El viejo régimen de la corrupción, desde la época dorada de generales corruptos, encargados de puertos y aduanas, tuvo sus manifestaciones en todos los rincones de la geografía nacional.Ser funcionario en el régimen autoritario priísta, en algún rango, era como tener un Fiat para robar, para enriquecerse, para pagar sueldos a familiares y amigos, sin que trabajaran en nada. Más de 70 años de uñas largas en los hombres de ese sistema, generaron una degeneración en instituciones y pueblo.
Se robaban todo. Veían los recursos públicos como botín de piratas. Un sistema invencible, que sostenía el gobierno en base a complicidades y a infundir terror. Nadie de aquellos años que siguieron al honesto cardenismo, se salvaba de robar, antes al contrario, tenían qué hacerlo; era la clave, la señal de identidad, de pertenencia al robo al erario.Y se creía que esa tradición Carranclana, era eterna.
El presidenzuelo Peña Nieto llegó a justificar el desvío moral y el vicio de robar, con que era una costumbre cultural muy arraigada en México. Seguramente por eso él mismo y sus cercanos se dedicaron a robar para refrendar esa tradición cultural. Qué barbaridad, que casi acabaron con el país.
Y en esa tradición desde hace muchos años, y ahora no tantos, en Colima se tuvieron ejemplos de verdaderas bandas que se dedicaban a robar en cuanto llegaran recursos a sus cuevas donde se desempeñaban públicamente.Entonces en el Colima tradicional, desde mediado del inicio de los cincuenta del siglo XX, se fueron formando grandes capitales y algunos capitalitos, pero todos del origen del robo.
Porque esa era la moneda circulante, la norma de calidad de los gobiernos.Desde presidentes municipales que se robaban tuberías, mafias de universitarios de asalto, gobernadores y hasta diputados y senadorzuelos: todos fueron visibles en hacerse de mulas pedro en su breve transitar por donde los pusieron… y había…para robar.
Dicho lo anterior, como referencia al tema, paso a comentar los hechos recientes de corrupción, donde grandes personajes locales del PRI, amasaron millones de pesos, algunos hasta podría ser tasada su deshonestidad en millones de dólares. Sin que nadie o nada pudiera enjuiciarlos.
Rectores y ex rectores que facturaban francachelas, apuestas de juegos viciosos; que se apropiaban de periódicos o que los compraban con dinero público; que incluso aun ahora a años de dejar el poder no podrían justificar sus altos gastos, sus lujosas propiedades y grandes ranchos aquí y allá; su gran cauda de propiedades con prestanombres.
Pero esa tradición de bandidos en los gobiernos o debe seguir existiendo, y a los deshonestos hay que enjuiciarlos, seguirlos con perros de presa que sean implacables auditores, hasta dar con ellos.Algunos ya tienen juicios iniciados y deben ser procesados, por sus daños al erario público.
La Cuarta T tiene la gran oportunidad de actuar de un modo contundente contra los deshonestos que existan en Colima y que vienen del viejo régimen priísta.Está el caso del ex Gobernador Mario Anguiano, que se le adjudica una irresponsabilidad de casi cerca de 600 millones de pesos, según se le ha negado el amparo judicial al respecto.Esos gamberros no pueden tomarle la medida al gobierno de Andrés Manuel Lopez Obrador. Debe aplicarse la Ley, para que se marque ese precedente que a su vez establezca un nuevo paradigma de honestidad en el servicio público.
La presencia del fiscal mayor de la República, Santiago Nieto despertó la esperanza de que se va a combatir a los delincuentes, y dio algunos casos emblemáticos de la corrupción. Sin embargo, hay muchos más que deben ser rastreados y cuyos autores creen caminar por la calle con la cara descubierta.Ojalá pronto veamos resultados de la venida de Santiago Nieto. Es urgente.
PUNTO Y RAYA
Cartuchos quemados y o reciclados. Coloco en un mismo bando a los aspirantes que siguen la tradición política y los usos y costumbres del poder en Colima.Algunos periódicos barajan nombres de supuestos aspirantes al gobierno del estado, desde la posición del PRI, PAN y sus satélites comunes. Se menciona a Virgilio, a Jorge Luis Preciado, a Oscar Ávalos, a Agustín Morales, a Oldembourg, a Leoncio Morán y a Felipe Cruz. Todos estos son personajes conocidos por su incapacidad y algunos por su falta hasta de carácter, dan pena.Se aterran los posibles votantes ante tamaña galería de la vieja tradición.Algunos de ellos se dicen ciudadanos y ya llevan más de 20 años participando en la política electoral y el deshonesto sistema de disputa de candidaturas al interior de sus partidos.La percepción que existe es que estos no levantarán, así anden revueltos, juntos o pegados.¿Quién votaría de nuevo por Locho, por Virgilio o el poco serio Jorge Luis Preciado? ¡Que los compre quien no los conozca!Colima, al contrario de esta galería de poca seriedad, tiene una gran expectativa en las candidaturas que presente MORENA. Y esta es la razón de porqué se han coligado periódicos y periodiqueros, y juntado el aceite con el agua. Un revoltijo ideológico e inmoral. Ahora ocurre que las cúpulas panistas y priístas van a terminar postulando a los que apenas ayer combatían como enemigos con proyectos distintos. Hay señales claras de esto. El gobernador obedece ciegamente al presidente municipal y sedoso y calmo se deja llevar a barrios y colonias de Colima, como ocurrió en la populosa Albarrada hace unos días. Pero hay otras, por ejemplo que el periódico Ecos de la Costa ha colocado gente de su interés cercana al staff lochista, haciendo labores discretas pero ya como producto de una alianza oscura.Pero Colima en ya no es lo mismo, incluso, del pasado proceso electoral en que el alcalde actual de la capital se amafió con una prensa mentirosa para flagelar día y noche a su adversario eventual a la gubernatura. Ahora, se ha visto que su segundo round al frente del municipio ha sido un fracaso total, donde han salido a relucir autoritarismos y actitudes elitistas y fastuosas en la pareja o la dupla en el poder municipal.Esta que viene es la oportunidad de MORENA, y cuenta con cuadros de mayor consistencia de honestidad, de capacidad y de verdadera confianza. Los colimenses lo saben.
¡Hasta la próxima!