Durante los días recién transcurridos celebramos 209 años del inicio de la lucha por nuestra independencia. La celebración central es, sin duda, la que se lleva a cabo en la Plaza de la Constitución (el Zócalo, el corazón de la República) de la ciudad de México. Dos son las ceremonias culminantes: El Grito, la noche del 15 y el desfile, la mañana del 16. La televisión nos permitió asistir a ambas celebraciones sin importar que nos encontráramos en Comala, Ensenada o Akumal.
Así, el 15 fuimos testigos de un grito emotivo, sobrio y respetuoso con el pasado y el presente de México, que careció de las extravagancias previstas por las aves de mal agüero de los conservadores, pero, de todas maneras, generó las críticas de personajes como Vicente Fox ¿Importarán ahora a alguien sus conceptos? Si no importaron cuando fue Presidente, ahora, menos. Se trató de la ceremonia más emotiva desde que este juntador de letras ha visto (y son ya, muchas más de diez). Los gritos de los asistentes, ¡Presidente! ¡Sí se pudo! ¡No estás sólo!, lo dicen todo; mejor muestra de aprobación popular a lo realizado por el Presidente, difícilmente se podrá encontrar. En contraste, sí podemos recordar que los gritos de la multitud habían sido diferentes hacia los anteriores presidentes y que, a alguno de ellos, le corearon ¡Asesino! Las cosas, sin duda han cambiado y esto nos habla de la legitimidad del actual.
Dejó sin embargo una interrogante en muchos mexicanos, y algunos comaltecos me han preguntado a partir del 16 ¿Por qué mencionó a Leona Vicario? ¿Quién fue? Debemos tener presente que Andrés Manuel es un gran conocedor de nuestra historia y por muchas razones doña Leona fue reconocida por el Congreso con el título de Benemérita y dulcísima madre de la Patria. El 10 de abril de 2017, con el título de Recordemos a Leona Vicario, CON SAL Y LIMÓN se ocupó de ese gran personaje. A los interesados en el tema, recomiendo su lectura (o relectura); pero, claro, hay muchísimas fuentes para obtener información sobre su vida y obra. Esta columna ha realizado algunos esfuerzos por traer al presente algunos de esos personajes olvidados de nuestra historia que conviene que tengamos bien presentes. Y este es un estímulo para retomar esa labor que el juntador de letras ha dejado de lado. Pero lo importante es que el Presidente no desaprovecha oportunidad para dejarnos lecciones de historia.
El día 16 vimos una revaloración en la percepción de las fuerzas armadas. Ahora se les muestra un respecto y reconocimiento que no se percibía todavía el año pasado. Y así, resulta una revalorización demasiado rápida. Y claro, motivos existen también para este cambio en la percepción de los mexicanos.
La independencia de México no es un tema menor. Y 209 años después de iniciada la lucha para lograrla, habremos de preguntarnos qué tanto hemos avanzado en su obtención. Desde luego se ha roto con la dependencia de la corona española y no somos ya la Nueva España. ¿Pero somos independientes? ¿Realmente, somos dueños de nuestro destino? Cada quien tiene una opinión. Dejo sobre la mesa una pregunta: Dependemos de otros países para obtener los alimentos básicos que nos permiten seguir con vida y dependemos de otras naciones para contar con el combustible que mantiene a México en movimiento y tampoco somos autosuficientes en otros renglones básicos y así ¿somos independientes? Necesitamos producir lo básico para ser independientes y mientras no lo logremos, la vulnerabilidad existe y eso no nos permitirá movernos con libertad.
Las políticas de estado más básicas han de dirigirse, precisamente a lograr esos objetivos y resulta curioso que antes de la llegada de los tecnócratas neoliberales, México mostraba mayor avance en esos renglones y que conforme ellos avanzaron, sufrimos regresiones muy importantes. Y también resulta primordial la pacificación del País, pues sólo unidos podremos avanzar a nuestra independencia. Las políticas públicas ahora, se dirigen a la consecución de tales objetivos. Por eso resulta importante que todos las secundemos y nos aseguremos que se obtengan, lo cual quiere decir, que debemos empujar juntos.
En conclusión: La fiesta es importante para los mexicanos, pero resulta más importante que existan motivos para festejar. Ahora los tenemos porque avanzamos en los objetivos prioritarios y eso, legitima también el festejo. No es sólo una cuestión de simpatía hacia el Presidente, sino la convicción de que vamos tras metas de la mayor trascendencia.
En Comala y en Colima, los festejos locales tienen que ver con ese renacer de la República, y no con la popularidad o impopularidad de los gobiernos locales. Tener un buen gobierno de la República nos hace tener confianza en que ahora, somos un mejor País, lo local, ya lo arreglaremos después (y eso será pronto). Ahora, fundamental resultaría que muchos de nuestros diputados locales decidieran ponerse las pilas y trabajar por un mejor Colima y que los regidores de oposición en Comala tomen el papel que corresponde a los mandatos que recibieron del pueblo. Aunque México avanza. Aquí, algunos políticos están en deuda con el pueblo.
A nosotros sólo nos queda obligar a nuestras autoridades a hacer lo que deben, a cumplir con sus obligaciones, que para eso les pagamos y les pagamos muy bien.
EL FIN DE UNA GENERACIÓN.
El pasado día quince en Comala, murió Engracia Gómez, mi tía y con ella acabó una generación pues ninguno de los Fuentes Salazar o de sus parejas queda con vida. El que junta estas letras hace votos para que sus cinco hijas y sus respectivas familias puedan encontrar, pronto, alivio a sus penas y la herida cauterice. Ellas, sus parejas, nietos y bisnietos, harán mucho para preservar y honrar la memoria de la fallecida y sí lo harán, de eso estoy seguro.
Es todo. Nos encontraremos pronto. Tengan feliz semana.