¿Y no será que el presidente López Obrador buscó a propósito exhibir a medios de comunicación, periodistas y políticos de oposición que, durante la última semana de abril, difundieron noticias falsas sobre su salud?, pregunta Adriana Buentello, jefa de información de Astillero Informa, en el recuento de malas prácticas periodísticas que realizó junto al columnista de La Jornada, Julio Hernández López ‘Astillero’, el jueves 27.
La descalificación es válida porque no solamente vimos a comunicadores que no ejercen con rigor las herramientas básicas del periodismo, sino que además justificaron la especulación. Sergio Sarmiento, en el programa Tercer Grado de Televisa dijo el miércoles 26: “Cuando no tienes información, también como medio de comunicación especulas”.
En la misma mesa, incrédulo René Delgado tuvo que preguntarle si eso era lo que realmente había querido decir. Y Denise Maerker, quien según Adriana ejerce el periodismo de otra manera, corrigió a Sarmiento: “Puede ser que ocurra, pero yo no creo que esa sea la práctica digamos del periodismo… me provocó un enorme alivio ver al presidente, esa es la palabra, me dio un enorme alivio verlo, efectivamente hubo este vacío de información, pero también hubo eso, una especulación que a mí, no me parece que nada la justifica”.
Al aprobarse fast-track una serie de reformas legales, la oposición se dijo engañada por una ausencia del presidente que, en ese supuesto, tuvo como finalidad distraer a la opinión pública de lo que estaba sucediendo en la Cámara de Diputados. Sin embargo, ellos fueron los que se dieron vuelo especulando sobre la afección de López Obrador y las posibilidades de que fuera sustituido como titular del Ejecutivo.
Para Julio Astillero, todos estos personajes opositores a AMLO mostraron una faceta deplorable que les va a perseguir durante mucho tiempo. Mario di Constanzo y Pedro Ferriz de Con cruzaron gozosamente los linderos de lo que es la crítica, asumiéndose como carroñeros. Asegurando que tenían información confidencial, revelaron que el presidente ya estaba inválido por un problema cardiovascular o que estaba agonizando, a sabiendas que no era cierto. Y todo para generar incertidumbre nacional y la percepción de que el desahucio físico era, por tanto, un desahucio político e institucional.
CORROBORAR INFORMACIÓN
Astillero abordaría en la Videocharla Astillada de ese mismo jueves por la noche, el caso del reportero J. Jesús Esquivel, corresponsal de Proceso en Estados Unidos, quien estuvo varios meses –contados a partir de abril de 2020– antes de la detención del general Salvador Cienfuegos, sin publicar la nota que él y un reportero del New York Times (NYT), Alan Feuer, tenían sobre la investigación en contra del exsecretario de la Defensa Nacional en el sexenio de Peña Nieto.
La guardaron porque no tenían una confirmación oficial. Hablaron tres veces con el canciller Marcelo Ebrard, dos con el fiscal general de la República, Alejandro Gertz Manero, y con múltiples personas. El tema es que no tenían todavía la confirmación cuando, finalmente, se anunció la detención y el inicio del proceso judicial contra Cienfuegos.
De hecho, el libro que escribió Esquivel –A sus órdenes, mi general. El caso Cienfuegos y la sumisión de AMLO ante el poder militar (Grijalbo, 2023)– es un desahogo por el reportaje que no pudo publicar a tiempo Proceso ni el NYT. No pudieron tener las fuentes específicas y, cuando se detonó el asunto, perdieron la primicia.
En contraste, lo del Diario de Yucatán es una coartada: quieren centrar la atención en el desvanecimiento, diciendo que el presidente de la república confirmó el martes que el domingo sí tuvo un “desmayo transitorio”. Pero olvidan que lo que ellos propalaron fue una noticia falsa sobre un “presunto infarto”, apunta Julio Astillero.
MEME-PERIODISMO
Para Adriana Buentello, ese momento reveló cómo muchos que se dicen periodistas no conocen los géneros periodísticos. Si lo supieran sabrían que, cuando un columnista honesto –“que son pocos”– tiene acceso a información privilegiada de fuentes dignas de crédito, lo que le filtran sólo puede aparecer en una columna, no en una nota de primera plana.
La columna, ese género híbrido entre la información y la opinión, sirve para entregar al lector cierto tipo de información que ayude al análisis o, simplemente, sea tomada como un trascendido. Son rumores. Y es el criterio del periodista, su trabajo y su carrera lo que puede avalar o descalificar una información. Hemos visto con mucha frecuencia a plumas pagadas especular de manera recurrente, sin un análisis ni una trayectoria ni un trabajo de investigación de fondo que le dé credibilidad a esa información no confirmada.
La declaración de Sergio Sarmiento evidencia que no es periodista aunque, según su biografía, de muy joven dirigió la edición de la Enciclopedia Hispánica y haya sido vicepresidente de Noticias en TV Azteca. Para Buentello, en sus muchos años como columnista y comentarista Sarmiento siempre ha puesto la pluma al servicio de los intereses que considera convenientes para su persona. Por eso no entiende que la nota de ocho columnas es un género distinto a la columna, y que su característica es que tiene que estar sustentada con información dura.
Un medio no puede decir que cuando no tiene información, especula. Especular es algo que hace un columnista, asumiendo la responsabilidad de sus análisis y comentarios. La columna es uno de los géneros de opinión y, otra cosa, son los géneros duros como la nota, dice Buentello.
Hoy se debate si estos géneros informativos pueden haber cambiado con la incursión de las redes sociales, si ahora son géneros más bien híbridos o se han modificado los ángulos con los que se abordan los géneros periodísticos. Pero la nota sigue siendo información dura y, por eso, porque la publicaron como una noticia de ocho columnas, es que el bulo del supuesto infarto causó tanto revuelo en las redes sociales.
Lo que hizo Carlos Alazraki al hablar de un evento cerebrovascular en el presidente, aludiendo a la información dada por “el primo de un amigo” parece meme, sugiere Buentello. Lo malo es que muchos periodistas, con un trabajo importante, aplaudieron al Diario de Yucatán como si hubiera sido un acierto publicar una media verdad.
Hubiera sido aceptable informar sobre “un desmayo transitorio” de haber habido un trabajo de reporteo con personas que hubieran atestiguado el desvanecimiento. Pero especular sobre un posible infarto a partir del vahído, ya era caer en terreno del rumor. Los redactores del Diario de Yucatán le agregaron de su cosecha a la información dura, y con eso desataron una campaña de desinformación, resume Buentello.
PAUSA ESTRATÉGICA
Julio Astillero reflexiona sobre las razones por las cuales el presidente escribió un tuit y no apareció en video el mismo domingo, como tampoco lo hizo el lunes sino hasta el martes. “La imagen puede ser engañosa”, comenta recordando su propio caso de covid cuando, por los medicamentos que tomaba, aparecía a cuadro abotagado.
Pero coincide con Buentello en que está surgiendo en México un nuevo tipo de oficio informativo: el periodismo adivinatorio. A partir de un desvanecimiento, Diario de Yucatán presumió un infarto. El desmayo pudo haberse producido por un simple golpe de calor, pero los redactores prefirieron el escándalo y la mentira. Del presunto infarto, otros comunicadores escalaron a hemiplejia y muerte cerebral. Por eso, cuando reapareció Andrés Manuel no dudaron en decir que se trataba de un clon.
El director fundador de La Jornada, Carlos Payán Velver, solía decir que ‘la única dictadura que podemos aceptar es la dictadura de los hechos’. Los hechos son irrefutables, las suposiciones son rebatibles. Como no se atuvieron a los hechos, esos mismos medios y personajes trataron después de justificarse diciendo que todo fue fingido, que es otro golpe maestro del engaño y la simulación que el presidente aprovecha para ausentarse de la vida pública, en un momento en que se iban a hacer reformas muy importantes en el Poder Legislativo.
Se trataba, según esa misma teoría de la conspiración, de que el presidente pudiera decir que no estaba en activo cuando se operaron esos cambios a las leyes. También dijeron que esa ausencia por enfermedad le permitió escabullirse para cambiar la dinámica de una agenda que se le estaba poniendo cada vez más difícil, con un enfrentamiento con Estados Unidos por el tema del fentanilo, y otro con la Corte por la resolución sobre la Guardia Nacional.
La verdad es que medios y periodistas fallaron al rigor informativo y a la ética profesional, mostrando una esencia corporativa. Como concluyen los conductores de Astillero Informa, el incidente Mérida le permitió a Palacio Nacional hacer “un encueradero mediático”.
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