El relato malcontado de EPN

“Ha sido lastimoso presenciar la larga despedida de Enrique Peña Nieto como presidente de México. E imagino que para él debe ser un calvario. Eso en caso de que entienda lo que le está sucediendo. Y creo que no”, escribió Gabriela Warkentin de la Mora en El País.

Al hablar de “La derrota estrepitosa del relato de Peña Nieto”, la académica y periodista mexicana parte de la pregunta: “¿Qué le queda por contar al presidente en funciones?”, para concluir que, “si desgranamos las entrevistas más recientes, no mucho”.

En México, el periodo de transición “es eterno: cinco meses desde la jornada electoral hasta la toma de posesión”. Se estableció ese lapso, cabe recordar, para asegurar una transición tranquila entre un presidente en funciones que empezaba a perder poder desde el momento del destape de quien sería su sucesor, mientras el candidato oficial y luego presidente electo se iba haciendo de los controles del aparato estatal. Con el advenimiento de la competencia política, añadiríamos a lo dicho por Warkentin, esos meses entre la elección y la toma de posesión cobraron un nuevo sentido al dar tiempo para resolver los conflictos poselectorales.

“Si a eso sumamos la brutal derrota del presidente y su partido en las elecciones de este año -sigue diciendo la articulista de El País-, esos cinco meses deben ser como minutos, pero bajo el agua. Y luego aderecemos el martirio con el protagonismo innegable del presidente electo, vaya cinco meses del terror para quienes están entregando las riendas del gobierno”.

Usuaria recurrente de términos como narrativa periodística y relato político, la exdirectora del Departamento de Comunicación de la Universidad Iberoamericana (campus Ciudad de México) y actual conductora del noticiero matutino “Así las Cosas” de W Radio (la emisora que fue origen de la cadena Televisa pero ahora es manejada en una alianza estratégica por Grupo Prisa, el mismo que edita El País y tiene una participación accionaria en Le Monde), se pregunta: “¿Qué le queda por contar al presidente en funciones?”

En efecto, si desgranamos las entrevistas más recientes, no mucho queda en el relato presidencial. “Tal vez su último logro sea esa nueva versión de Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos que vio la luz en estos días, pero Trump se agandalló hasta el poder de renombrarla”. Le puso ACME.

En su propia cara

En la propaganda presidencial relativa al Sexto Informe de Labores, “por lo demás, hay una entendible insistencia en destacar los logros de su sexenio, pero sin asumir que no hay quien los quiera escuchar: a una población que lo desprecia sin pudor (basta revisar sus índices de aprobación), no le interesa cuáles hayan sido sus grandes triunfos”, señala Warkentin.

Y sin embargo, Peña Nieto insiste: “La Reforma Energética, la Reforma Educativa, el papel de México en el mundo, el crecimiento comercial, bla bla bla bla. En entrevistas y en los cientos de spots que llueven desde medios electrónicos y redes sociales, el presidente se viste de líder y recorre sus glorias. Solo que mientras él celebra, por ejemplo, que la Reforma Educativa sea uno de los máximos logros de su gestión, el presidente entrante le espeta, en su cara y en Palacio Nacional, que esa reforma se cancelará tan pronto sea posible. In your face, dirían los de hoy”.

Para Gabriela Warkentin, primera defensora del televidente en Canal 22 y conductora durante varios años, junto a José Carreño Carlón, de “La Agenda Pública”, programa de análisis de medios en Foro TV, el discurso presidencial ha sido lastimoso.

“Porque además de estar predicando en el desierto de las audiencias fugadas o nunca detectadas, Peña Nieto se ha puesto, literal, de tapete: ¡Písenme más! Dígame en mi cara que cancelará mis principales logros, presidente electo. Dígame que buscará echar atrás la construcción del nuevo aeropuerto internacional que tanto he presumido. Dígame dónde nos vamos a reunir, usted manda. Dígame qué va a hacer con la casa presidencial. ¿No quiere que le presente a un buen arquitecto? Dígame, dígame, dígame. Yo aquí estoy con sonrisa congelada y vestido de líder. Alguien habrá de identificarme como tal, ¿o no?”

Transición arrastrada

La opinión pública mexicana e internacional ha celebrado la transición civilizada que se da pese al absoluto cambio de régimen que implica el triunfo de Morena y el achicamiento del PRI.

A esta transición civilizada, apunta Warkentin, “la han aúpado los mercados y la han apapachado los escépticos. Y está bien. Nadie quiere que el entrante y el saliente se peleen hasta destrozar al país. Pero una cosa es la transición de terciopelo y otra muy diferente la transición arrastrada. Aunque, bien visto, no podía ser de otra manera: Peña Nieto desde hace mucho dejó de ser presidente de México para fines de reconocimiento ciudadano. Hoy, solo le queda sonreírle a Andrés Manuel López Obrador, decir que le cae bien, ponerse de tapete e inundarnos en la recta final con mensajes de ‘miren qué bueno soy’. Vivida así, imagino que la larga transición se hace insoportable”.

Por eso, dice la creadora de la estación Ibero 90.9, exdirectora de W Radio y profesora de la Maestría en Periodismo de Políticas Públicas en el Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE), “frente al relato oficial que agoniza, en todos los sentidos, cabalga con extraordinaria salud el relato del vencedor: dicen los que les gusta murmurar en pasillos, que este 1 de diciembre López Obrador no asumirá la presidencia de México, sino ofrecerá su primer informe de gobierno. Y es que no hay día en que lo que diga, haga, sueñe, tema, proponga, nombre, deje de nombrar, critique, califique, aplauda, vuelva a soñar o imagine el presidente electo, no aparezca en todos los informativos del país. Hoy no solo hay un relato ganador, hay uno apabullante”.

En la gira de medios que dio en la semana previa a la entrega de su sexto informe y de su último mensaje a la nación, “cuando a Peña Nieto le han preguntado por qué cree que perdió así las elecciones, se enreda en una justificación sobre el odio anti sistema que recorre el mundo. Es decir, no perdí yo, han perdido todos”.

Pero Warkentin no le concede esa: “No, señor presidente, perdió usted. Y no porque sean tiempos de cambio, sino porque nunca supo leer el tiempo que le tocó vivir”.

Mi correo electrónico: carvajalberber@gmail.com

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