EL PAÍS DE LA BULOCRACIA

Cada vez tengo menos dudas con respecto a que México fue gobernado durante muchos años por un régimen que los estudiosos de la ciencia política aún no han clasificado. Y como se trata de un gobierno que fundó su ejercicio en mentiras, es decir, en bulos, su forma de gobierno, muy bien pudiéramos denominará como bulocracia, el gobierno de los bulos.

Según la Real Academia Española, la palabra bulo quizá deriva del caló bul, porquería, y se define como noticia falsa propalada con algún fin.

Los bulos han existido siempre y muchas de las leyendas populares están basadas en mentiras. La gente común del pueblo las transmite de generación en generación y las mentiras se transforman en verdades. Nadie las refuta porque tienen flojera de investigar y argumentar a quienes las divulgan y además, muchas veces, no se hace porque son historias románticas o bonitas y se desea conservarlas y aceptarlas como si se tratara de la verdad. En Comala, para citar sólo un pueblo, el mío, existen muchas de esas.

Durante muchos años, nuestros gobiernos, sobre todo durante los años en los que imperó el neoliberalismo, se dedicaron a propalar noticias falsas para justificarse, y los ejemplos sobran, para ilustrarlo, pensemos en la verdad histórica de los 43 de Ayotzinapa.

O bien, propalaron proyecciones o datos falsos para buscar el apoyo popular para sus inconfesables proyectos, y también para ilustrarlo, recordaré aquello de que con la reforma energética aprobada para entregar nuestros recursos a las grandes transnacionales, nos aseguraban que redundaría en una bajada de los precios, tanto de los hidrocarburos, como de la energía eléctrica, cuando muchos sabíamos perfectamente que eso era una mentira, pero es bien sabido que todos creemos como cierto lo que nos dicen, sobre todo cuando coincide con lo que deseamos.

El pueblo, sin embargo, muchas veces cree todo lo que le digan, cuando confía en quienes emiten una aseveración. Si bien, es cierto que Televisa, Televisión Azteca o los enquilosados medios impresos tradicionales cada vez son menos creíbles para la mayoría de los mexicanos, también lo es que durante los últimos años, la divulgación de bulos ha recurrido de manera creciente a las redes sociales.

Cada vez más personas dicen ahora que se informan por esas redes sociales que ahora difunden tantos bulos como lo hacen los medios tradicionales, y además éstas, con la facilidad que significan para compartirlas, esas noticias falsas se esparcen con mucho mayor facilidad y por tanto, cumplen de mejorar manera con las finalidades de quienes las emiten.

Quienes verdaderamente gobernaron al País durante los últimos años y quienes todavía mantienen su simbiosis con los aparatos de propaganda, muestran rencor hacia López Obrador porque sus decisiones han provocado daños muy importantes en sus negocios y por tanto, en sus bolsillos. Son los mismos que manejan los medios porque son propiedad de ellos mismos o de sus aliados, y muchos de sus empleados, sobre todo los consentidos, tampoco reciben lo que antes.

Y los partidos tradicionales, que también son manejados por los mismos señores del poder, tampoco reciben lo que tenían antes y sus empleados predilectos ya no pueden detentar el dinero ni el poder que tuvieron y por lo mismo, también perdieron muchos de los privilegios que tenían.

Lo dicho se traduce en el cóctel perfecto para la actual divulgación de bulos y encuentran receptores muy bien dispuestos a la propagación de los mismos a través de sus redes sociales. Esos divulgadores de última milla son todos aquellos que perdieron privilegios o sentían estar en la cola para obtenerlos, porque así les hicieron creer, y también se añaden a este grupo aquellos que aunque conservan sus posiciones en el gobierno, en la burocracia, sienten el peligro de perderlas en la medida que se consolide la 4T. Todos estos son los tontos útiles de los verdaderos beneficiarios de los regímenes del pasado.

Algunos de los priístas, panistas o perredistas de siempre, lograron ponerse un traje de cuatroteísta y luego de vender sus espejitos, se incrustaron en el nuevo gobierno, pero bien saben que sus privilegios están amenazados y peligran. Lo que hacen, muchas veces es legal, aunque no resulte moral y eso ha llevado al cuatroteísmo a modificar leyes y al avance del tiempo, evidentemente se modificarán otras. Muchos de ellos, de los encubiertos, también son divulgadores de bulos.

Por eso, todos los días recibimos muchos de ellos, algunos verdaderamente absurdos, porque resultan demasiado burdos, y hasta forman parte de la necesaria cuota de humor que nos mantiene vivos. Hasta ahora, por lo general, no han logrado penetrar como hubieran deseado sus autores, pero existe un peligro constante respecto a lo que pudiera suceder, porque los conservadores neoliberales son incansables y lo perdido es mucho, por eso, desean recuperarlo.

Por lo anterior, no deberíamos permitirnos caer nuevamente en manos de todos esos saqueadores que desean volver. Esos ya nos gobernaron con base en bulos, ahora tratan de recuperar el poder con base en otros bulos y si lo lograrán gobernarnos otra vez, nuevamente nos gobernarán con base en nuevos bulos. Esa es la bulocracia.

Esta columna se ha ocupado en oportunidades anteriores a la infodemia, y lo hemos hecho desde hace año y medio, cuando nadie hablaba de ello todavía, pero la bulocracia es algo mucho más profundo y perverso. La infodemia hemos de entenderla más bien como hija de la bulocracia.

Es todo, nos encontraremos pronto, tengan una feliz semana.

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