El atentado en contra de la vida de la alcaldesa de Manzanillo convirtió a Griselda Martínez en un referente nacional. No es el primer munícipe en este sexenio que sufre un ataque armado, pero sí es la edil del más importante puerto del Pacífico.
Es también un cuadro de izquierda muy identificado con la Cuarta Transformación, al grado de casi haberse mimetizado con Andrés Manuel López Obrador en el discurso y el estilo personal de gobernar.
Por si fuera poco, es una figura política que en cuanto tomó posesión del Ayuntamiento empezó a dar nota de primera plana por sus abiertas confrontaciones con el gobierno priista del estado de Colima, precisamente en temas como seguridad pública.
Todavía en las horas posteriores al atentado, el gobernador Ignacio Peralta se dijo desairado porque la presidente municipal no le contestó la llamada, aunque días después Griselda aclaró que la obligaron a aislarse por el protocolo de seguridad.
Por cierto, alguien debió informarle de esa situación a Nacho. Alguien de su propio grupo de asesores en seguridad, no de los guardianes de Martínez.
ATRACCIÓN FEDERAL
Dada la trascendencia del hecho, era de esperarse la posibilidad de que el caso sea atraído por la Fiscalía General de la República.
Que el fuero federal atraiga un asunto que debiera resolver la Fiscalía del Estado, complementa la protección adicional que el secretario de Seguridad Pública, Alfonso Durazo, ofreció a la alcaldesa y la inclusión de Manzanillo entre los municipios prioritarios para la Guardia Nacional.
Sería, además, lo más conveniente en términos ministeriales… y políticos.
Griselda Martínez niega haber sido previamente amenazada por la delincuencia organizada que opera en Manzanillo, pero en diversas oportunidades ante la prensa le ha dado al intento de magnicidio una lectura esencialmente política.
Que el asunto no quede en manos de la autoridad estatal es algo que agradecería la opinión pública, temerosa de que a nivel local le den virtual carpetazo a este expediente, como pasó con el homicidio en casa del ex secretario de Turismo con la promesa de entregar resultados en unos meses.
Y es algo que debería tranquilizar a la clase política, nerviosa porque empiecen a recaer sobre cierto grupo de actores porteños las sospechas de ser autores intelectuales del atentado.
El ataque contra Griselda Martínez ocurrió a unas cuantas horas de que la edil presentara una denuncia contra quien resulte responsable por el desfalco millonario a la Comisión de Agua Potable, Drenaje y Alcantarillado de Manzanillo (Capdam).
Quienes planearon la agresión calcularon perfectamente el momento, y cómo éste se convertiría en el móvil para acreditar el presunto interés del grupo político que perdió el poder en Manzanillo en los comicios de 2018.
En un principio, Griselda Martínez apuntó directamente a la posible responsabilidad de quienes se están viendo afectados por una intervención contable en el organismo operador del agua, así como por una investigación por el abuso de tarjetas bancarias en la pasada administración. Pero luego tuvo que matizar sus declaraciones, ya que no puede acusar sin pruebas.
DIVIDENDOS POLÍTICOS
Lo que molesta a los detractores de Griselda es que la munícipe termine sacándole raja política al intento de homicidio.
Creen que “hacerse la víctima” le ayudará a fortalecerse como alcaldesa, y a subrayar sus afinidades con el gobierno de López Obrador.
Y temen que así como el nombre de la edil manzanillense fue pronunciado en la tribuna de la Cámara de Diputados, los apellidos Martínez Martínez acaben estando en boca de los colimenses del resto del estado.
Sin embargo, esa posibilidad se la regalaron los autores del atentado y quienes se lanzaron en los medios contra la víctima, recelosos porque la munícipe termine capitalizando políticamente la agresión.
EL DESLINDE
Menos especulativo es que si las suspicacias en torno a “los que se fueron” crecen, ese grupo perdería toda posibilidad de recuperar el poder en Manzanillo, ya no digamos de aspirar a la gubernatura.
Y en nada les ayudará a librarse de sospechas el coro de voces que se lanzaron en las redes sociales a relativizar por consigna la gravedad del atentado.
En lo que se conoce como una operación de nado sincronizado, troles y bots identificados con los usuarios que han estado en contra de Griselda Martínez quisieron, primero, presentar el ataque de los sicarios como una expresión típica de la narcoviolencia en el estado.
Que ese mismo día hayan asesinado a un agente de la policía ministerial en la autopista, a la altura de la desviación a Ixtlahuacán, les quitó las ganas de criminalizar a la víctima en Manzanillo porque la infamia habría alcanzado también al malogrado agente del gobierno del estado.
Luego soltaron la especie de que la balacera no fue sino un montaje. Evocando al auto-atentado del entonces gobernador de Oaxaca, José Murat, en 2004, sin ningún escrúpulo los troles cuestionaron la veracidad del ataque a Griselda, no obstante que en la balacera resultaron heridos uno de los escoltas que le facilitó la Armada y una ciudadana que recibió una bala perdida.
No faltó un gatillero de la tecla que deslizara la falsa noticia de que la señora que resultó daño colateral, fue alcanzada por uno de los disparos que hicieron los guardaespaldas para repeler la agresión.
Finalmente, circularon versiones menos perversas en el sentido que únicamente trataron de sacarle un susto a Griselda, cuando lo que se desprende de la reconstrucción de hechos es que los pistoleros buscaban hacer blanco en la alcaldesa. Con tantos tiros, fortuito es que resultara ilesa.
INTENTO DE HOMICIDIO
A la presidente municipal de Manzanillo la quisieron matar. Y esta acción es muy grave en términos políticos y de seguridad pública para todo el estado de Colima.
Lo que tendrían que estar haciendo las autoridades, la clase política y la sociedad civil colimense, particularmente la porteña, es unir esfuerzos para esclarecer los oscuros intereses que pudo haber detrás del atentado.
¿Se confabularon todos aquellos que se sienten afectados por las acciones contra la corrupción emprendidas por Griselda Martínez, o hay quien se quiso aprovechar de esta confluencia de intereses para cometer un artero crimen que, como dijo la munícipe, atenta no sólo contra la legalidad sino contra la democracia?
Suena macabro, pero de haber tenido éxito el atentado los sospechosos no estarían pidiendo investigaciones a fondo porque, de alguna manera, incluso quienes no participaron en el complot se habrían beneficiado de él.
Pero al fallar los sicarios, hasta aquellos que se hubiesen beneficiado del homicidio sin haber tenido nada que ver, deben ahora exigir que se investigue el fallido atentado hasta sus últimas consecuencias.
Si no lo hacen, los auténticos conspiradores se encargarán de que las evidencias apunten al más vulnerable de los enemigos de la alcaldesa.
Mi correo electrónico: carvajalberber@gmail.com.