EL HUACHICOLEO Y SUS COSTOS

México fue ajustándose durante muchos años a un sistema corrupto que era quien tomaba las decisiones importantes y lo hacía, siempre, para favorecer los intereses de quienes lo encabezaban. Muchas veces, los ciudadanos no imaginábamos todo lo que había atrás de un hecho que se presentaba como completamente normal y obviamente, alterarlo produce desajustes temporales. Citaré tan solo, un ejemplo: Cuando un automovilista llegaba a un expendio de gasolina, simplemente pedía tantos litros o tantos pesos de un tipo de gasolina y si era de los más favorecidos, pedía que le llenaran el tanque, pagaba (y talvez solicitaba factura) y se iba.

Hace algunos años, los automovilistas empezaron a tener preferencia por algunos expendios porque sus litros se parecían más a la medida que todos conocemos o porque la gasolina de alguno de ellos, duraba más que la de otro expendio. El que junta estas letras hace más de veinte años acudió a una gasolinera del centro de Colima con ¼ de tanque (cuya capacidad máxima era de 40 litros), pidió que se lo llenaran y ¡Oh sorpresa! Le pusieron, según la bomba, 42 litros. Si se denunciaba, no pasaba nada. Años más adelante, ese expendió cerró y después volvió a abrir, sin embargo, nunca regresé. Pero ahora, se encuentra en funcionamiento.

Lo que un automovilista nunca había sabido es que algunos expendios vendían gasolina producto del huachicoleo. La operación estaba muy bien organizada y no entendíamos las causas por las cuales no se usaba la fuerza del Estado para combatir a los saqueadores. Mientras las cifras del saqueo crecían galopantemente. Hace apenas unos días se anunció el combate al huachicoleo y se desveló que había huachicoleros de arriba y huachicoleros de abajo. Y empezaron a fluir noticias del control que se lograba. Ahora sabemos que los combustibles extraídos de los ductos representaban tan solo el 20 % del total y el resto se obtenía de los centros de distribución de Pémex. Y también nos han dado a conocer la cuantía del fenómeno, con cifras que resultan verdaderamente escandalosas.

El combate al robo de combustibles pasa por evitar el uso de la red de ductos, por supuesto. Pero la sorpresa ha consistido en que se ha producido desabasto en algunas entidades, sobre todo de la zona Centro-Bajío (y Colima se encuentra bajo amenaza). A los expendios no fluye ya el combustible robado. Y algunas figuras políticas y otros tantos comentaristas de la prensa han dirigido su furia hacia el nuevo gobierno y han aprovechado la oportunidad para comparar a nuestro actual México con Venezuela. Prefieren, por ¿extrañas razones?, que continúe el robo de combustible por tal de que haya gasolina suficiente en los expendios.

Por supuesto, el huachicoleo debe terminar (debió haber terminado hace mucho tiempo y mejor, nunca debió existir). Ahora, se debe acabar con él, aunque se produzcan desajustes temporales en la distribución de combustibles. Esos habrán de terminarse pronto. Y por supuesto, toda la gasolina que se venda, deberá responder a una operación lícita. Los combustibles producto del huachicoleo son un robo cuádruple: Roban a Pémex que es el dueño del combustible robado y su distribuidor, roban a los consumidores porque la pagan al precio normal del mercado a pesar de ser mercancía robada, roban al fisco porque no pagan los impuestos correspondientes a pesar de que se los cobran al consumidor y roban al pueblo porque todos somos propietarios de Pémex.

 

¿Por qué algunos políticos atacan? Seguramente porque ellos mismos o sus jefes políticos dejan de recibir las utilidades de la operación ilícita que se combate y ¿Por qué algunos medios y comentaristas lo hacen? Pues seguramente porque ahora ya no reciben lo que recibían (y probablemente lo percibían, fuera de nóminas), era producto directo de esta operación ilegal. Los comentaristas “prestigiosos” de los medios mal llamados nacionales no tienen percepciones que pudieran considerarse humildes: Hernán Gómez, de El Universal, afirmaba el año pasado que los ingresos mensuales de algunos de ellos, alcanzaban montos mensuales de 400 y hasta 500 mil pesos; así que los pocos lectores de esta columna podrán calcular el tamaño de los intereses y por tanto, de la reacción.

La otra lección que nos deja el huachicoleo es que se trata de una operación perfectamente organizada y orquestada. Todo lo que el gobierno no pudo hacer para organizar y llevar a cabo su verdadera misión, si lo hizo para favorecerse de estas operaciones ilícitas. Está tan bien concebido el huachicoleo que habría que asumir que allí se encuentra la eficiencia organizacional de la tecnocracia premiada con estrellitas, de esas que reparten las mejores universidades mexicanas y extranjeras. Ya conoceremos los nombres de los que han caído y de los que vayan cayendo. Seguramente habrá sorpresas. Y encontraremos que algunos personajes de la alta política (como Peña) quizás no eran tan tontos como creíamos.

Por lo pronto la Amlofobia de algunos, tiene nuevos motivos para continuar y hacerse notar tanto o más que antes.

Es todo. Nos encontraremos pronto. Tengan feliz semana.

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