El placer de la lentitud

Como Cristian Vázquez apunta en el artículo que publicó en el portal de Letras Libres, “Un capítulo por día, una política para ver series”, vivimos cada vez más acelerados.

Un estudio de 2007 demostró que la gente en las grandes ciudades caminaba un 10% más rápido que diez años atrás. Quizá en la última década aumentamos otro 10% nuestra velocidad.

Los mandatos sociales del capitalismo pretenden exprimirnos “hasta la última gota de eso que llamamos nuestro tiempo libre. De ahí la exigencia de ver todas las series que hay-que-ver. Que son cada vez más, por lo cual hay que ver seis o siete a la vez. Y hay que verlas, además, lo antes posible, para evitar los spoilers y para no quedar fuera de las conversaciones”.

Y la verdad es que no obligación “verlas aunque consideres que son aburridas o que tienen muchas partes de relleno. Incluso aunque no te gusten. Verlas hasta el final, porque no podés abandonarlas sin saber cómo terminan. Verlas”.

Para ello, el autor proponía en la primera parte de su texto acelerar la acción oprimiendo el botón de fast-forward, es decir, verla la serie a una velocidad mayor de la normal.

Es un cálculo sencillo: “Si en 1.5x un capítulo de una hora dura cuarenta minutos, en dos horas en lugar de dos capítulos caben tres. ¡Y a 2x caben cuatro! En una maratón de cinco horas te clavás una temporada completa y podés presumir en la oficina al día siguiente. Y ya estás listo para una serie nueva”.

El artículo de Cristian Vázquez, dice él, no pretende lanzar “una diatriba contra quienes consumen los productos audiovisuales a una velocidad mayor que la original (una práctica cercana a leer una novela ‘en diagonal’, que es lo que hacen quienes leen superrrápido)”. Tampoco contra los seriéfilos maratonistas ni mucho menos contra las series en sí mismas.

Cristian Vázquez no cree que, como ha dicho la cineasta argentina Lucrecia Martel, “la gente no se da cuenta de que las series son un retroceso”. Así como César Aira dijo de la literatura literatura y los best-sellers, “ver cine de calidad es una actividad muy minoritaria”. Nadie va a dejar de ver Game of Thrones para ir a ver películas de Ingmar Bergman. Si no existiera la serie de HBO, su audiencia vacante no vería a Bergman. “Vería otros programas de televisión o, simplemente, no vería nada”.

Nuevas conversaciones

Cristian Vázquez pide no ver más de un capítulo por día, por puro placer. Hay quien dice disfrutar hacer maratones de series o verlas a toda velocidad, pero quizá “esas personas lo hacen por la presión social a la que están sometidas”. Si se dieran la oportunidad, “advertirían que las disfrutan más viéndolas poco a poco. Tomándose su tiempo”.

Verían menos series, está claro. “Quedarían fuera de algunas conversaciones, pero ayudarían a que surgieran otras. Se evitarían, probablemente, las series aburridas y las que tienen partes de relleno, y muchas de esas que ven hasta el final, aunque no les gusten, solo para saber cómo terminan. En general yo veo nada más las que me recomiendan mucho. No es una garantía absoluta, pero ayuda a evitar pérdidas de tiempo. Y cuando me parece que una serie no es para mí, la abandono sin remordimientos”.

Y concluye: “Saber invertir el tiempo que se ‘gana’ (se deja de perder) de esa forma ya es otra cuestión. Pero a menudo solo se aprende una vez que se cuenta con él”.

Ver series o leer novelas

Ver series es también una forma de acercarse a cierta literatura de entretenimiento que vale por la historia que cuenta, muchas veces más que por la forma en que la cuenta.

En un reportaje en el ABC: “¿Ver la serie o leer el libro? La exitosa moda de ‘revivir’ las novelas en televisión”, aparecido el 26 de agosto, Helena Cortés cuenta cómo un proyecto de serie que su autor, Agustín Martínez, convirtió en una novela porque no quería guardarlo en un cajón, tres años y más de 10,000 ejemplares vendidos después llegará a la pantalla chica como serie, “Monteperdido”, en una producción de TVE y DLO.

Otro manuscrito que se llevará a la televisión española es “Vivir sin permiso”, que basada en una idea de Manuel Rivas se estrenará pronto en Telecinco. “Mientras, HBO trabaja en ‘Patria’, adaptación de la novela homónima de Fernando Aramburu, y TVE en ‘Promesas de arena’, de Laura Garzón”.

La moda de llevar novelas a la televisión explotó este año con éxitos como “Fariña” (Antena 3), “La Catedral del Mar” (Antena 3) y “El día de mañana” (Movistar+).

Nacho Carretero, autor de Fariña, aceptó la llamada de la productora porque decidieron contar con él para que les ayudase a escribir el guión y porque los protagonistas serían actores gallegos.

En cambio, “Ildefonso Falcones e Ignacio Martínez de Pisón, padres de La Catedral del Mar y El día de mañana, respectivamente, no participaron tan activamente en la construcción de las series derivadas de sus textos”.

Martínez de Pisón le hizo algún apunte al guión. Mientras Falcones reconoce que “una cosa es el papel y otra el audiovisual. Las formas, los tiempos y la atención de los espectadores lo cambian todo. Y, aunque mantengan los principios de la novela, en la serie también tienen su parte creativa”.

Al ver que había “recursos, ilusión y trabajo” para construir una segunda Catedral del Mar (el libro que enganchó a 2.6 millones de fieles), Falcones no dudó en ceder los derechos. Siempre consciente que: “La gran diferencia entre una producción audiovisual y un libro es que en este último el lector se imagina a los personajes y participa en el proceso creativo”.

Helena Cortés concluye: “Más allá del beneficio económico que reciben los autores en un principio por vender los derechos, existen también otras ventajas derivadas de llevar un libro a la pantalla”:

“Como es mi primera novela, espero que me dé notoriedad entre lectores y editoriales”, confiesa Laura Garzón. En tanto Martínez de Pisón subraya: “Hay un rebrote en ventas, porque muchos quieren comparar hasta qué punto es fiel. Además, luego pasa por otras cadenas, sale en DVD… Y eso lo alarga más tiempo”.

Mi correo electrónico: carvajalberber@gmail.com

 

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