torno a violaciones a las medidas sanitarias para menguar la pandemia de Covid-19. Al igual que en Colima, donde Manzanillo tiene un registro de casos evidentemente mayor al del resto de los municipios, en Michoacán el puerto de Lázaro Cárdenas es señalado como el foco rojo estatal en esta pandemia. Eso indicaría que en estas ciudades porteñas, pese a los esfuerzos de los tres niveles de gobierno, de la sociedad, la industria turística, los ofertantes de servicios, entre otros, los descuidos se están dando dentro de los recintos portuarios.
De hecho, ya ha habido víctimas del virus dentro del organigrama de API Manzanillo, y en redes sociales hay quejas de que tanto trabajadores, como personas que participan en los trámites dentro del puerto, no requieren pasar por un intenso filtro sanitario.