El reto del nuevo periodismo en tiempos inéditos de la información

Siempre he ejercido la libertad de prensa, de opinión, consagrada en nuestra Constitución, y promuevo que muchos lo hagan, porque en la medida de una prensa vigorosa, y ciudadanos responsables en el uso de la libertad individual, nuestra sociedad y sus instituciones avanzan, esto está comprobado. Pues la prensa funge como una importante contraloría cívica y natural.

Por eso, por sus enormes aportes a la libre discusión de las ideas, de la política, de la transparencia, y porque es una genuina conquista de los ciudadanos a lo largo de históricas luchas, no cualquier puede proclamarse periodista, máxime cuando no sigue en lo mínimo los mandatos del periodismo, sin adjetivos.Yo he publicado mis opiniones a lo largo de mi vida como profesor, sindicalista y activista político en las causas que considero son fundamentales para el mejoramiento de nuestra sociedad y las instituciones.

En medios de combate radical, en medios de la prensa comercial y política (Diario de Colima, Ecos de la Costa y Correo de Manzanillo), y en folletos de lucha obrera, sindicalista, partidista, ahí hemos estado con nuestra pluma; opinando, fijando posicionamientos, exponiéndonos al debate, pero aquel de altura, con criterios y argumentos; no suelo hacer caso a críticas de un periodismo falaz, centavero, convenenciero. A todos nos beneficia una prensa libre y democrática, y los ciudadanos tenemos el deber de elegir nuestras fuentes de alimentación de información.

Los estilos  son variados, es cierto, pero la objetividad, la ética, la verdad, es una e indivisible, como para que cualquier pseudo periodista las manosee y las denigre. He participado en periódicos casi artesanales, por el esfuerzo que ha implicado esa empresa épica de contar con un medio alternativo para  deshacer los entuertos de la corrupción, la mentira y el abuso del poder. Por eso, me llama la atención que, en una revista de nombre geográfico, se enfile una serie de ataques a personas íntegras y que están haciendo lo mejor de ellas por contribuir al desarrollo de Manzanillo, como lo es el caso de nuestra presidenta municipal, Griselda Martínez, cuyo liderazgo eficaz, moral y político se manifiesta ya en grandes logros; en obras y acciones de beneficio colectivo en nuestro querido municipio.

Ahora ocurre que  periodiqueros que no honran al periodismo, enfilan ataques contra quienes ejercemos el derecho a la libertad de expresión, y nos llaman “columnistas pagados” porque defendemos y reconocemos la gestión municipal. A ese que denuesta nuestra contribución al ejercicio de las libertades, le decimos categóricamente que a mí nadie me paga por escribir, sino que lo hago por amor al arte en la más sublime connotación de esta imagen de dar y comprometerse, sin esperar nada a cambio. Con que me lean, me doy por servido.

Nunca cuestiono con mentiras ni pago porque se distribuyan mis columnas o se anden pegando en camiones o espectaculares que cuesta un ojo de la cara. Y lo primero que me dirían, si lo hiciera: ¿oye, quién te paga, de dónde sacas dinero para que tus columnas se promuevan en autobuses y espectaculares?

Ese periodismo de gacetilleros de paga, que  no podría argumentar la fuente financiera de sus ediciones de lujo y a todo color, plantea interrogantes varias. Pero ya sabemos, que, en las circunstancias políticas, aparecen semanarios, folletos, panfletos y hasta empresas periodísticas, para apuntalar proyectos políticos o desacreditar a los gobiernos municipales, por ejemplo.

No menciono nombre de gacetilleros a paga, porque no me interesa hacer crecer a quienes no hacen periodismo. Pero la ocasión lo ameritaba. Y claro que se tiene que revisar, como ciudadanos. Que queremos estar enterados de los vaivenes de la política y las circunstancias de la prensa; a los medios que están en el escenario. Además, no cuesta mucho esfuerzo ni riguroso análisis de contenido, para saber qué medios están con quién, y cuáles son sus fuentes de suministro financiero. 

Y negar la existencia publica de actores y gobernantes, en sus páginas, por ejemplo, y ponderar proyectos del pasado régimen de la corrupción, tratando de denigran a los gobiernos y representantes populares de la Cuarta Transformación; son claros indicios de una prensa partidista, facciosa, que no contribuye al enaltecimiento de la libertad de prensa y de opinión.Muchos empresarios del periodismo y articulistas consagrados en el viejo régimen de la corrupción, no se dan cuenta que también hubo una revolución en las relaciones del gobierno federal con los medios y sus representantes.

En todo el mundo, la  conferencia mañanera del presidente se ha convertido en un éxito rotundo. Miles de millones de pesos se han ahorrado, han dejado de fluir a resumideros y llenaderos sin fondo que eran las redacciones y las oficinas de los consejos de administración de medios impresos y digitales. Y ahí están los datos que se han dado a conocer gracias a la Cuarta Transformación. Pero si bien unos medios tradicionales siguen hundiéndose, por no interpretar el gran reto que implica una nueva relación del poder político con los medios, es que andan como descabezados, pataleando porque no les fluye el rio de dinero.

Y se han refugiado en combatientes  virulentos de la Cuarta Transformación, aliándose con personajes del viejo régimen de la corrupción, porque creen que así volverán ellos a los tiempos idos.Por la otra parte, existe una gran cantidad de medios que, si están visualizando la necesidad de transformarse para  competir con calidad en la información veraz y objetiva, y han entrado al uso de las tecnologías con gran acierto. De tal manera que hay una amplia gama. De fuentes de información  en los medios digitales y las redes sociales, que son una opción para consumir información y opinión critica. Aquí estamos.

PUNTO Y RAYA

Como no queriendo y por lo que el tiempo encoge, son dos expresiones propias de nuestra cultura mexicana, que interpretamos como que tenemos que hacer algo aún contra nuestra voluntad, y por lo que pueda ocurrir después. Las aplico a lo que desató la propuesta legislativa para democratizar la vida y dar transparencia a una de las instituciones fundamentales del Estado para brindar educación de calidad al pueblo colimense, como lo es la Universidad de Colima.Y estas expresiones se nota en los movimientos que hace el grupo Universidad para hacer frente a una lógica, oportuna, pertinente y muy necesaria reforma a la Universidad de Colima. Si se reformó la URSSS, y cayó el muro que dividía a los pueblos del este y el oeste, ¿por qué no tendría que reformarse la ley orgánica de la Universidad de Colima? Digo que se nota que, sin embargo, se mueven, porque hemos visto algunas declaraciones casi de imploración del rector de la Universidad, como cuando dijo que se iba a sumar la nomenclatura que el representa con otras rectorías que igual atraviesan por cuestionamientos de corrupción, y que se están aglutinando para defenderse ¡de la transparencia, la rendición de cuentas y la democratización interna!Una de esas imágenes implorativas, además de otras reuniones seguramente cabildeadas por la diputada reaccionaria Claudia Yáñez y el conservador Mario Delgado, con el ramo de la educación superior del gobierno de la Cuarta T; fue la que aparece en un medio adicto a los porros, donde se ve que cruza una mirada de subordinación con un hierático Esteban Moctezuma Barragán, el encargado de ese ramo en el gobierno de AMLO. Y así se la están jugando los amigos de la Universidad, usando columnistas y voceros propios atacando a un solo diputado, con la consigna de que es el único responsable de la iniciativa de reforma universitaria, cuando se sabe que es una necesidad ingente que data de hace 40 años y que a lo largo de estos, precisamente por ser obsoleta y de origen político, ha entorpecido la educación y ha permitido a sus detentadores, amasar cuantiosas fortunas y un terrible cacicazgo político que, ante la ruina del PRI, piensa perpetuarse ahora con un acercamiento de los porros al enemigo de los trabajadores, impetuoso y de poca consistencia publica y de arrebatos, como lo es Locho Moran, qué grave, aunque es de esperar que las bases universitarias, los maestros y alumnos, se den cuenta de ello y lo reprueben.¡Hasta la próxima!

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