Se cumplió el primer mes del gobierno de Andrés Manuel López Obrador, el de la Cuarta Transformación y ya se presentó la primera crisis política, la que se derivó de las muertes de los poblanos Rafael Moreno Valle y Martha Erika Alonso. Una crisis que fue desatada por la irresponsabilidad de algunos actores políticos y comunicadores al señalar al Presidente como responsable del accidente. Ninguno diseminó tanto veneno como Vicente Fox quien, como siempre, usó su incontinencia verbal. Como si los accidentes no existieran y como si el ejercicio político de los controvertidos difuntos no hubiera dejado ninguna factura otros quisieran cobrar. Otra vez, se actúa suponiendo que las prácticas de antiguos regímenes se prolongan hasta el actual, es decir, suponiendo que este gobierno es igual al de sus predecesores.
Durante el mes que transcurrió hubo aciertos y errores del nuevo gobierno y no podría haber sido distinto. El balance resulta positivo, pero obviamente no todos están contentos. Es evidente que muchos quisieran que en vez del gobierno que tenemos, hubiera otro que prolongara los vicios y privilegios de los que le antecedieron, pero el voto popular, dijo otra cosa y en esa transformación nos encontramos. Resulta impensable lograr el objetivo sin molestar a quienes desearían la continuidad; a quienes ven sus peligrar sus intereses o mermar sus beneficios. Estos se inconforman, y eso resulta lógico y esperable.
Llama la atención sin embargo que algunas de las reacciones rayan en lo ridículo. A manera de ejemplo citaré algunas: Durante la discusión del presupuesto, el Congreso fue tomado por un grupo de antorchistas (a quienes algunos llaman campesinos) exigiendo mayor apoyo al campo. A simple vista, diríamos que es un reclamo justo porque el campo se encuentra huérfano; pero esto es así porque los gobiernos anteriores deliberadamente ocasionaron ese abandono. Y lo curioso ahora es que los diputados priístas hayan llevado a sus aliados antorchistas a protestar por el desastre que ellos mismos ocasionaron.
PRI, PAN y sus satélites exigen poner fin al gasolinazo. Sí, a ese gasolinazo que ellos mismos motivaron y que hasta hace unos cuantos días, aplaudían. Lo que está bien que ellos hayan hecho, está mal cuando otros no lo eliminan. Y es que claro, de momento resulta imposible hacerlo, pues es cuestión de prioridades.
Muchas críticas se han ocasionado por la elección de algunos funcionarios pues dicen que el dictador López Obrador quiere funcionarios que le resulten afines en la Suprema Corte de Justicia y en los órganos autónomos. Así, cuando se presentó la terna de la cual se eligió el nuevo ministro de la Corte, se criticó a Loreta Ortiz por ser morenista y tener cercanía con el Presidente mas no por ser incapaz o por otra razón que realmente pudiera considerarse un impedimento para ocupar el puesto; como si en otras oportunidades no hubiera sido esa cercanía un factor que se privilegiara ¿Cómo explicarse de otro modo, nombramientos como el de Eduardo Medina Mora? Y el otro caso significativo es el nombramiento del próximo Fiscal General de la República, cuando el PAN acaba de hacer lo contrario a lo que critica con el nombramiento del Fiscal de Guanajuato.
Para el que junta estas letras el balance, como se dijo, resulta positivo y se va en el camino del cambio, de la transformación de la República. Y las medidas que más destacan son el incremento al salario mínimo y las reformas al sistema de salud, sin olvidar las importantes medidas a la pensión a adultos mayores y discapacitados y el programa de becas que mucho aliviarán la situación de un número muy significativo de los mexicanos más desposeídos. Roma no se hizo en un día y terminar con muchos de los privilegios es un asunto que llevará mucho tiempo. Lo importante es que se empieza a avanzar.
Pendientes importantes quedan: Entre el INE cuyo funcionamiento resulta tan cuestionable y el financiamiento a los partidos políticos se gasta tanto como en la Fiscalía General de la República (o como se llame). Por supuesto, los partidos deberán recibir menos y el INE, deberá reformar radicalmente su actuación pues hasta ahora, su función más importante ha consistido en proporcionar a los mexicanos el medio de identificación más aceptado; pero su papel es otro, porque la Credencial para Votar se inventó para otra cosa.
El gobierno que encabeza López Obrador cuenta con la legitimidad que ganó en las urnas, eso no se discute. Y López Obrador cuenta también con mayoría en las cámaras porque el voto popular así lo decidió. Y todos ellos tienen un mandato popular que deben cumplir porque el pueblo les entregó ese mandato para que lo cumplan. Los demás lo deben entender de ese modo. Que muestren sus diferencias es deseable, pero por los canales que el pueblo mismo les concedió. Y mostrar sus diferencias, no quiere decir que las impongan y menos todavía, que usen métodos antidemocráticos, como el rumor o la siembra de sospechas sin fundamento y apartándose de la verdad. Pero quizás esto sea pedirles demasiado, pues ya nos han enseñado quiénes son y cuáles son sus valores e intereses, por eso, el voto popular los desechó y les retiró el poder que durante tantos años tuvieron.
Es todo. Nos encontraremos pronto. Tengan un feliz 2019.