El triunfo del presidente ante una corte que se apoya en los supersalarios, y no en la justicia

Este jueves se vivieron momentos culminantes en el debate que se viene dando, no entre Poderes, sino en una amplia discusión popular por la irritación que existe por los jugosos y millonarios  ingresos anuales de los ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, SCJN, quienes, acudiendo yo a la consulta de los clásicos del pensamiento filosófico  en materia de Justicia o de Estado, puedo decir que prácticamente hicieron una nueva definición de la justicia, siendo esta  la  de que la “Justicia es pagar mucho a los jueces para que no se corrompan,”. Sócrates, el padre de la moral, se habría indignado si reviviera de la gloria  donde yace  desde hace  catorce siglos.

¿Cómo debemos interpretar este señalamiento que vertió en su informe Luís María Aguilar en su calidad de presidente del Poder Judicial, cuando dijo esto?: “mi convicción es que si un juez no goza de condiciones de independencia deja de ser Juez, para convertirse en el mandadero de alguien”. Y es que se ha dicho que si una persona no tiene independencia económica, en la política, por ejemplo, caerá en el poder de manipuladores, de tentaciones, de desviarse o abandonar la crítica.

En lo particular, no soy partidario de que los “dioses” –eso se creen ellos mismos- del Poder judicial deban ganar mucho para que el derecho, la justicia se aplique en ellos. En un país destrozado por la corrupción, y con tantos  problemas derivados del régimen  neoliberal, lo que se necesita son jueces que renuncien  a la vulgaridad que entraña ese  jugoso salario, ofensivo para  la gran mayoría de mexicanos que apenas sí sobreviven con una precaria o miserable economía.

El régimen de la corrupción, herido de muerte este 1 de julio, por la fuerza  poderosísima de 30 millones de ciudadanos; corrompió el Poder Judicial, a sus ministros, a los jueces en su gran mayoría. El sueldo de esa magnitud no es para evitar que caigan presos de las pasiones, las ambiciones, y las anti virtudes que deben tener los  hombres de Estado;  que en las pasiones de todos modos  caían, pues, si se revisa el historial de sus decisiones, muy pocas tienen que ver con la Justicia y muchas  con el afianzamiento de las estructuras  de la corrupción, de las leyes dictadas por el mercado para explotar a los ciudadanos y saquear la riqueza nacional.

Son corruptos hasta por omisión los notables de la SCJN. Pues, si estos  ciudadanos alejados del  valor supremo de la justicia, el bien y la sabiduría, realmente hubieran sentido apego por el Estado, por la legalidad, hubiesen  pegado el grito en el cielo, advirtiendo que  ya existía una ley que marcaba que nadie podría ganar más que el presidente. No lo hicieron, se dejaron llevar por la inercia de la corrupción prianista.

Pero ahora son otros tiempos. El carácter y la determinación de un estadista, de un presidente que quiere trascender por el camino de la aplicación de las leyes y del  virtuoso camino del Estado; los metió en serios problemas  desde que en campaña anunció que  les quitaría las  pensiones jugosas a los expresidentes y les bajaría los salarios a los de arriba, para generar economía social y  subir sueldos a los burócratas que ganen menos.

Los ministros de la SCJN, creyeron que la inercia de la corrupción continuaría, con  ese manto protector  en que los mantuvo el prianismo presidencial en los últimos 18 años, aunque, desde antes ya traficaban con su incondicional sumisión a los intereses  privados y del Ejecutivo en turno. No fueron capaces de colocarse a la vanguardia de la ética y la moralidad pública,  sumándose a las propuestas de austeridad que el nuevo presidente de la República está implementando. Hasta que les llegó la ola reformadora, por vía de las redes sociales, ridiculizándolos, criticándolos y señalando hechos de presunta corrupción en los que incurrieron los ministros, al grado de que afloraron evidencias de que habían convertido ese Poder, en un coto exclusivo de empleo de familiares.

Este debate, lo ha ganado la fuerza política y moral que trae el presidente, como de hecho  lo ha venido haciendo enseguida del triunfo electoral, en esos largos meses previos a la toma del poder. Y en estos casi 15 días de ,llevar al frente del gobierno de la República,  en un intenso trabajo que hace a algunos suponer que es excesivo contra su salud; ha concretado otros grandes triunfos llegado al cumplimiento de sus compromisos, solo por citar algunos: el inicio de la construcción de una nueva refinería; la presentación del programa de energía; y la firma de la iniciativa que deroga la mal llamada reforma educativa, entre otras grandes acciones de carácter social, como fue  el atender a los damnificados de Nayarit y Sinaloa, mi entrañable región.

En estos primeros 15 días, el nuevo presidente de los mexicanos ha dado muestras de su gran empuje y seriedad con que ha tomado el poder para lograr la gran trasformación nacional. Hay optimismo, que mantiene  virulentos a los pocos, y abatidos  y sin argumentos, que quieren que le vaya mal a México, como son el prianrredismo y otros satélites que añoran el trato de la corrupción.

PUNTO Y RAYA

Los  supe sueldos en Colima. Acá también hace viento en el campo de la corrupción. No es posible que, frente a miles de colimenses que no gozan de seguridad social alguna, pues carecen de  la jubilación; haya notables que mantienen  un  modo o medio de vida, con todas las consideraciones económicas para una vida holgazana e improductiva, valga la  reiteración.

Por lo que  pido respetuosamente a los diputados de la  actual legislatura, y si no a todos, pues hay muchos traidores, a los que quieran responder a las siguientes  preguntas

1.-  ¿tienen idea de cuánto perciben, por ejemplo, los exgobernadores, tanto en especie, como otras prebendas atribuibles al mérito circunstancial de haber sido circunstanciales gobernadores?

2.- ¿conoce el Poder legislativo, cuanto le cuesta al erario la manutención de  los ex rectores o sus  familiares?

No es un asunto menor, es necesario que se discuta y que se ponga un alto -si es el caso de que existen esos privilegios- un alto a la manutención  de ciudadanos improductivos, que viven de esa misma inercia de corrupción que  quieren seguir sosteniendo los ministros de la SCJN.

Espero que  algún legislador o legisladora responda. ¡Hasta la próxima!

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