Llegó a su fin la etapa de las precampañas en el que ya se antoja un largo proceso electoral, máxime cuando el resultado sigue siendo el previsto desde que Morena y sus aliados PT y Verde definieran a Claudia Sheinbaum como su coordinadora nacional de Defensa de la Cuarta Transformación.
Respecto de Xóchitl Gálvez, candidata de la coalición Fuerza y Corazón (PRI-PAN-PRD), Sheinbaum lleva una ventaja de 20 puntos en casi todas las encuestas, salvo aquellas difundidas para hacer creer que la distancia entre el segundo lugar y la puntera se ha ido acortando.
El oficialismo decidió su proto-pre-candidatura con una encuesta que mandó a Marcelo Ebrard al segundo lugar. El excanciller se negó a aceptar los porcentajes y los impugnó denunciando en medios, a través de los órganos internos y de las autoridades electorales un supuesto uso de recursos públicos en la promoción de la imagen de Sheinbaum.
Hizo varios amagos de abandonar la 4T y hasta se habló de la posibilidad de que Ebrard fuera candidato de Movimiento Ciudadano (MC). Pero, al final, permaneció en Morena y lo vimos en el Monumento a la Revolución acompañando a Claudia en el cierre de precampaña.
Sin poder hablar de sus proyectos de gobierno, pues eso supondría actos anticipados de campaña, Claudia ha ido poco a poco dejando de ser la candidata de AMLO para convertirse en la nueva líder del movimiento. Eso no ocurrió ciertamente con la entrega del simbólico bastón de mando, sino en la medida que la precandidata empezó a negociar, por su cuenta y riesgo, con las diferentes corrientes políticas y sociales que se han ido sumando a su proyecto.
Grupos empresariales y políticos (especialmente de priistas) se fueron a la cargada a favor de Sheinbaum. Esto es notorio sobre todo en los estados, donde antiguos caciques buscan la manera de sobrevivir poniendo sus huestes al servicio de la candidata de Morena. El caso más señalado es Baja California, donde Jorge Hank Rhon usa como moneda de cambio la franquicia local del partido Encuentro Solidario para colocar candidatos a algunas alcaldías en la coalición con Morena.
POR LA IZQUIERDA
No pocas voces en la izquierda se han alzado ante la apertura de Sheinbaum a recibir en su equipo a perfiles como el de Omar García Harfuch, quien de hecho ganó la encuesta en la Ciudad de México pero la candidatura a jefa de Gobierno se la entregaron a Clara Brugada por el tema de género. Mientras duró su mensaje en el cierre de precampaña, a la derecha de Claudia estuvo robando cámara el ‘apuesto’ policía.
En Colima, la alianza con el liderazgo de Virgilio Mendoza en el Partido Verde llevó a la expulsión de Morena de la alcaldesa de Manzanillo por parte del dirigente nacional. Mario Delgado estuvo acompañado en la reunión por Adán Augusto López, en quien Griselda Martínez tenía fincadas esperanzas de salir avante de su enfrentamiento con el gobierno de Indira Vizcaíno.
Por decisiones como esa, a no pocos militantes y simpatizantes les parece que el pragmatismo venció a la ideología. Y era esperado el discurso de Sheinbaum para saber si haría la mínima crítica al gobierno actual o marcaría corrección alguna en el rumbo. Lo que dijo Claudia de AMLO y de su propuesta para el siguiente sexenio merece un análisis aparte, que haremos en una siguiente entrega de esta columna.
CANDIDATA DE DISEÑO
Aunque la oposición prianista prometió una verdadera elección primaria, pronto se vio que este proceso no iba a ser más que una faramalla para lanzar a la senadora Gálvez como candidata de unidad. Irónicamente, el destape de Xóchitl lo hizo el presidente López Obrador en la mañanera, atribuyéndole la decisión a la cúpula empresarial y política que encabeza Claudio X. González.
Crédulos de lo que señalaban las bases de la convocatoria o, muy probablemente, calculando los dividendos políticos que les daría participar en el proceso, en la primera etapa se registraron 33 aspirantes pero sólo 12 fueron aceptados, entre ellos el colimense Jorge Luis Preciado que –junto con Gabriel Quadri– pronto declinó su participación.
Tras la depuración de la lista, en el primer sondeo sólo fueron incluidos los nombres de los panistas Xóchitl Gálvez y Santiago Creel, y los priistas Beatriz Paredes y Enrique de la Madrid. Los perredistas Silvano Aureoles y Miguel Ángel Mancera protestaron, pero de nada les valió.
De la Madrid y Creel se descartaron, pero ante el riesgo de que las bases priistas se movilizaran y votaran en masa por Paredes, la consulta ciudadana fue cancelada.
Como acabó confirmando Marko Cortés tras la revelación de los acuerdos de Coahuila, la designación de Xóchitl respondió a un pacto entre las dirigencias que dejó, al PAN, la candidatura presidencial y a la jefatura de Gobierno de la Ciudad de México, mientras el PRI conservaba una importante cuota de candidaturas plurinominales a la Cámara de Diputados y de lista nacional al Senado.
FOSFO FALLIDO
Tras mantener abierta la posibilidad de reclutar a Ebrard, el dirigente nacional de MC, Dante Delgado, volteó los ojos a Nuevo León: le ofrecieron la nominación al alcalde de Monterrey, Luis Donaldo Colosio Riojas, y ante el rechazó de éste la vacante fue ocupada por el gobernador Samuel García.
El problema de García siempre fue que, al no tener mayoría en el Congreso local, corría el riesgo de perder los recursos del erario con la designación de un gobernador interino cuya lealtad fuera endeble. Y así fue, en el Poder Judicial de la Federación se libró una batalla entre un gobernador que se amparaba contra las decisiones del Congreso y una mayoría de diputados que se negaron a conceder como cortesía política que el interinato quedara en manos del secretario general de Gobierno.
Cumplido el plazo, durante algunas horas en Nuevo León hubo dos gobernadores: uno de facto, Samuel García, quien renunció a ejercer la licencia que le habían concedido y se reincorporó al gobierno; y otro ‘legal’, el vicefiscal Luis Enrique Orozco que había sido nombrado por el Congreso para cubrir el interinato.
Al final, como Samuel ya había anunciado que no iría por la presidencia de la república, Orozco cedió el poder al gobernador en funciones.
PROPUESTA MACHISTA:
No se sabe si mediante un golpe institucional o en un acuerdo bien disimulado con Dante Delgado, el caso es que cerveza en mano Samuel García destapó al diputado federal Jorge Álvarez Máynez como candidato de MC.
La imposición produjo el reclamo airado del gobernador de Jalisco, Enrique Alfaro. Y una interpelación de la senadora Indira Kempis, quien deseaba una contienda interna y cuestionó la decisión de MC de ‘poner un falo’ en medio de dos candidatas mujeres.
Por lo demás, las dudas que genera la nominación de Máynez son respecto al potencial de recuperar la intención del voto que en dos semanas alcanzó Samuel.
El diputado es sólo dos años mayor que el gobernador y su único acercamiento a la farándula fue durante su breve matrimonio con la actriz Karina Gidi. A diferencia de Samuel, quien construyó una plataforma electoral con base en la imagen de su esposa, la influencer y publirrelacionista Mariana Rodríguez.
Pero el problema no es si la figura pública de Jorge Álvarez logra encajar en el perfil que Samuel García se trazó como precandidato, sino cómo un político que pasó por el PRD, Nueva Alianza y el PRI antes de sumarse a MC logrará seducir a un target electoral que no quiere escuchar propuestas realistas sino soluciones mágicas a la problemática de los más jóvenes.
Samuel era el candidato de la anti política; Jorge tendrá que esforzarse para no parecer un cuadro de la vieja política tratando de engatusar a los votantes más rebeldes. García estaba llamado a robarle sufragios al PRIAN; y Máynez, por su formación ideológica (su padre fue fundador del Partido Comunista en Zacatecas, pero Jorge –que estudió en el ITESO y el Tec de Monterrey– se define como socialdemócrata) podría sentirse tentado a ir por el mercado electoral de las izquierdas.
LA MEZCLA ROSA
En la precampaña también vimos el despegue y aterrizaje forzoso de la candidatura independiente de Eduardo Verástegui. Respaldado por organizaciones de extrema derecha; destapado vía remota por el campeón de los supremacistas Donald Trump; e identificado con el clero católico conservador, el exactor y excantante, hoy productor de series y películas de inspiración religiosa, no reunió las firmas necesarias para su registro.
Para anular esa competencia por el votante conservador, el discurso de Xóchitl se corrió a la extrema derecha. Gálvez abandonó la narrativa de mujer de izquierda, raíz indígena y vocación feminista con la que lanzaron su precandidatura, en una suerte de traje a la medida diseñado para robarle a López Obrador el monopolio de lo popular.
Ya sola en el lado derecho del espectro ‘Xóchitl volvió a ser Xóchitl’, según la cantaleta del periodismo de nado sincronizado que nos quiere hacer creer que fueron las lacerantes opiniones de los mismos comentócratas que antes saludaron su nominación como una epifanía, las que obligaron a la aspirante presidencial a recuperar el ingenio, el carisma y la simpatía con los que (según sus panegiristas) nació, y de los cuales (según esos mismos panegiristas transformados en feroces críticos) la quisieron despojar sus asesores de campaña.
Después de zigzaguear discursivamente en un esfuerzo por decir ante cada auditorio lo que el público quiere oír, Xóchitl orienta ahora su campaña disruptiva a convencer a la ciudadanía de los riesgos de regresión democrática y de profundización de la crisis de seguridad que correría el país, según ella, con la continuidad de la 4T. En ese estilo provocador, retó a un debate a Claudia Sheinbaum.
Con ocurrencias como ésta (las fechas de los debates ya están establecidas por el INE), Xóchitl buscará enmascarar un proyecto de gobierno que se resume como un regreso al viejo régimen. Como esa propuesta no es vendible, lo que ofrece Gálvez es la defensa de un sistema electoral donde los votos se cuentan y las alternancias se han dado sin violencia.
En la narrativa de Xóchitl no existen las fuerzas que la postulan. El nuevo nombre del frente opositor no evoca a los partidos ni en los colores: el rojo priista, el azul panista y el amarillo perredista produjeron en esa paleta una ‘ola rosa’.
Con el membrete de sociedad civil, durante la intercampaña que concluirá el 29 de febrero esa ola rosa sustituirá a la precandidata en la batalla por mantener intactos organismos autónomos como el INAI, IFT o Cofece, a los López Obrador pretende desaparecer con el argumento declarado de que “no sirven para nada” y son muy onerosos, pero la convicción profunda de que, después de 2018, esas instituciones le han dado al bloque neoliberal espacios de cogobierno.
Mi correo electrónico: carvajalberber@gmail.com