En amena charla con estudiantes de diseño industrial, los profesores fundadores de la ahora Facultad de Arquitectura y Diseño (FAyD) de la Universidad de Colima, Gabriel Gómez Azpeitia y Gastón Olea Coria develaron un origen más antiguo del plantel y dieron consejos a los diseñadores en formación.
Gómez Azpeitia dio a conocer que el origen de ese colectivo escolar se remonta años antes del 13 de septiembre de 1983, cuando un experimento muy importante llamado Escuela de Artesanías Comala, dio la vuelta al mundo con sus muebles diseñados por Alejandro Rangel Hidalgo y su hermano Juan.
“Era rector Humberto Silva Ochoa y le pidió a Rangel Hidalgo volver a formar artesanos, pero bajo el cobijo de la Universidad de Colima. Rangel dijo que no, que mejor traería al mejor arquitecto de México, porque Colima lo que necesitaba eran arquitectos”.
Y así fundaron la entonces Escuela Superior de Arquitectura en las instalaciones del antiguo IUBA. Su director fue el restaurador y muy estimado universitario Gonzalo Villa Chávez. Junto con él, vinieron Ignacio Gómez Arreola, Luz María Mejía, el mismo Gabriel Gómez Azpeitia y más profesores.
Al respecto, Gastón Olea señaló que el diseño no es artesanal, ni industrial, ni gráfico, ni de modas; “el diseño es uno y solo uno, es la base, y estamos comprometidos con eso incluso ahora con toda la tecnología”.
Él dijo que las carreras que se ofrecen en la facultad “son grandiosas porque son de lo más universal y lo más abierto. Como diseñadores, venturosamente podemos decir que nos dedicamos a todo lo que pienses, imagines y maquines”.
Las preguntas de quienes escucharon la historia fue para saber cómo eran las clases sin la tecnología y la facilidad para trabajar actualmente. Gómez Azpeitia dijo que a ellos se les formó para que “al iniciar un trabajo nos dediquemos a terminar sin hacer pausas, y ahora trabajan con muchos distractores como la música, las aplicaciones, mandan mensajes, googlean, están en internet. La tecnología implica una mentalidad diferente”.
Reconoció que “la tecnología nos ha roto el orden que teníamos para hacer las cosas. Antes todo requería tiempo, orden y secuencia. Ahora no, los nuevos estudiantes se aburren en nuestras clases”.
Para Gastón Olea “se ha perdido el amor por conocer algo; ahora, con un teléfono resuelven una duda rápidamente y no la vuelven a repasar, la olvidan. Aumenten su conocimiento, al menos en lo que les apasione”, recomendó.