EL VERDADERO DESPEÑADERO

No se trata de Chairos y Fifís, se trata de decisiones que en verdad han afectado las finanzas públicas nacionales; se trata de que el mismo Presidente de la República, se ha encargado de dividir al país estableciendo una diferencia mayúscula entre conservadores y liberales. se trata de que hay buenos y malos en nuestro país; se trata de que el mismo presidente discrimina al usar una serie de adjetivos que, siendo el titular del Poder Ejecutivo no debería.

Ha sido un primer año plagado de muchas cosas y no todas ellas éxitos, por cierto. Las más de ellas, fracasos muy sonados que, incluso, rayan en el ridículo, si no por el hecho mismo, si, por las justificaciones discursivas y mediáticas con que lo justifican o minimizan.

Se ha hecho mucho en contra de la corrupción, no cabe duda, a veces con criterios que paralizaron la economía o a todo un sector, como en el caso de los huachicoleros, que por cierto ahí siguen exactamente igual que antes, o peor. Por otro lado, pareció mejor cerrar programas o una dependencia entera, que permitir, a decir de López, «que siga la corrupción»; es como si para evitar una enfermedad fuera mejor matar al paciente, que iniciar un tratamiento, porque a lo mejor nos tranzan con la medicina; No es cuestión de si nos cae bien el Señor Presidente, o si hay resentimiento o coraje, o felicidad porque ganó Morena, se trata de ser serios y darnos cuenta a donde nos están llevando estas «políticas liberales», (dice el Presidente al menos, que conservadoras no son). Por cierto, estoy seguro que si algo necesitan los liberales es algo completamente opuesto al perfil este que se presume como tal y que, ansioso de reconocimiento se compara con Juárez y Lázaro Cárdenas, queriendo pasar a la historia como si tuviera los méritos necesarios.

En materia de seguridad las cosas no están para presumir, cada día que pasa, una nueva noticia nos sorprende, cada día es más sangriento. Todo comenzó a ir mal desde que abiertamente se les dijo a los capos que nadie iría contra ellos y, cuando se atrevieron a hacerlo, se vino el culiacanazo.

En materia ambiental, los pocos proyectos que hay, se pasan por el arco del triunfo la normatividad, destruyeron muchas hectáreas de mangle para el proyecto de Dos Bocas, la refinería que, créanme, nunca va a funcionar. El Tren Maya, tiene lo suyo y lo nuestro se lo pretende acabar con el pretexto de un derecho de vía de una línea transítsmica que nunca funcionó.

Las oficina públicas están paralizadas porque despidieron a quienes hacían la chamba, ahora mismo no hay quien expida por ejemplo, un Certificado Parcelario de cualquier ejido del país, o incluso, no hay quien abra los sobres que contienen la lista de sucesión de las parcelas ejidales, dejando en total estado de indefensión a miles de ejidatarios y exponiendo al riesgo a millones más, solo porque a alguien, ya sabes quién, se le ocurrió que era mejor despedir a quienes se encargaban de es, que soportar “sus actos de corrupción”, dando or hecho que los habñia, sin comprobarlo y menos sin escuchar a los trabajadores afectados.

Ahora las matanzas, las ejecusiones son cada vez más atrevidas y las declaraciones de los responsables de mantener la seguridad interior, cada día más ingenuas, más cándidas, más tontas e increíbles, mejor se queden callados, empezando por el Secretario Durazo, que ha resultado muy blandito, por cierto.

El estado de derecho cada día está más vulnerado y hasta la Señora Ministra ha entrado al juego, perdiendo López una de las pocas cartas decentes que le quedaban, al declarar que la llamada Ley Bonilla es legal, tan solo a pocas semanas que ella misma dijo que era anticonstitucional. Que pronto dejó atrás lo que durante mucho tiempo la caracterizó, adiós a su decencia.

A cada metida de pata, son miles los chairos oficiosos, muchos de ellos que sorprenden, y es que cuentan con una preparación tal, que parece su actitud reclamar una posición que no tienen y piensan que, echando porras al aire, a diestra y siniestra, las podrían recuperar, finalmente el próximo año inicia el jaloneo por las candidaturas y son muchas. A cada metida de pata, de López, o de alguno de sus funcionarios, un aplauso y a cada montón de aplausos; a cada cierto número de aplausos, un buen de abrazos y de ahí a los balazos, porque estos no se van, ni se dejan de oir.

¿Qué sigue? ¿Hasta dónde debemos llegar para que nos caiga el veinte a todos? Ya se oyen menos los fifís y los chairos ya se están cansando de defender lo indefendible, todo por su propio peso cae, como cayó el PRI y como habrá de caer también Morena. No hay mal que dure 100 años, dicen. ¿Es este el verdadero despeñadero? ¿O siguen cosas peores?

AL FINAL

¿De qué tamaño es realmente la economía mexicana? Y es que han pasado por el gobierno los más diestros saqueadores y ahora los más ineptos administradores y ahí sigue nuestro país. ¿Hasta cuándo?

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