FEDERALISMO Y FALSO FEDERALISMO

Ignacio Peralta se confesó federalista el pasado viernes. Mucho camino tendría que recorrer el gobernador para serlo. La confesión no basta para que se le incluya en las filas del federalismo. Cuando los Reyes Católicos consumaron la Reconquista de España y el recién creado Tribunal de la Inquisición amenazaba a los judíos, muchos de ellos se declaraban confesos y hasta comían carne de puerco para demostrar su conversión. Sin embargo, no eran católicos, seguían siendo judíos. Así es Peralta. 

En Colima hay tradición federalista. En 1856, cuando era Territorio de la Federación y se eligió un diputado para que nos representara en el Congreso Constituyente se entregaron los votos a Juan Bautista Ceballos, quien se había definido como federalista y con el voto, se le entregó el mandato de apoyar al federalismo. 

Hubo personajes que se identificaron con esa tendencia, seguramente el más distinguido y conocido de ellos fue don Ramón R. de la Vega, Benemérito del Estado. Colima, sin embargo no pudo estar representado en el Constituyente de 1856-1857, porque nuestro diputado murió antes de poder ejercer la posición y el mandato que había recibido, y nunca se llamó al suplente, que era Anastasio Brizuela. Cuando Peralta citó federalistas del primer Constituyente e incluyó al padre Mora sin serlo, mejor don Ramón se habría ganado una cita, pero eso sí, sin mentir. Probablemente no lo consideró porque todavía no le han informado de su obra y él debe pensar que se trata tan sólo de un nombre de calle. 

Colima desde antes de la Independencia, había sido parte, lo mismo de Jalisco que de Michoacán. Era mejor para la identidad y el orgullo, ser territorio de la Federación, pero los colimenses de entonces, aspiraban a que Colima fuera elevado a la categoría de estado de la Federación. La aspiración se logró a pesar de la ausencia de un diputado nuestro en el Constituyente de 1856-1857. El dictamen de la Comisión de División Territorial emitido el 25 de noviembre de 1856, fue aprobado por unanimidad, y le otorgó esa categoría; y al mismo tiempo Tlaxcala fue elevado a la misma categoría. 

Posteriormente, el primero de diciembre de ese mismo año, el pleno del Congreso, aprobó también por unanimidad, el dictamen del 25 de noviembre. Y Colima fue estado una vez que se promulgó la Constitución el 5 de febrero de 1857 y ésta tuvo vigencia. 

Lo anterior quiere decir que los Constituyentes por Michoacán y por Jalisco estuvieron de acuerdo con que el territorio que asignaba a Colima era el que realmente le correspondía y seguro, sabían que las entidades que representaban, deberían entregarnos esas superficies. No eran improvisados ni ignorantes. Fueron diputados por Jalisco, Ponciano Arriaga, Joaquín Angulo, Pedro Ogazón, Jesús Anaya Hermosillo, Ignacio Herrera y Cairo, Anastasio Cañedo, Mariano Torres Aranda, Jesús Camarena, Espiridión Moreno, Juan C. Fontán, Sabás Sánchez Hidalgo, Ignacio Ramírez (a) El Nigromante, Albino Aranda, Ignacio Luis Vallarta y Valentín Gómez Farías. Los de Michoacán eran Melchor Ocampo, Santos Degollado, Francisco de Paula Cendejas, Sabás Iturbide, Francisco García Anaya, Ramón Isaac Alcaraz, Mateo Ichaiz, Francisco Vaca, Ponciano Arriaga y Juan Bautista Ceballos. Arriaga y Ceballos aparecen así en la lista de Francisco Zarco. El primer presidente del Constituyente fue Ponciano Arriaga y el último, Valentín Gómez Farías. 

El dictamen referido ofrece una descripción muy completa del territorio que se asignaba a la nueva entidad y le otorga a Colima una superficie de 606.908 leguas cuadradas y menciona de manera general los límites, cita poblaciones y topónimos que comprende. Entonces, México no había adoptado el sistema métrico decimal y ahora no es posible hacer el cálculo exacto de la superficie, pero sería posible reconstruir los límites. Sin embargo, queda claro que poblaciones como Coahuayana, Coalcomán o Trojes, Pihuamo, Tecalitlán o Jilotlán de los Dolores, son parte de Colima. 

El dictamen mismo indica que la superficie que se le asigna es mayor que la de algunos de los estados de nuestra federación que ya existían, Querétaro, entre ellos y que la de algunos de los estados de la Unión Americana. Cálculos de algunos geomáticos, realizados por encargo de la Unión Ciudadana de Estudios sobre el Federalismo, indican que el territorio que corresponde a Colima es de alrededor de 16,500 kilómetros cuadrados. Tres veces lo que se le reconoce. El resto está ocupado por Jalisco y por Michoacán. 

La gran deuda del federalismo es emprender la tarea de fijar la división político-administrativa del país. Sólo a Colima se le ha asignado superficie y sólo a Baja California Sur se le han asignado límites. La situación de este par de Estados resulta excepcional, pues todas las demás entidades federadas se encuentran en el limbo. Sin embargo, y desde un punto de vista más doctrinario, diríamos que para que un Estado pueda ser eso, se requiere que reúna tres elementos constitutivos, indispensables: territorio, población y marco jurídico. Los dos están presentes en todas, la primera, no. Y hay que definirla. Esa, tan no es una tarea fácil que se ha pospuesto durante casi dos siglos. 

Sin embargo, es claro que los habitantes de los territorios colimenses que se encuentran ocupados por Jalisco y Michoacán, integran una unidad cultural y espiritual con los que habitamos los territorios reconocidos oficialmente como colimenses. Unos somos del Colima reconocido, otros son del Colima olvidado. 

Si Peralta fuera federalista ya estaría negociando con sus cuates gobernadores de Jalisco y Michoacán, la recuperación del territorio colimense que ocupan. Entonces, es un falso federalista. Pero si bien, no es federalista, si es plutofílico y aporofóbico, eso es seguro, lo confiese o no. Todo, hasta el Federalismo, es visto por él desde el mismo ángulo, el único que entiende, el del dinero. 

Es todo. Nos encontraremos pronto. Tengan feliz semana. 

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