Para Elena Poniatowska, los señalamientos del presidente López Obrador contra la prensa y columnistas que lo critican no ponen en riesgo la libertad de expresión.
En entrevista con Diana Lastiri (‘AMLO se expone a sí mismo en las mañaneras: Elena Poniatowska’, El Universal, 21 de octubre de 2020; https://www.eluniversal.com.mx/nacion/amlo-se-expone-si-mismo-en-las-mananeras-elena-poniatowska), Poniatowska considera que el Presidente tiene derecho a molestarse por las opiniones contrarias a él, pero debe aceptarlas.
Sin duda, ha cambiado la relación prensa-poder. “Cuando me inicié como periodista, en 1953 en Excélsior, había tres temas que no podíamos tocar jamás: la Virgen de Guadalupe o la religión, en general el presidente de la República y todo lo que tenga que ver con la Presidencia, y tampoco se hablaba de las grandes fortunas en aquella época de la clase política”. Ahora, los temas-tabú dependen de cada periodista.
Para quien fue considerada como secretaria de Cultura en los tres probables gabinetes que AMLO adelantó en 2006, 2012 e incluso hacia 2018, “tener una relación con el presidente de la República es muy difícil porque no es fácil abordarlo; puedes abordar a un candidato porque su trato es el de un hombre que está luchando por llegar a ocupar un sitio de privilegio”.
La autora de La noche de Tlatelolco (1971) considera que las verdaderas amenazas de la libertad de expresión son “la actitud de un gobierno en contra de que se digan las verdades de ese gobierno”. Algo inaceptable, “inadmisibile”. Aunque descarta que López Obrador esté en contra de que se diga la verdad: “Para mí no es así. Él se puede enojar, pero profundamente tiene que aceptarla, y si no la acepta está incumpliendo con todo aquello en lo que él cree y que debe creer: que es un país democrático y libre en el que todos se puedan manifestar”.
LAS NOCHES DEL ZÓCALO
Cronista en activo a sus 88 años, la también novelista percibe que hay una buena relación del presidente López Obrador con la prensa:
“Bueno, ellos van a la mañanera todos los días y lo escuchan. En mi opinión, yo no haría una mañanera cada día porque finalmente el día del Informe presidencial el mandatario ya lo dijo todo. La mañanera en cierta manera elimina el informe anual. Si todos los días habla se pueden hacer consideraciones filosóficas sobre lo que sucedió durante un año, para el Informe ya todo está dicho”.
Y respecto al tiempo que destina en la mañanera a hablar contra quienes escriben críticas a su gestión, sostiene:
“Yo creo que un presidente tiene que estar, no por encima de la pobreza, del sufrimiento ni de la pérdida ni de la falta de salud ni del Covid-19, pero sí por encima de las críticas circunstanciales, porque en la vida una persona que fue muy crítica puede de repente ya no serlo, cambiarlo.
“La crítica es siempre momentánea y es siempre circunstancial. Hay críticas por ideología que pueden durar toda la vida, pero a veces pasa que incluso entre la gente de izquierda hay muchísima gente que tiene pensamientos de derecha o incluso fortunas de derecha o posturas de derecha o que actúan o tratan a las personas que trabajan con ellos con actitudes de derecha que pueden ser hasta de faltas de respeto o maltrato. Es muy difícil encontrar un ser humano que sea totalmente de derecha, no lo hay.”
Y cuando le preguntan qué dirían legendarios periodistas de izquierda como Miguel Ángel Granados Chapa o Julio Scherer si vivieran ahora, de esta dinámica nueva que López Obrador tiene con la prensa, ataja:
“Tanto Granados Chapa, que era un editorialista extraordinario, como Julio Scherer quisieron mucho a López Obrador. Cuando fue la huelga en el Zócalo, Julio Scherer, y yo lo vi con mis ojos porque yo estaba en la tienda, desde el momento en que entró Scherer pasó fácil una hora o tres cuartos de hora con Andrés Manuel López Obrador dándole la razón en todo. Y la misma actitud yo vi en Granados Chapa, que por desgracia murió, que también era un periodista solidario de López Obrador, así que no eran periodistas críticos de él ni de su movimiento ni de su huelga en el Zócalo, que muchos otros sí criticaron por las pérdidas de dinero que provocó”.
ENTRE DENEGRI Y SEPTIÉN
En su turno de responder a la pregunta que El Universal ha estado haciendo a todos los entrevistados en este ciclo de Voces de la Libertad de Expresión, ¿es López Obrador el presidente más atacado?, ella responde:
“Es que él se expone más que ningún otro presidente de la República que a mí me haya tocado jamás. Mucho más que Ruiz Cortines, Miguel Alemán o que ninguno. Él se expone a la crítica, puesto que diario, diario está en la plaza pública, pero esa es una decisión que él tomó y que quiere seguir tomando.
“Yo considero que con dos mañaneras a la semana ya estarían cubiertos los problemas, que no es necesario que todos los días esté hablando porque incluso en el Informe presidencial ya no queda mucho por decir. Cuando antes esperábamos el Informe presidencial de cada año, lo esperábamos con verdadera ilusión porque seguramente habría revelaciones. Estas revelaciones ya no las hay porque ya son cotidianas”.
Y respecto a si las críticas que hace el Presidente contra quienes lo contradicen, ponen en riesgo la libertad de expresión en México, contesta:
“No, porque la libertad de expresión es algo que todos queremos preservar porque lo importante de un país es justamente su libertad de expresión. Finalmente, yo como periodista, y muchos otros, lo primero que defiendo es la libertad de expresión. Yo no defiendo la corrupción y hay columnistas que caen en la corrupción, como Carlos Denegri o Julio Teissier, que fue un periodista corrupto que se enriqueció con el periodismo.
“También hay periodistas críticos, como el de la gran escuela de periodismo que tiene México que es la Carlos Septién García, que lleva el nombre de un periodista admirable que nunca buscó ni el reconocimiento ni la fama y que fue un gran formador de periodistas honrados.”
Poniatowska también percibe el nombramiento de Isabel Arvide como cónsul en Estambul, como “un error”. No concuerda, no sabe a qué responde, “no enorgullece al gremio periodístico y tiene de verdad hasta un lado ofensivo para nosotros”.
Elena piensa que “cada periodista tiene su propia conciencia y admiro muchísimo a los periodistas críticos. Tengo una gran devoción por la crítica en el periodismo y creo que es lo que nos es útil y nos salva, porque finalmente todo periodista tiene una obligación moral al entrar a un medio de comunicación: la de ser leal a la verdad”.
No tuvo oportunidad de decirle que no estuvo de acuerdo con esa o alguna otra decisión, pues “no he visto al Presidente más que una sola vez”, en lo que va del sexenio. “Es muy difícil acercarse y platicar con él, la situación cambia radicalmente. No lo he visto ni he solicitado verlo ni lo voy a hacer porque, la verdad, no quiero quitarle el tiempo”.
EL INFIERNO DE CALDERÓN
Protagonista de la tetralogía política del director Luis Estrada, conformada por las películas La ley de Herodes (1999), Un mundo maravilloso (2006), El Infierno (2010) y La dictadura perfecta (2014), el actor Damián Alcázar defiende la idea de consultar al pueblo sobre la pertinencia de llevar ante la justicia a los expresidentes de la república, gobernadores y funcionarios de todos los niveles.
Aunque en toda América Latina los máximos tribunales manipulan la justicia para que no alcance a los poderosos, en México hay que hacer operativos los mecanismos para exigir cuentas a los mandatarios en caso de abuso en sus atribuciones o traición a la patria. En ese sentido, el histrión considera factible crear comisiones de la verdad para revisar lo que pasó en los sexenios pasados.
Entrevistado por Álvaro Delgado y Alejandro Páez Varela en la emisión del 2 de octubre de 2020 de Los Periodistas en La Octava (https://www.youtube.com/watch?v=62zSJgiJgG4), el actor comentó la polémica en redes sociales en cuanto al actual gobierno que sostuvo con Felipe Calderón, cuando al sugerir Alcázar la posibilidad de hacer una película sobre la 4T el expresidente reviró: ese filme ya existe y se llama La Ley de Herodes.
Diputado de la Asamblea Constituyente que redactó la carta magna de la Ciudad de México aprobada en 2018 (un cargo al que pidió licencia tras sufrir una serie de ataques mediáticos por sus faltas recurrentes, ya que estaba filmando una serie en Colombia), Alcázar aclara a qué sexenio aluden las películas políticas de Estrada:
La Ley de Herodes dibujó al PRI con su “historia de impunidad absoluta y corrupción plena”. Y aunque influyó en la elección de Fox en 2000, no impidió que el régimen priista volviera en 2012, mediante una mercadotecnia política muy bien descrita en La dictadura perfecta. En cambio, Calderón inspiró El Infierno con “esa idiotez” de guerra contra el narco “para validarse como presidente”, “cuyas consecuencias estamos sufriendo todavía”.
LA LEY DE HERODES
Sobre la desaparición de los fideicomisos, varios de los cuales apoyaban al cine y al teatro, la estrella de series televisivas como El Dandy (2015), la tercera temporada de Narcos (2017) y Tijuana (2019) sostiene que López Obrador sólo está cumpliendo su palabra: lo prometió en campaña y lo reiteró en la mañanera.
Quienes critican la decisión, “deberían escuchar” esas ruedas de prensa. Así comprenderían que “los fideicomisos eran cotos de poder”, donde se ejercía el dinero con prepotencia y opacidad. No van a desaparecer los apoyos a esos sectores: la cultura, la ciencia o el deporte. Los recursos para el cine los tiene el Imcine, cuya directora María Novaro lanzará las convocatorias para los creadores cinematográficos. No se acaban los programas, al contrario se abre más el abanico y ahora habrá apoyos para la producción de cine afromexicano, indígena o de la diversidad sexual, para documentales, largometrajes de ficción y cine de animación.
Por lo demás, los cineastas tienen que entender que las prioridades del país son otras. Y, sobre todo, que el presupuesto debe enfocarse mejor: hace dos años hicimos 200 películas en México y pudimos ver apenas seis en media docena de salas y durante una semana, sostiene.
Millones de pesos acabaron en un pozo sin fondo, cuando necesitamos urgentemente la ayuda del Estado para recuperar las salas, expone Alcázar. Tenemos maravillosos cortometrajes pero no espacios dónde exhibirlos. No tenemos dónde ver cine de calidad, como sí lo tienen en China, Corea, la India, Irán, Brasil, Argentina, Colombia y Estados Unidos. Los mexicanos menores a 30 años no conocen el buen cine, cuando “nosotros” pudimos ver películas de Kurosawa y Fellini en los cines comerciales.
Para el también narrador de documentales de Clío y conductor de programas como Diario de Viaje en Canal 11, el cine no solamente es un negocio, es cultura: una ventana a la diversidad cultural de los pueblos. Las cadenas de exhibición están en su derecho de ganar dinero, pero es claro que no les interesa la cultura sino las ganancias.
¿Y de dónde va a salir el dinero para promover el buen cine mexicano? La Suprema Corte de Justicia de la Nación resolvió que era anticonstitucional subir un peso al boleto para un fondo de apoyo a la producción. Curiosamente, no es anticonstitucional subirle cinco pesos a la entrada si el objetivo es una mayor recaudación en taquilla.
EL ASESINO DEL OLVIDO
La Constitución debería permitir que uno pueda consumir el cine que produce el país, que exista un mercado para películas como El Violín (Francisco Vargas, 2007) que ganan premios en festivales. Al Estado le corresponde recuperar a la industria cinematográfica, para que todos los que ahí trabajamos podamos vivir mejor, apunta Damián Alcázar.
Para fomentar nuestra cultura, deberíamos tener cuatro cinetecas en la ciudad de México y una filmoteca en cada capital estatal. No podemos ver buen cine porque el neoliberalismo nos quitó las salas. Hay que recuperarlas, sostiene el actor.
Antes de Salinas de Gortari, el dueño, apoderado o gerente de los cines afiliados a la Compañía Operadora de Teatros (Cotsa) pagaba un porcentaje del mantenimiento del cine y el Estado cubría el resto, casi el 70 por ciento, pero gracias a eso la cadena paraestatal tenía la prerrogativa de programar cine de John Ford, Ingmar Bergman o los grandes directores italianos; documentales como Perro Mundo (Jacopetti-Cavara-Prosperi, 1962).
Si no cambian las cosas, advierte Damían Alcázar, una gran cantidad de cineastas mexicanos seguirán sin ver a su película llegar hasta el final del proceso: la proyección al espectador. Solamente a los filmes que prometen ser éxitos comerciales los dejan un poco más en el circuito de exhibición.
En ese sentido, no se vale estar exigiendo apoyos fiscales para las dulcerías, cuando no tenemos ni siquiera dónde ver cine mexicano. Y para ello necesitamos el apoyo directo del nuevo gobierno, concluye el actor que acaba de reanudar el rodaje de su más reciente producción para Netflix: una serie policiaca titulada El asesino del olvido.
Mi correo electrónico: carvajalberber@gmail.com.