EL RETO DE PROCESO

“Proceso es una aguda punta que traspasa el músculo, duele mucho porque llega hasta el hueso”. Esta definición del semanario la hizo en una ocasión el propio Julio Scherer García, copa de whisky en mano, cuando le preguntaron por el impacto que tenía cada semana la revista en la clase política.

Y pues “esta es la revista que necesita México”, sostiene Ricardo Ravelo al cerrar el artículo ‘Proceso de cambio en Proceso’, publicado el 20 de diciembre en Sin Embargo (https://www.sinembargo.mx/20-12-2019/3699103). Ahí, el periodista con 30 años de experiencia en temas relacionados con el crimen organizado y la seguridad nacional analiza la salida de Rafael Rodríguez y el arribo de Jorge Carrasco como director del semanario, relevo que se consumará el 1 de febrero de 2020.

Al evocar los orígenes comunes entre Carrasco y él, Ravelo asegura que el nuevo director de Proceso “tendrá que rodearse de un equipo sólido y al parecer resulta más que urgente una sacudida interna: hay reporteros que ya no publican cada semana, como si la pasión periodística estuviera adormecida. Esos no se necesitan”.

Ya antes, el autor de Los Narcoabogados y Los Zetas: la franquicia criminal, entre otros libros, había advertido que “Carrasco enfrentará serios retos: le tocará cristalizar la transición definitiva de la revista al mundo digital, sobre todo ahora que el periodismo impreso va muriendo y Proceso –al igual que otros medios– es un ejemplo de ello: ha bajado su tiraje y por ende su circulación, lejos los tiempos de aquellas tiradas de más de cien mil ejemplares que incendiaban el país con una portada explosiva. Ahora su página de Internet es más poderosa que la revista impresa, algo, quizá, poco valorado internamente”.

FALTA PASIÓN PERIODÍSTICA

Para Ravelo, premio nacional de periodismo en 2008 por sus reportajes sobre narcotráfico en esa misma revista donde cubrió la fuente policiaca durante quince años, “el reto implica hacer un esfuerzo por encima de lo que es posible y para ello se requiere de una inyección de pasión periodística que en parte dependerá de la nueva política del director, pero en gran medida de las ambiciones profesionales de cada uno de los reporteros. El crecimiento es una apuesta estrictamente personal y en esta tarea no hay competencia con nadie externamente. Sólo con uno mismo todos los días. Esto lo sabe muy bien el nuevo director de Proceso”.

Ganador en 2013 del premio Rodolfo Walsh durante la Semana Negra de Guijón, España, por su libro de no ficción Narcomex, Ravelo anticipa que “Carrasco no cambiará la línea editorial, ésta se mantendrá, según ha dicho, intacta y basada en los principios establecidos por los fundadores, basada en los hechos, la verdad inobjetable”.

“‘Nada supera al dato estricto’, decía Scherer. Se trata de hacer un periodismo crítico frente al poder político, como siempre se ha hecho, pero a la altura del siglo XXI. Es tiempo de cambios, de muchos cambios quizá en el diseño de Proceso, que es obsoleto, alejado de lo que otras publicaciones ofrecen, como Esquire, entre otras, que han conquistado públicos nuevos por su atrevido diseño y rigurosa información. Es posible que la edición impresa tenga sus días contados, pues el mundo digital se ha impuesto como realidad insoslayable. Proceso también debe emprender la conquista de nuevos lectores, pero éstos no se conectan con un diseño pasado de moda. El mundo ya cambió hace décadas”.

EN PAPEL O EN DIGITAL

También autor de los libros periodísticos Osiel: vida y tragedia de un capo y En manos del narco, Ricardo Ravelo concluye:

“Digital o impreso, como sea, Proceso sí debe construir sus nuevos tiempos de gloria –lo que pasó ya fue — y Carrasco conoce bien el camino: es urgente que retomen los grandes asuntos, contar las historias relevantes, hurgar en los expedientes judiciales, publicar los pedazos de realidad desconocidos. Ese era el Proceso Julio Scherer, de Rodríguez Castañeda en sus inicios en la dirección, punzante, exigente, indoblegable su voluntad, riguroso hasta el extremo, implacable como pocos.

“Es verdad que actualmente hay mucha competencia, sobre todo por la proliferación de los medios digitales, pero un periodismo de investigación bien dirigido siempre arroja buenos resultados, exclusivas trascendentes. Todo esfuerzo genera frutos. La nueva etapa de Proceso debe construirse ahora para no vivir de glorias pasadas sino de las propias. Es más saludable en más de un sentido”, concluye Ravelo.

SU PASADO LO CONDENA

La peor competencia de Proceso es su propia hemeroteca. Para una revista que se ufanó de publicar lo que otros medios ocultaban, con especial atención a las disidencias, la expectativa de sus lectores tradicionales –entre ellos el presidente López Obrador– se vuelve en contra.

Muchos de quienes hicieron de Proceso una lectura obligada esperaban, después de las elecciones de 2018, ver a la revista convertida en un órgano de legitimación de la Cuarta Transformación. La insistencia de Rafael Rodríguez en hacer un periodismo contestatario del poder político, esté en manos de quien esté, confunde a un amplio sector de la audiencia.

Sus lectores más chairos no logran entender por qué la revista de la cual es accionista mayoritario el consejero jurídico de la Presidencia de la República, Julio Scherer Ibarra (aunque su asiento en el consejo de administración lo ocupe ahora su hermana María), da voz a los críticos de López Obrador.

Acusan al director que se va de estarle haciendo el juego a los conservadores, y por supuesto asumen por descontado que el cambio en la dirección supondrá un alineamiento de la revista a la política presidencial.

INOCENTE PALOMITA

Un bosquejo de lo que esperan del semanario los lectores que le fueron fieles al Proceso de Scherer García, es la falsa portada que circuló a finales de 2019 en las redes sociales, casi como adelanto del 28 de diciembre, Día de los Santos Inocentes.

Copiando el logotipo del cabezal, imitando el diseño gráfico clásico con base en una sola fotografía en la portada y hasta el estilo de cabeceo, la falsificación se delata por la redundancia y la mala sintaxis de los textos.

Sobre el rostro del ex presidente Felipe Calderón, se lee un cintillo: “Calderón entregó el país al cartel de Sinaloa”. Y por el costado derecho se desglosan los balazos del asunto central: “Calderón se va del país”; “En buques de Pemex movía miles de toneladas de droga”; “Su nuevo partido, México Libre, se desploma”.

Bajo la barbilla del retrato, el título del reportaje: “Felipe Calderón. El Narco”. Y hasta abajo dos largos sumarios que juegan con la variedad de fuentes y el tamaño la tipografía: “El ex presidente movía más dinero en 1 mes que lo que movió Escobar en toda su carrera”; “Tráfico de drogas a nivel mundial utilizando Pemex”.

El mismo 27 de diciembre de 2019, la redacción del semanario se deslindó de la falsa portada (https://www.proceso.com.mx/612387/proceso-deslinda-portada-falsa), y denunció que el libelo utiliza indebidamente la marca del semanario: “Proceso censura el uso de su nombre con fines aviesos”, enfatiza la publicación tras calificar de pasquín la falsa portada.

Convencido de que la mejor defensa es el ataque, Felipe Calderón publicó al día siguiente en su cuenta de Twitter: “Es tan desesperado el ataque contra mí y contra @MexLibre_, que no sólo me inventan calumnias, sino que hasta portadas falsas arman y distribuyen. A tal grado que incluso @revistaproceso se deslinda del artero truco. Agradezco que lo haga. 2020 será de lucha. No me intimidan.”

Obviando que él mismo es un mago de la violencia digital, el ex presidente sugiere que la portada se diseñó en las más altas esferas de la política. Lo cierto es que el autor del meme hizo sonreír a muchos y brincar de alegría a los que se creyeron que, después de Genero García Luna, ¡“tú sigues” Felipe Calderón!

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