ESTADÍSTICAS Y FIESTAS

Si revisamos el Diccionario de la Lengua Española de la Real Academia Española, encontramos que el origen de la palabra Estadística se encuentra en Statistik, y que ésta a su vez deriva del italiano statista ‘hombre de Estado’ y entre sus acepciones encontramos las siguientes: 3. f. Estudio de los datos cuantitativos de la población, de los recursos naturales e industriales, del tráfico o de cualquier otra manifestación de las sociedades humanas, y 5. f. Rama de la matemática que utiliza grandes conjuntos de datos numéricos para obtener inferencias basadas en el cálculo de probabilidades. Esto quiere decir que la estadística tiende, por su naturaleza matemática a ser exacta (a pesar de su relación con la teoría de probabilidades).

La estadística resulta fundamental para la toma de decisiones tanto en el sector público como en el privado. Por eso cuando se proporcionan estadísticas, éstas deben elaborarse con seriedad y lo más recomendable es que existan anexos metodológicos que permitan a los estudiosos la posibilidad de realizar cálculos diferentes a los presentados para que acomoden más a sus necesidades. Para el cálculo de las variables macroeconómicas, como el sistema de cuentas nacionales, existen metodologías normadas por los organismos internacionales (sobre todo por el Fondo Monetario Internacional) que los países deben seguir al pie de la letra.

La normatividad mexicana recae en el INEGI y las estadísticas que calcula este órgano autónomo tienen como base muchos métodos: censos, encuestas y registros administrativos, entre otros. Cuando se creó como tal, en la administración de José López Portillo, logró prestigiarse precisamente cuando, a partir de 1978, puso a disposición de sus usuarios, la metodología usada para realizar sus cálculos.

Cuando un gobierno publica estadísticas realizadas sin una base técnica confiable, se pierden confianza y prestigio. Resulta poco serio su lanzamiento sin sustento. Algunos gobiernos ignorantes lanzan estadísticas irresponsablemente con la finalidad de apuntalar programas caprichosos que no logran encajar en el ánimo de sus gobernados, buscando adornar sus políticas impopulares. Tratan de convencer, pero no lo logran.

Lo dicho viene a cuento porque seguramente dentro de una semana estaremos comentando los comaltecos las cifras que año con año lanza el Ayuntamiento para tratar de convencernos del éxito de las fiestas que organiza, como la Feria del Ponche, Pan y Café. En años pasados se ha hablado de haber recibido cientos de miles de visitantes que realizaron una derrama escandalosamente grande. Esa gran derrama no se observa, sin embargo, en una mejora en la calidad de vida de los comaltecos por dos razones fundamentales: porque son mentiras y porque la mayoría de los comerciantes que acuden a la Feria, nada tienen que ver con Comala (ni con Colima).

La pregunta que formula este juntador de letras al Ayuntamiento que preside don Aldo, es ¿Cómo realizan sus cálculos? ¿Cuál es el sustento científico de las cifras que nos darán? ¿De dónde provienen los visitantes? ¿Quiénes son los que más gastaron? Y las respuestas, por supuesto, no van a llegar. Son sólo cifras alegres que tratarán de justificar los sacrificios y molestias de los comaltecos, y que fueron generadas sólo por la necedad y la incompetencia de sus autoridades. Quizás se trate de buenas intenciones, pero más bien, creo, serán un intento de justificación por parte de la autoridad.

El Ayuntamiento supone que los comaltecos somos nenes de tres meses de edad, y no es cierto, somos adultos con capacidad para discernir lo suficiente como para no estar de acuerdo con que el evento es un éxito mayúsculo como han tratado de convencernos en años anteriores (y también lo han intentado, sin lograrlo, con las fiestas guadalupanas). Las cifras deben usarse para realizar proyecciones y saber qué, dónde y cómo promover para el siguiente festejo ¿Y hay encuestas de satisfacción de los visitantes? ¿Qué sugerencias realizaron? No debe hablarse por hablar, como acostumbran.

Lo que sí debe informarse y con exactitud porque se tienen los registros, es cuánto se recaudó por venta de espacios y eventualmente por otros conceptos y cuáles fueron los costos de la feria por los espectáculos, renta de sillas, operativos de tránsito, recogida de basura, limpieza y muchos otros etcéteras. En función de lo anterior ¿cuánto se ganó o cuánto se perdió? El análisis de costo-beneficio ya lo realizaremos los ciudadanos y opinaremos sobre la conveniencia de seguir con las fiestas en la manera que se organizan o de otro modo, inclusive sobre la pertinencia de que continúen organizándose.

Además de que las cifras que nos den, deberán ser realistas y reflejar una realidad y esa realidad debe resultar palpable. Y, sobre todo, no deben perder de vista que la finalidad de un gobierno consiste en lograr la felicidad de los pueblos ¿Se logró la felicidad de los comaltecos con ese festejo? La opinión que puede recogerse en las calles (o mejor, a través de las redes sociales), dicen que no.

Como pueden concluir los pocos lectores de esta columna, existen bases no improvisadas ni caprichosas para poner en entredicho los festejos. La modesta opinión del escribidor es que las fiestas no deben acabar sino organizarse bien y, sobre todo, deben tener objetivos claros y definidos que sean compartidos por el pueblo y sus autoridades. Y eso pasa por consultas a la población, aunque don Aldo no quiera realizarlas, según lo que ha expresado. Los comaltecos no estamos pintados: existimos y somos de carne y hueso, y con neuronas suficientes, aunque crean lo contrario. Y el pueblo, por supuesto, es nuestro y no de sus autoridades; por tanto, el derecho a decidir, nos corresponde a nosotros, que para eso somos mandantes. A ellos como mandatarios, toca recibir nuestro mandato y cumplirlo.

Recordemos que, si no tienen autoridad moral, no pueden tener autoridad política.

Es todo, nos encontraremos pronto. Tengan feliz semana.

 

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