A estas horas, Rosario Robles, quien fuera una destacada activista política y que traicionó la lucha social para encunarse en el confort del sistema político corrupto prianista; se encuentra recluida tras las frías rejas de un penal. Está resguardada por dos meses en prisión preventiva para evitar su fuga, ya que se le imputan actos delictivos por cerca de 7 mil millones de pesos. Están embarrados en este caso el expresidente Peña Nieto, el ex secretario José Antonio Meade y toda una red de personajes e instituciones que participaron de la triangulación financiera, desapareciendo miles de millones de pesos que supuestamente tenían el destino de combatir la pobreza extrema, a donde nunca llegaron.
A estas horas también corren ríos de tinta en los medios impresos, voces sesudas en el análisis de radio y televisión; y comentarios de toda tendencia en las redes sociales; de tal manera que el caso ya es ampliamente conocido: se enjuicia a una ex secretaria y ya está en la cárcel resguardada en tanto se continúan las investigaciones.
Se trata de la primera figura pública de ese nivel de gabinete que llega a la cárcel, y debería ser el antecedente para que arriben sus otros dos prominentes cómplices, por las razones que hayan sido y que están embarrados.
No es un caso menor. En este acto de aplicación de la ley, se concentra toda la esperanza del pueblo mexicano porque se castigue a los corruptos. Un pueblo que ha esperado muchísimos años para poder ver esta vida accidentada por la que atraviesa Rosario Robles -y que hace temblar a sus cómplices- ante el inminente horizonte carcelario.
Como el caso de Rosario Robles, hay muchos, y en Colima también. Es corrupción que debe sancionarse.
Estamos ante un nuevo paradigma en la aplicación de la ley a los corruptos, aunque esta apenas es una señal, pero esperanzadora en la función pública, con el cambio de régimen, de uno corrupto como el que involucra a Robles, Peña y Meade; a uno esperanzador, honesto, y de gran transformación y regeneración nacional, como el que encabeza Andrés Manuel López Obrador.
Muchos creen que no se le seguirá a fondo la ruta al dinero público, pero el caso de este triángulo financiero que embarra al expresidente y a dos secretarios, hace creer efectivamente que la Fiscalía General de la República, se aplica en ello a través de la respectiva de Inteligencia Financiera.
No puede uno dejar de imaginar que esto estuviera sucediendo en el país y sus instituciones, si en la presidencia de la República y el Congreso Nacional, estuviesen ocupados por el ahora en capilla, Antonio Meade Kubreña, o el juniorcillo y aprendiz de corrupto, Anaya: nada estaría cambiándose ni transformándose, sino la más absoluta de las corrupciones, seguiría su inercia, de la más atroz historia de la corrupción pública a nivel mundial.
Hay una foto que ilustra el final, final feliz que preveían la hoy presidaria Robles, Peña y Meade. Se están riendo a carcajada batiente, en algún momento de sus responsabilidades. Pero esa foto tiene su gran contraste en estas horas en que los miembros del gabinete parecen andar huyendo, despavoridos, presas del miedo temprano a las indagaciones de los fiscales.
No hubo final feliz para Peña y sus excolaboradores. Y no lo habrá para muchos más, si se le rasca más, y en Colima hay mucha sarna pública que manos le van a hacer falta a los fiscales para rascarla.
Estamos hablando de miles de millones, aún sean dos o tres mil millones; que fueron sustraídos de las arcas públicas en los últimos cuatro sexenios de gobiernos estatales. Algunos de esos cientos o más de mil millones, salieron por la vía de préstanos al gobierno estatal, que no se sabe a donde se ocultaron o sus brillantes tesoreros habrían desviado. Los millones desviados no se encuentran, no se sabe a dónde fueron a parar, pero sus actores o principales responsables, por ahí andan, y aparecen sonrientes tomándose fotos, riéndose también, como si nada les fuera a suceder. Ya se verá, pronto.
PUNTO Y RAYA
ENCUENTRO DE EXGOBERNADORES QUE SE RÍEN
Quieren algunos periodistas y analistas ver más allá de lo que las imágenes nos hablan.
Hace unos días, en la toma de protesta del líder de los burócratas estatales, se aparecieron los ex gobernadores Mario Anguiano y Fernando Moreno, acompañados del dirigente estatal del Partido Verde, Virgilio Mendoza. Se tomaron la fotografía sonriente, creyendo que estaban en la pasarela del espectáculo artístico, o en una pasarela anticipada. Mostrando a este último como artículo de exposición para la gubernatura. Pero ellos, los dos ex gobernadores, que se dieron con todo, ahora aparentan cercanía, como si los colimenses no supiéramos de su comportamiento en la función pública. Uno de ellos, MAM, tiene serias acusaciones de corrupción pública, con cientos de millones; y el actual gobernador, Ignacio Peralta Sánchez, otras centenas de millones de pesos se le achacan como desaparecidos. ¿Se reirán también, como en su tiempo lo hicieron los integrantes de ese triángulo de la corrupción, desbaratado porque una de sus puntas ya está en la cárcel?
¡Hasta la próxima!