Hechos atípicos de las últimas semanas han ocupado titulares y comentarios de los medios y se han convertido en temas de conversación común entre los colimenses. Muchas personas que no daban a saber sus opiniones, ahora incursionan en ese ejercicio democrático y expresan su rechazo a la manera como ha actuado el Ejecutivo estatal ante el affaire del Paseo de los Cocoteros y a la moralidad del Lord Orgías. El pueblo se siente burlado ante el evidente defensor de oficio que se consiguió el ex Secretario de Turismo local en la persona del Gobernador. No se puede justificar que éste ponga en juego todos los recursos con los que cuenta, para buscar a toda costa, que el cuestionado personaje pueda evadir todas las responsabilidades que debiera enfrentar si resultara responsable de los delitos que presumiblemente se le pudieran fincar. Y quede dicho lo anterior el día que conmemoramos el natalicio de Benito Juárez.
La historia evidentemente inventada (mal inventada) de los hechos, demuestra por otro lado, las limitaciones de quienes la inventaron y de quienes la revisaron, pues se trata de una de esas historias que no convencen a nadie, seguramente ni siquiera a quien la ideó. Por eso, el pueblo se siente lastimado, pues al parecer, piensan que nuestra capacidad intelectual es comparable con el de un nene de seis meses y claro, eso es algo que ofende. Ante la carencia de una explicación verosímil, se ha llevado y traído información, se ha especulado, se ha analizado, se ha discutido y por supuesto, se ha juzgado: El ex Secretario (del cuál no he podido aprender el nombre) es culpable. Y también el Gobernador, el Fiscal y algunos otros funcionarios, aunque éstos, por encubrimiento. Y al pasar más tiempo y carecer de elementos oficiales creíbles, los señalamientos continúan escalando.
Algunos colimenses creen que éstos hechos de ninguna manera deberán quedar impunes porque se trata de delitos graves, de los que ofenden a la sociedad y por eso, la sociedad se siente agraviada. Se entiende que el Gobernador sea amigo del ex Secretario y que el nombramiento haya derivado de esa amistad y de evidentes compromisos o ideas que los identifican; pero eso debe tener límites y por supuesto, el encubrimiento no se puede justificar. Y por supuesto, el Gobernador no debiera enojarse porque expresemos nuestras opiniones como lo hacemos por vivir en un País libre y en un estado de derecho.
Se afirma que esa fiesta que salió de control, no fue la primera que se organizó y que el propio Peralta habría asistido a otras. También se dice que hay fiestas de dos tipos, pues cuando el organizador es hombre, se llevan muchachitos y cuando la organiza una mujer, se llevan muchachitas. Y también, que es un gobierno de fiestas, donde todos de divierten en vez de enfrentar sus labores de gobierno.
El que junta estas letras, no quiere creer que esas especulaciones sean ciertas y que si bien, los funcionarios no dan resultados, es simplemente por ineficientes y por ser insensibles y carecer del menor sentido político y sensibilidad social. Todas esas materias no se imparten en el ITAM ni tampoco en Essex ni en general, en las escuelas de Fifilandia. Pero tal parece que el Gobierno, guiado seguramente por la Dirección de (In)Comunicación Social, se empeña en que el pueblo continúe especulando, condenando y dejando salir al pequeño Sherlock Holmes que todos llevamos dentro. Se han visto como ternutitas en este caso (y claro, en muchos más, es su distintivo, pues).
El descrédito de los gobernantes es evidente y para su fortuna, no se le ha ocurrido al Congreso estatal, crear una comisión especial para investigar y dar seguimiento a estos hechos, pues de seguro, sus investigaciones resultarían demoledoras para el prestigio social del ex Secretario convertido en un supuesto Mirrey (si algo conserva, porque parece haberlo gastado todo) y para el prestigio político del Gobernador (que dilapida el poco que le queda). Les convendría considerar que el pueblo suele ser demoledor y que, como no se pudo organizar correctamente el control de daños; ya no hay más solución que entregar el presunto criminal a la justicia para que sea castigado (claro, bajo el supuesto nada extraño de que sea culpable). Y es que todo aquel que incurra en conductas señaladas por la Ley, se expone a ser condenado en los términos de la misma y a recibir los castigos y pagar las penas previstas, aunque haya sido Secretario o lo que sea. (Aquí no hay machuchones, diría ya saben quién). Sólo hay una categoría de colimenses, no los hay de primera ni de segunda. Y en todo caso, un criminal nunca podría ser de primera. Así que háganse el ánimo y actúen correctamente.
Hacer bien las cosas, seguramente no alcanzará como para prestigiar al Gobierno, uno que no podrá quitarse las etiquetas de veleidoso, indolente, distante y torpe entre otras, pero al menos, le ayudará en algo; y de lo perdido, lo que aparezca. Ojalá que por la salud del Estado reflexionen nuestras autoridades por una vez al menos. Aunque corre el rumor de que el Gabinete está dividido y algunos (el Fiscal entre ellos), sostienen la conveniencia de abandonar al ex Secretario a su suerte. Si esto fuera así (tengo mis dudas), ojalá triunfe el grupo razonable; el problema, dicen, es que entre quienes se empeñan en defender al ex Secretario, se encuentra el Gobernador, y que él manda en la Fiscalía autónoma y lo quiere demostrar.
Habrá que ir al Rancho de Villa y encender veladoras, o cirios, mejor y esperar el milagro, porque hasta se dice que lo tienen en una casa de seguridad, dizque para evitar que le suceda algo. Como si fuera testigo protegido y no actor.
Es todo. Nos encontraremos pronto. Tengan feliz semana.